Juan Carlos Monedero

¿Quién teme a Claudia Sheinbaum?

"En la arena internacional, el que es ingenuo no es antepasado de nadie. Marco Rubio no fue a México a sonreír, sino a enseñar los dientes. Lo que no cuenta es con que Claudia Sheinbaum no es una recién llegada a la política".

Juan Carlos Monedero

11/09/2025 - 12:03 am

Imaginen que un mafioso, de esos que uno sabe que son verdaderos criminales, se reúne con un político que está tomando medidas que no benefician a los negocios del gangster. El criminal lleva mucho tiempo siendo un criminal, tiene muchos cadáveres a sus espaldas, palizas, amenazas, extorsiones, bandas que le apoyan. Ni es ni ha sido una buena persona. Y se reúne con ese político o con esa política ¿de qué creen ustedes que van a hablar?

Por supuesto, que las formas se guardan, porque si el mafioso falta al respeto a esa persona política, se pone a mucha gente en contra. Hay sonrisas, buenas palabras, gestos de buena voluntad. Pero aquí entre nosotros ¿de qué creen que van a hablar? ¿Se habrá vuelto de pronto ese mafioso en una persona de bien o va a intentar sacar del político todo lo que quiere y cree que no está obteniendo?

Crece la idea de que la voladura con un misil de una lanchita que salía de la costa venezolana con 11 personas era tres cosas: una gesto a la galería para hacer creer a los votantes de Trump que está cumpliendo las promesas electorales; un paso más en la agresión a Venezuela, preparando un escenario donde pueda intervenir en el país, quizá de forma parecida a como lo ha hecho en Irán; y, de lo que se habla menos, un aviso a México.

En la arena internacional, el que es ingenuo no es antepasado de nadie. Marco Rubio no fue a México a sonreír, sino a enseñar los dientes. Lo que no cuenta es con que Claudia Sheinbaum no es una recién llegada a la política, y si bien sabe que para el bien del pueblo mexicano tiene que mantener buenas relaciones con el poderoso vecino del norte, eso no significa otorgarle carta blanca, que es lo que está exigiendo la Administración Trump a todos los países, especialmente a los que les exige comportarse como sus mejores amigos.

Muchos autores que trabajan con asuntos militares están hablando de “guerra gris”, que sería una suerte de conflicto sin que los soldados se disparen. Es hacer cierto el aforismo que dice que “el arte supremo de la guerra consiste en derrotar al enemigo sin luchar”. O como dice el exmilitar Christian Villanueva, algo “a medio camino entre la disputa diplomática y la guerra abierta, pero sin llegar nunca a tensar tanto la cuerda como para provocar una respuesta convencional por parte de otras potencias”. Aunque no deja de ser curioso que estos teóricos militares que pensaban estos conceptos para China y Rusia, hoy ven que quien realmente los aplica son los EU de Trump.

El profesor de la Universidad Internacional de las Comunicaciones de Venezuela ha establecido cuatro fases en el desarrollo del escenario de Guerra en Zona Gris. Estos serían:

(1) La Guerra Económica, buscando que la economía “grite” como pidió Nixon que se hiciera en el Chile de Pinochet buscando un levantamiento popular o su pasividad ante un golpe. Ahí están los bloqueos, las sanciones y también los aranceles de Trump.

(2) Una parte cognitiva, que implica la construcción de un relato que construya un villano, un régimen corrupto, torturador, autoritario al que haya que pararle los pies. Es muy evidente la evolución de ese relato sobre Venezuela y que también sufrió México y que las derechas mexicanas y colombianas usan. Es el señalamiento de “Estado Fallido”, de “Narco Estado”, de Estado que apoya el terrorismo. Para eso se inventan el Cártel de los Soles. Y en México un infausto artículo del New York Times, que sugerían posibles vínculos entre aliados de AMLO y cárteles de la droga, incluyendo financiamiento ilícito de su campaña; el financiamiento desde los EU de la ONG Mexicanos contra la Corrupción; la acusación de Kristi Noem, Secretaria de Seguridad del país norteño, a Sheinbaum de fomentar violencia en protestas en Los Ángeles contra redadas migratorias. El acompañamiento de esa campaña por parte de gobiernos títeres, como el de la golpista peruana Dina Boluarte, y la declaración de Claudia Sheinbaum como “persona non grata” por apoyar al Presidente Pedro Castillo.

(3) La propaganda de IA y la Micro-segmentación, que es la posibilidad de mandar mensajes personalizados a cada persona para conseguir mayor efecto emocional y predisposición contra gobiernos de izquierda.

(4) Y por último, más cercano a posiciones de guerra más tradicional, el uso de grupos de mercenarios (a los que llaman “contratistas” para suavizar su condición y se blanquean en las series de Netflix) y grupos armados vinculados a la droga como el que viene denunciando el Presidente Petro, la Junta del Narcotráfico, que puede mandar asesinatos selectivos, coches bombas o acciones de desestabilización. Otro elemento de esta “zona gris” son las maniobras militares que buscan más generar incertidumbre y desestabilizar que realizar una invasión, pero que logran alterar la vida normal de un país con la amenaza permanente, con submarinos nucleares incluidos, de una intervención eminente e imparable.

Dice la sociología del lenguaje que la palabra fuego quema, pero que la palabra pan no sacia el hambre. La palabra fuego quema igual que la palabra “inhumano” te mata cuando te quitan la humanidad llamándote animal o ilegal o espalda mojada. Pero diciendo pan mil veces no se te llena el estómago. Si te van a mentir con un discurso, no basta si tienes el estómago vacío. No es verdad que puedas engañar a todos todo el tiempo. Puedes darles poco, pero algo tienes que darles. Cuando estás desesperado y ya no sabes qué darle al pueblo para que no se levante, le das una guerra.

Al tiempo que Trump cambiaba el nombre del Ministerio de Defensa por el de Ministerio de la Guerra, argumentando que desde que cambiaron el nombre después de la II Guerra Mundial no han ganado ninguna, en China celebraban el 80 aniversario de la victoria sobre Japón e, indirectamente, la victoria de China sobre los EU. Ahí estaba Narendra Modi, de India, Vladímir Putin, de Rusia, Kim Jong-un de Corea del Norte, y antes había estado también Irán.

Una de las cosas más desoladoras de los últimos meses ha sido ver cómo Israel reducía a cenizas Gaza, como mataba con bombas o con balas o con hambre a decenas de miles de personas, incluidos 28 niños cada día, mientras todos hacíamos nuestra vida sin mayor complicación. Como si vivir en tiempo real algo que hacen seres humanos como nosotros a otros seres humanos como nosotros, nos fuera ajeno. Es aterrador ver cómo en Israel, a diferencia de lo que ocurrió en Alemania durante el Holocausto, todos y cada uno de los ciudadanos de ese país saben lo que está pasando y son muy pocos los que protestan. Y callar ante este horror es apoyar ese horror.

Pero a los pueblos termina por dolerles más el mal que a sus gobernantes. Y estamos viendo que esta política de guerra de zona gris no está afectando a las víctimas, sino a los verdugos.

Esta semana han sido arrestadas cientos de personas en la plaza del Parlamento de Londres por protestar contra esa política en Gaza que implica, según el diccionario de la Real Academia, el “exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad.”. Protestar contra lo que está pasando en Palestina en Inglaterra, hoy es considerado por el Gobierno del laborista Keir Starmer, es decir, por el Gobierno supuestamente de izquierdas, como un acto de terrorismo. Hemos visto lo mismo en todos los países europeos, especialmente en Alemania, donde se golpea a los que no quieren que se tolere un Holocausto en Gaza. La policía alemana está siendo brutal con los alemanes pacifistas, y no es extraño que algunos recuerden que esa brutalidad fue la que empezaron a aplicar con los judíos durante el nazismo. Mismos comportamientos, diferentes razones. En Europa, la memoria se convirtió en oficial y no sirve porque no ayuda a prevenir esos comportamientos.

Los medios de comunicación, en manos, de manera general, de personas con intereses vinculados a Israel, intentan presentar las protestas contra Israel como actos terroristas y violentos, mientras que silencian o justifican la muerte de decenas de miles de personas. Llaman “baño de sangre” al triste atentado que costó seis vidas en Jerusalén, pero nunca han utilizado esa expresión para los 65 mil palestinos asesinados.

En la esquina de Europa donde una vez convivieron judíos, musulmanes y cristianos, la Vuelta Ciclista a España se ha convertido en la Vuelta Ciclista Palestina. El lobby sionista presionó para que el equipo israelí participara en la vuelta. Decían las autoridades deportivas que no se hiciera política, que se trataba de un acto deportivo. Entonces ¿por qué tardaron apenas días en sacar de todas las competiciones a Rusia por la invasión de Ucrania y no se hace lo mismo con Israel por la invasión de Gaza? Hipocresía que han empezado a responder, por fin, los pueblos.

Ahora mismo hay una flotilla de barcos, llenos de gente digna, rumbo a Gaza. Israel ha dicho que serán tratados como organizaciones terroristas. Y, por vez primera, hemos tenido que esperar 65 mil asesinados por bombas, balas y hambre, para despertar y empezar a pensar en una huelga general en Europa si no se para el genocidio. Ya ha habido dos ataques con drones a barcos de la flotilla.

Porque entonces se señalaría a Israel como un estado terrorista y nadie compraría la excusa de la intervención de Hamas el 7 de octubre que fue terrible y sobre territorio ocupado, cosa que se suele silenciar. Si EU ha bombardeado con un misil una lancha con 11 personas, seguramente inmigrantes ilegales, para evitar que cometieran un acto ilegal de tráfico de drogas o de personas ¿qué no tendría que hacer con Israel que rompe todas las leyes internacionales existentes? Pura hipocresía.

Lo cierto es que son los pueblos los que están empujando en Europa contra la ocupación israelí, haciendo de la Vuelta Ciclista una señal de dignidad, con la flotilla Samud con una bandera de paz rumbo a Gaza, y con la amenaza de sindicatos europeos de una huelga general si Israel toca la flotilla. El mundo anda zigzagueante. En una lucha entre el bien y el mal que no se decanta. Este domingo era derrotado Milei en las elecciones en el gran Buenos Aires que dan esperanza a ese 70 por ciento de argentinos y argentinas que están pasando dificultades para poder vivir, a esos pensionistas a los que ha apaleado, a esos discapacitados a los que Karina Milei ha robado el dinero, a esos patriotas que no toleran el ocultamiento de los 30 mil desaparecidos durante la dictadura ni la entrega de Las Malvinas a los ingleses. Cuando Gramsci hablaba del optimismo de la voluntad, se refería precisamente a que los pueblos conscientes y organizados eran los que podían irrumpir en la historia, protagonizándola.

La popularidad de Claudia Sheinbaum está más alta que nunca. Lo mismo le ocurre a Gustavo Petro. Nicolás Maduro ha visto cómo se han movilizado voluntariamente casi 10 millones de venezolanos por si acaso a Trump se le ocurriera invadir el país. China sigue su rumbo. Los líderes europeos quieren una confrontación con Rusia que el pueblo europeo ni quiere ni toleraría. Y el mundo está despertando frente a la masacre en Gaza. Unos niños han arruinado una cena de Trump gritándole que es un nazi.

Los mafiosos saben lo que tienen que hacer y operan. Y los líderes no se van a plegar a los mafiosos si tienen pueblo detrás, igual que ocurre lo contrario cuando los pueblos sólo miran, callan y, como mucho, dejan que se les escape una lágrima.

Juan Carlos Monedero

Juan Carlos Monedero

Realizó estudios de licenciatura en Economía, Ciencias Políticas y Sociología. Es Doctor en Ciencias Políticas y profesor titular en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Hizo sus estudios de posgrado en la Universidad de Heidelberg (Alemania). Ha dado clases en diferentes universidades de Europa y América Latina y es profesor honorario en las universidades argentinas de Quilmes y Lanús. Ha asesorado a diferentes gobiernos latinoamericanos. Entre otros libros, ha publicado La transición contada a nuestros padres, El gobierno de las palabras, Nuevos disfraces del Leviatán, Dormíamos y despertamos, Curso urgente de política para gente decente (15 ediciones y publicado en cinco países), La izquierda que asaltó el algoritmo, El paciente cero eras tú y Política para tiempos de indiferencia (2024). Premio Latinoamericano y Caribeño de Ciencias Sociales de CLACSO en 2018. Ha sido ponente central en la conmemoración del Día Internacional de la Democracia en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York y en la 28 Sesión Regular del Consejo de Derechos Humanos en Ginebra. Tiene reconocidos tres sexenios de investigación. Es cofundador de Podemos, colabora en diferentes medios de comunicación y ha presentado durante cinco años el programa En la frontera en Público, donde tiene el blog Comiendo tierra.

Lo dice el reportero