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Ha hecho los méritos suficientes. Su tenacidad no conoce límites. Su apasionada tarea de demolición ha rendido frutos. Ha sido eficaz en su afán de encontrar la ruta más segura y directa hacia las profundidades del abismo. Se ha ganado a pulso un derecho que nadie le puede regatear: el de convertirse en el sepulturero del histórico PRI, en los comicios presidenciales del 2030, cuando todas las proyecciones estadísticas anticipan que la mayoría de los mexicanos le dirán adiós al partido que en alguna etapa se autonombró heredero de la Revolución Mexicana y terminó aliado con su enemigo histórico, el conservador y derechista Partido Acción Nacional.
Son, juntos, PRI y PAN (y en alguna etapa con el sometimiento del PRD), el mejor ejemplo de partidos que compartieron el mismo proyecto político y económico: un gobierno entregado a las minorías privilegiadas y a los poderes fácticos, incluyendo a la alta jerarquía de la iglesia católica, que durante el periodo que comprende los gobiernos de 1982 a 2018, se esmeraron en desmantelar la estructura del Estado socialmente responsable, para entregar las riquezas de la nación a grupos empresariales nacionales y extranjeros, protegidos y estimulados por sus corruptos cómplices en el máximo poder de la República.
El mejor aliado de Morena en la contienda político electoral es Alejandro Moreno Cárdenas, “Alito”, quien lleva buen paso y buen ritmo para conducir hasta las profundidades del abismo al Revolucionario Institucional, para hacer más crítica la amarga situación de una oposición que, incluyendo al PAN y Movimiento Ciudadano, sólo alcanzó a sumar en los más recientes comicios presidenciales el 35.90 por ciento de los votos, contra el 59.76 por ciento de la coalición encabezada por Morena.
Por separado, en los comicios del 2024, el PRI alcanzó el 9.54 por ciento de la votación, cinco millones 736 mil 759 sufragios. El PAN tuvo el 16.04 por ciento, con nueve millones 644 mil 918 votos. Y la cuota para Movimiento Ciudadano fue de seis millones 204 mil 710 sufragios, el 10.32 por ciento. Morena y sus aliados del PT y PVEM sumaron 35 millones 924 mil 519 votos, para un porcentaje del 59.76 por ciento.
La más reciente encuesta publicada por la consultora Enkoll, el pasado jueves 4 de diciembre del 2025, le atribuye al PRI una magra preferencia electoral de apenas el cinco por ciento; la aceptación del PAN llega al 11 por ciento y Movimiento Ciudadano registra un siete por ciento. Suman apenas 23 por ciento, contra una tendencia de voto del 42 por ciento que se inclina por Morena, en forma individual.
Déjenlo
Por eso deberían considerarse como asunto serio y formal, desde ahora, la aspiración que expresó el Senador y presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, en la más reciente ceremonia de toma de protesta del nuevo Consejo Político Nacional del tricolor, realizada el lunes 22 de diciembre del 2025, cuando advirtió que su perfil era inobjetable como potencial candidato presidencial de su partido en el 2030.
Señaló “Alito” que en el 2030 su partido no debería elegir a un aspirante presidencial ciudadano, para no sufrir otras fuertes derrotas como en 2018 y 2024. “La gente lo que quiere hoy es quien resuelva los problemas del país. Esto no es de buenas personas, no porque nosotros no lo seamos, lo somos, tenemos principios y valores, pero esto no es así. Ya nos pasó dos veces […] En el 18 nos dieron una chinga y en el 24 una supermadriza”, dijo enfático “Alito”, al argumentar que, pese a ello, millones de mexicanos votaron por el PRI aun sin tener un candidato presidencial emanado del partido.
Y luego “Alito” alardeó: “No tengan duda, yo he sido 12 veces candidato en distintos espacios de mi vida desde la juvenil, la universitaria, los cargos de elección y todos en los que he competido los he ganado, que me digan a mí que otros que están ahí son mejores que yo y a las pruebas me remito”.
El demoledor
El sepulturero Alejandro Moreno Cárdenas llegó a la presidencia nacional del PRI el 18 de agosto del 2019. En los últimos cinco años el tricolor ha avanzado con paso firme hacia el abismo, al perder 11 gubernaturas. En 2021, bajo la conducción de “Alito”, el PRI fue derrotado en su propio estado, Campeche, además de Colima, San Luis Potosí, Guerrero, Sinaloa, Sonora, Zacatecas y Tlaxcala. En el 2022 el PRI entregó a sus rivales políticos las gubernaturas de Hidalgo y Oaxaca.
Y finalmente, en el 2023 el PRI perdió la joya de la corona, la gubernatura del Estado de México, la entidad con más habitantes, más votantes potenciales y más presupuesto de toda la República, que en 2025 fue de 388 mil 550 millones de pesos. Aunque en 2022 el PRI perdió dos gubernaturas, ganó Durango, con una pequeña ayuda de sus amigos del PAN y PRD; y en el 2023, cuando perdió la gubernatura del Estado de México, logró salvar Coahuila, con los votos de respaldo de PAN y PRD.
Cuando “Alito” llegó a la dirigencia del PRI el tricolor sumaba, oficialmente, seis millones 368 mil 763 afiliados reconocidos por el Instituto Nacional Electoral. En agosto del 2023 ya sólo tenía, oficialmente, un millón 411 mil 889 afiliados reconocidos. Una caída de cuatro millones 956 mil 874 ciudadanos que abandonaron sus filas en sólo cuatro años, el 77.83 por ciento de su membresía.
En 2018 el PRI sólo ganó por Mayoría Relativa la diputación federal en el Distrito 5 con cabecera en Monterrey, Nuevo León. Un triunfo de 300 posibles. En los comicios intermedios del 2021 el PRI sólo ganó, en forma individual, 11 de las 300 diputaciones de Mayoría Relativa disputadas en el país. Pero en 2024 la debacle fue total, pues el Revolucionario Institucional no ganó ninguna diputación federal de Mayoría Relativa en toda la República.
Su suerte en la disputa del Senado de la República no ha sido mejor y su declinación ha sido brutal. La única entidad en donde el PRI ganó por Mayoría Relativa en la contienda por el Senado de la República en 2018 fue en Yucatán, aliado con el Partido Verde y con Nueva Alianza. En 2024 el PRI no ganó ninguna Senaduría de Mayoría Relativa.
Alejandro Moreno Cárdenas, actual Senador de la República, y antes Diputado federal entre 2021 y 2024, tiene cuentas pendientes con la justicia. Desde 2022 le fue solicitada a la Cámara de Diputados de la Federación la Declaratoria de la Procedencia de la Acción Penal en su contra, para quitarle el fuero y que pueda ser detenido para que sea puesto a disposición de un Juez que podría procesarlo por una buena cantidad de delitos que se presume cometió en su paso por la gubernatura de Campeche entre 2015 y 2019.
El jueves 25 de julio del 2025, la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción del Estado de Campeche publicó en la red social X, un escueto comunicado que informaba que había presentando y ratificado ante la Secretaría General de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión la solicitud de Declaración de Procedencia de la Acción Penal contra “Alito”.
El actual dirigente nacional del tricolor habría cometido los delitos de enriquecimiento ilícito, peculado, uso indebido de facultades, defraudación fiscal y lavado de dinero, durante su gestión como Gobernador de Campeche. El proceso de desafuero de Moreno Cárdenas está congelado en la Sección Instructora, de la Comisión Jurisdiccional de la Cámara de Diputados, que tendría que analizar su caso, a pesar de que Morena tiene los votos suficientes para quitarle la inmunidad constitucional.
Si el desafuero de “Alito” no prospera, a Morena sí le convendría que Moreno Cárdenas fuera el candidato presidencial del PRI en el 2030. Nadie le debe negar el privilegio de consumar su obra destructiva, pues por su muy relevante tenacidad enfocada al mal, podría concluir victorioso y triunfal su muy meritoria encomienda de dinamitar al PRI. Lo está haciendo muy bien y seguramente, en los comicios del 2030, como candidato presidencial del tricolor, consumaría en forma airosa tan loable tarea en beneficio de la patria: escribir el epitafio en la tumba del Partido Revolucionario Institucional. Ese derecho y privilegio nadie se lo debería regatear a “Alito” Moreno.





