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Adela Navarro Bello

04/07/2018 - 12:00 am

El fracaso de los independientes

Con cinco años de vida oficial en elecciones federales, las candidaturas independientes en México sufrieron el 1 de julio un descalabro. La burbuja de los independientes reventó. Ni uno solo de los 45 candidatos independientes registrados, 38 para Diputado Federal, 7 para Senador, logró hacerse de la victoria electoral.

Rodríguez Calderón no alcanzó ni el 6 por ciento de la votación nacional. Foto: Cuartoscuro.

Con cinco años de vida oficial en elecciones federales, las candidaturas independientes en México sufrieron el 1 de julio un descalabro. La burbuja de los independientes reventó. Ni uno solo de los 45 candidatos independientes registrados, 38 para Diputado Federal, 7 para Senador, logró hacerse de la victoria electoral.

Las candidaturas independientes surgidas a propósito del desgaste de los partidos políticos por actos de corrupción, llegaron a completar un movimiento de ciudadanos que desde la sociedad civil organizada y el periodismo independiente, de investigación y crítico, ofrecieron a la sociedad un espacio de denuncia, propuesta y acción para hacer contrapeso tanto en la opinión pública como en el ejercicio de políticas públicas, a gobiernos anclados en el poder absoluto a costa de lo que sea, incluidas las libertades.

La opción independiente además, llegó en un momento en que la oposición en México dejó de ser una opción confiable. Sucedió a partir de las negociaciones del partido en el poder, con los partidos de oposición. El Pacto por México del todavía Presidente Enrique Peña Nieto, acabó con la oposición política e ideológica, y mostró una masa amorfa que tomaba decisiones en sintonía, sin crítica, sin discusión, sin propuesta, solo guiados por los intereses de los líderes de los partidos políticos, y las negociaciones económicas y de poder en la Cámara de Diputados, la de Senadores, y en los Estados de la República Mexicana.

Esta uniformidad política de partido oficial con partidos de oposición, evidenció el contubernio que fue recibido mayormente por la sociedad como en beneficio de los menos y en perjuicio de todos. La política aliancista instaurada en el gobierno de Peña Nieto le abonó al desprestigio de los partidos que ya no se veían como oposición, sino parte de un entramado de intereses políticos y económicos.

Precisamente fue en el 2013 cuando las candidaturas independientes fueron aprobadas para las elecciones federales, aun cuando ya estaban inscritas en la Constitución Política desde la reforma de 2012. Como complemento, dos años después en el 2014, el Movimiento de Regeneración Nacional obtuvo su registro oficial como partido político. Andrés Manuel López Obrador, que había creado ese movimiento en 2011 para impulsar su segunda candidatura a la Presidencia de la República, se desmarcaba así de los partidos de oposición, incluso de la izquierda que lo había arropado, pero que entonces firmaba con Peña Nieto los acuerdos camarales.

Sin credibilidad, desgastados por los moches, las concesiones, la ausencia de crítica hacia el gobierno y el partido en el poder, los partidos de oposición fueron perdiendo espacios. Los candidatos independientes comenzaron a surgir y encontraron buen ánimo en el electorado. Tres son los casos más notorios en ese proceso ciudadano de candidaturas independientes, los tres en el año 2015. Pedro Kumamoto en Jalisco, Manuel Clouthier en Sinaloa, y Jaime Rodríguez en Nuevo León.

Kumamoto, un joven de entonces 25 años de edad, egresado del ITESO, experto en redes sociales, carismático en ese campo, se registró y obtuvo una candidatura independiente para llegar al Congreso del Estado de Jalisco, escaño que ganó con más del 38 por ciento. Fresco, con una campaña más centrada en el mundo digital que otra cosa, y con propuestas para acabar con los abusos de partidos y funcionarios sobre el erario, Kumamoto se convirtió en un personaje nacional e internacional. Intentó repetir la hazaña logrando el registro como candidato independiente al Senado de la República este 1 de julio.

El caso de Clouthier tiene prosapia política y de las causas ciudadanas. Su padre, don Manuel de Jesús Clouthier del Rincón, fue un aguerrido candidato a la Presidencia de la República en 1988, había sido dirigente de la Coparmex y del Consejo Coordinador Empresarial, y desde esas posiciones, enfrentado al gobierno en turno, que por la época eran todos priístas. La nominación del PAN fue una mezcla de candidatura ciudadana con política. A la fecha, lo más criticable al Partido Acción Nacional, especialmente en la corta pero dañina era Anaya, fue precisamente el haberse alejado de los valores de fundadores como Manuel Gómez Morín, o los preceptos heredados por Manuel Clouthier, de cuyo ideario se recoge: “El México que queremos es solidario, lo cual implica que, en lugar de lucha de clases, debe prevalecer la lucha contra la injusticia. Solidaridad, fincada en el diálogo permanente de todos los sectores y grupos entre sí y con el gobierno para formar una mística de trabajo y honradez; de justicia y equidad en las oportunidades. Solidaridad entendida como nuestra capacidad de conjuntar voluntades porque somos un pueblo maduro y respetable…”.

Alejado el partido albiazul de esas premisas, el hijo de “El Maquio” renunció al PAN e inició la construcción de su lucha ciudadana independiente. Manuel Clouthier Carrillo se convirtió en las elecciones intermedias federales de 2015 en el primer candidato independiente en ganar un espacio en la Cámara de Diputados. Al igual que Kumamoto, intentó repetir el logro el 1 de julio de 2018.

Aunque Jaime Rodríguez Calderón va en un carril político e ideológico contrario al de Kumamoto o al de Clouthier, en el 2015 también ganó por la vía de la independencia, el Gobierno del Estado de Nuevo León. Había sido priísta, pero prometía investigar a todos los de ese partido, que reduciría la nómina del gobierno, que acabaría con los gastos excesivos, las transas, los abusos, que regresaría la seguridad y la tranquilidad y que aquel estado sería modelo en términos de finanzas públicas, seguridad y Estado de Derecho. Ganó. Pero nada cumplió.

Arrebatado como es, se le metió ser candidato a la Presidencia de la República y a pesar de las mañas, transas y fraudes que le fueron descubiertos en el Instituto Nacional Electoral en la obtención de firmas para su registro como candidato, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación lo puso en la boleta, solo para convertirlo en el bufón de la política nacional.

Los tres casos de éxito, terminaron en fracaso el 1 de julio de 2018. Rodríguez Calderón no alcanzó ni el 6 por ciento de la votación nacional, Clouthier apenas sobrepasó los 60 mil votos, mientras Kumamoto aun con una copiosa votación que supera los 500 mil votos a su favor, se quedó en el tercer lugar de la contienda en su estado Jalisco. A Calderón y a Clouthier les ganó Morena, a Kumamoto la alianza Por México al Frente del Partido Acción Nacional.

La crisis de las candidaturas independientes, como la de los partidos políticos “de oposición”, dado que hay dos en riesgo de perder el registro nacional al no lograr el 3 por ciento de la votación nacional (PANAL y PES), parece también estar originada en la desconfianza ciudadana, generada por un lado a partir de los pactos de gobierno, y de las alianzas políticas sin ideología solo para ganar el poder, y por otro en el fracaso que ha resultado el primer gobernador independiente del país.

Además, Andrés Manuel López Obrador, alejado de la oposición de izquierda y política llevó a su Movimiento de Regeneración Nacional a captar la confianza que los ciudadanos y los electores habían retirado a los partidos tradicionales, ante los escándalos de corrupción tanto del PRI como partido del poder, como a sus aliados.

El arrastre de López Obrador le hizo ganar más confianza como candidato ciudadano en un partido que apenas cumple los cuatro años, que los independientes sin partido ni presupuesto oficial. De alguna manera la renuncia de Margarita Zavala a la candidatura independiente a la Presidencia de la República, cuando no la pudo conseguir en su partido el PAN, también debió abonarle al desgaste de esa figura electoral.

El movimiento de Andrés Manuel López Obrador fue apoyado por las masas, dejando en una crisis de supervivencia a partidos políticos y candidaturas independientes, que en su segundo intento federal, fracasaron.

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