
O sea que para llegar a ser partido y ser candidato de un partido al menos una ocasión se tendría que haber obligado uno a respetar las reglas del juego. Tres días antes de las elecciones, en un acto tan magnánimo y obediente como cínico, los candidatos presidenciales se comprometen entre otras cosas a lo siguiente:
“Sea cual fuere el resultado, expresamos por este medio nuestro firme compromiso de respeto a la legalidad… Se sustenta en un absoluto respeto y reconocimiento de las leyes e Instituciones electorales vigentes en nuestro país”.
¿Acaso estaba en duda que lo respetaban? El que aspira al poder por los medios institucionales, como dije al principio, debe de haber asumido y firmado las obligaciones y normas de los medios institucionales, de otro modo se ahorraría la campaña y daría un golpe de Estado. O sea que sí, se tenía la duda sobre si serían capaces de aceptar los resultados. Especialmente uno, que todos sabemos quién es. Pero bueno, estos son nuestros candidatos de la democracia, cuatro individuos de los que desconfiamos y desconfiaremos hasta el último instante; uno de ellos gobernará.
Y luego el documento agrega:
“En este sentido, expresamos nuestro más enérgico rechazo al uso de recursos públicos y programas sociales para coaccionar el voto, o a cualquier otra práctica que intente vulnerar el derecho de los mexicanos a votar de manera libre y en paz”.

Me decía hace poco un lector que me felicitaba porque mis artículos estaban generando controversia. No le contesté en el espacio de comentarios de SinEmbargo.mx, pero lo hago ahora. Me hubiera gustado decirle que hay poco mérito en generar controversia, basta con criticar mínimamente a un candidato para que la gente se apresure a pensar que por ello soy el paladín del partido rival, y una vez hecha está asunción, procederán a descalificarme o insultarme. Pueden darse un paseo por los foros y secciones de comentarios para descubrir con qué facilidad la gente se insulta y se descalifica porque uno cree que un candidato es “X” y el otro cree que es “Z”. Yo quisiera decir que si los candidatos han firmado ya este ridículo Pacto de Civilidad, sería mucho más urgente que todos los demás ciudadanos firmen en la intimidad, su propio Pacto de Civilidad. Puedo asegurar que los candidatos y los partidos están dentro del grupo de los entes más nocivos que tiene este país, y por tanto no vale la pena pelear, discutir o insultar a nadie en defensa de ellos. Sobre todo porque no existe tal reciprocidad, usted se puede batir a duelo con su vecino por ser usted de un partido y su vecino del contrario, pero si algo les puedo decir es que los partidos jamás moverían un dedo por usted; no mueva usted un dedo por ellos. Firme el Pacto de Civilidad que propongo y déjese de peleas, discusiones e insultos que no valen la pena. Vaya el domingo, vote y de ahí en adelante ocúpese de ser un mejor ciudadano.
LEY SECA

El domingo que se levante, revise su acta y ahí tendrá la respuesta sincera de quién es su gallo.





