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Más mujeres ganan espacios en las series de viajes en el tiempo: Doctor Who es el gran ejemplo

01/08/2019 - 12:01 am

Uno de los avances más notables de los últimos años ha sido Doctor Who (2015-), serie en la que por fin, luego de 13 temporadas, nos encontramos a una doctora. Las reacciones han sido positivas y el resultado poco tiene que envidiar a sus predecesores.

Por Laura Trigo

Ciudad de México, 1 de agosto (ElDiario.es).- Con las tendencias en una crítica cinematográfica que ya no pasa por alto con tanta facilidad la ausencia de minorías y mujeres en los papeles protagonistas me pregunto si hemos llegado a algún cambio más profundo en lo que respecta a las motivaciones y actitudes hacia el viaje en el tiempo. ¿Hay algún atisbo de regeneración social tras el maquillaje de lo políticamente correcto? Sin duda, las mujeres han ido ganado un espacio no despreciable en la ciencia-ficción mainstream en los últimos años, con ejemplos tan notables como Star Wars: Episodio VII – El despertar de la fuerza (2015) y Mad Max: Fury Road (2015). Esto por supuesto, ha pasado factura, con reacciones más que negativas por parte de cierto sector de la población friki masculina.

La primera Doctor Who. Foto: Especial

A pesar de estas respuestas adversas, la ciencia-ficción ha continuado dando pasos firmes hacia una presencia equitativa de ambos géneros. Uno de los avances más notables de los últimos años ha sido Doctor Who (2015-), serie en la que por fin, con Trece nos encontramos a una doctora. Las reacciones han sido positivas y el resultado poco tiene que envidiar a sus predecesores. Pero, lo que me interesa de la temporada no es sólo su protagonista, sino el trato más frecuente y directo de problemas de opresión y desigualdad social que ha hecho. Cabe pensar que tal vez esta mayor inclusión esté llevando a cambios más profundos también en la trama.

SALVAR EL MUNDO Y NO SÓLO A NOSOTROS MISMOS

El interés por salvar al mundo desde luego no es algo nuevo. Si alguien tiene una máquina del tiempo en numerosas ocasiones (aunque fallidamente) lo primero que le da por hacer es ir a matar a Hitler, con las muy loables intenciones de prevenir el Holocausto. Sin embargo, también es muy común encontrarnos con personas con deseos mucho más mundanos y egoístas, que intentan cambiar leves detalles de su pasado o de ese día que no se deja de repetir. Comencemos pues, el repaso a producciones recientes.

En la serie canadiense Travelers (2016-2018) creada por Brad Wright, se ha descubierto la posibilidad de transportar la conciencia de viajeros a personas del pasado en el momento exacto de su muerte. El propósito de estos viajes, mediante misiones de diferentes grupos de viajeros, es asegurar el futuro de la humanidad.

Sus misiones están controladas por un sistema que parece tener una moralidad bastante dudosa desde casi el principio de la serie, pero el enfoque en el futuro postapocalíptico y la intención de salvarlo mediante viajes en el tiempo no es particularmente novedosa. La serie parece seguir de forma bastante clara el argumento establecido por la ya muy conocida y alabada Doce monos (1995), así como su inspiración original, La jetée (1962). Con una forma de lidiar con paradojas temporales poco convincente y conflictos individuales (que se originan en el hecho de que los viajeros, por algún motivo, han de mantener las vidas anteriores sin que nadie sospeche que no son sus verdaderos yos) la serie pareció no convencer a un público lo suficientemente amplio y ha sido cancelada tras su tercera temporada.

La narrativa del héroe procedente de un futuro catastrófico de la que bebe esta serie es un tropo indiscutible. Este tipo de tramas, a pesar de que en el fondo luchan por un cambio social y parecen tener un mensaje bastante positivo, perpetúan ante todo el mito de la heroicidad. Son por tanto narrativas de corte claramente masculino que dejan en un segundo plano a sus mujeres y minorías protagonistas, propiciando el machismo imperante en la ciencia-ficción, como hemos experimentado recientemente con Love, Death and Robots (2019).

Por otro lado, nos encontramos con Dark (2017-presente), una serie alemana que acaba de estrenar su segunda temporada cimentando el éxito de la primera. Con un resultado bastante positivo, tanto a nivel técnico como narrativo, la trama de Dark despega con la desaparición de un niño y los secretos de un pueblo. El ímpetu por resolver el misterio y por mejorar la vida de los habitantes de la ficticia localidad de Winden parece ampararse en buenas intenciones, aunque claro, también nos encontramos aquí con los que están detrás de diversos crímenes y escándalos locales. Con buenos y malos, la serie no busca un mensaje social ligado al viaje en el tiempo sino que, como cualquier thriller que merezca la pena, toma como centro del vórtice dramático la propia naturaleza criminal humana.

LA LUCHA POR LA JUSTICIA SOCIAL

Un caso evidente de confrontación con problemas sociales que, al igual que la representación de minorías, también ha incrementado su relevancia mediática en los últimos años es See You Yesterday (2019), una de las últimas películas de ciencia-ficción distribuidas por Netflix. Dirigira por Stefon Bristol y producida por Spike Lee, es un buen ejemplo de viajes en el tiempo ligados a cuestiones sociales actuales. La película tiene un feeling similar a The Hate U Give (2018) por su toque post-milennial, su forma de representar a la comunidad negra, y por poner en el centro de mira los asesinatos de hombres negros perpetrados por la policía en Estados Unidos. En East Flatbush, Brooklyn, CJ y Sebastian (Eden Duncan-Smith y Danté Crichlow) trabajan incansables en su proyecto de ciencias con el que esperan ganar un concurso que les abrirá las puertas de prestigiosas universidades norteamericanas: crear una máquina del tiempo.

Además de la raza, la familia y el machismo también están presentes en la temática de la película, que en ocasiones parece tener un poco de ansia por mencionar el mayor número posible de problemas sociales, lo que da pie a escenas un poco forzadas, como por ejemplo, una escena en la que CJ conversa con su hermano sobre su disconformidad con la sociedad patriarcal en la que vive. Al final, el mensaje más potente no es particularmente original, pues se centra en las paradojas temporales y la impotencia causada por no poder cambiar el pasado. Como hemos visto en ficciones anteriores, el viajero se ve frustrado al no poder salvar de la muerte a un ser querido.

Lo más interesante de See You Yesterday es cómo esta frustración se ve extrapolada a la violencia policial racista a la que se enfrenta su comunidad, contra la que ni siquiera con una tecnología tan avanzada como sería el viaje en el tiempo se es capaz de luchar. A pesar de tener un mensaje bastante potente y de, en efecto, utilizar el recurso de los viajes en el tiempo para comentar problemas de actualidad, el tono en ocasiones cambia de forma abrupta, sacando al espectador de la película. Además, también cabe mencionar que las leyes bajo las que opera el viaje en el tiempo en el universo que construye son tristemente inconsistentes.

LA HETERONORMATIVIDAD Y SU INCANSABLE BATALLA

Los intereses individuales por los que históricamente luchan los viajeros en el cine han sido de muy distinta índole, pero desde luego, la lucha por el amor ha sido una de las más comunes. Hablamos, por supuesto, del único y verdadero amor del/la protagonista, quien desesperadamente intenta recuperar a su alma gemela. Este año nos hemos topado también con un enfoque español a este tropo, pero con una mujer en el papel principal.

El increíble finde menguante (2019), ópera prima de Jon Mikel Caballero, sigue el fin de semana de Alba (Iria del Río) con sus amigos en una casa rural, donde su novio Pablo (Adam Quintero) la deja inesperadamente. Al finalizar el primer día, comienza el bucle. En este tipo de ficciones de bucle temporal a menudo el personaje central se enfrenta repetidas veces a lo que identifica como el conflicto central de su día, ya que resolviéndolo, asume, hará que las repeticiones cesen. O si no, se dedican a intentar que el amor de su vida no rompa con ellos, como es el caso de Alba.

La idea del bucle que propone esta peli tiene una gracia añadida, y es que cada repetición se va haciendo cada vez más corta, dejando a la protagonista menos y menos tiempo para lograr hacer todo lo que quiere en pos de mejorar su día con Pablo y evitar la inminente ruptura. Uno de los principales atractivos de la película, de hecho, no tiene nada que ver con la trama ni con su protagonista, sino que lo encontramos en la original representación visual del tiempo que se acorta: la pantalla se va estrechando poco a poco. La metáfora de la película es muy clara: tanto sus amigos como su novio critican a Alba por estar atascada en su vida. A pesar de que acaba de cumplir los treinta, sigue viviendo con su padre, sale a darlo todo cada fin de semana y sin un futuro profesional. El paso del tiempo, al igual que la forma en la que su bucle se acorta, la ahoga. Alba está varada en el tiempo, no puede, o no sabe avanzar, lo cual observamos de forma muy evidente en la manera en la que no es capaz de aceptar la ruptura con su novio.

No faltan en el cine desde luego personajes masculinos que buscan recuperar un amor perdido. En una trama similar, aunque esta vez sí con una máquina del tiempo en lugar de un bucle temporal fuera de su control, en Time Freak (2018) un joven (Asa Butterfield) ha creado una máquina del tiempo que utilizará para establecer la relación perfecta con su novia (Sophie Turner). La película nos deja el mensaje muy claro en palabras del protagonista: “He creado lo que todo corazón roto quiere: una segunda oportunidad”.

Estas tramas de comedia romántica nos tienen atrapados en un bucle de lugares comunes que inevitablemente nos conducen a una heteronormatividad que, en la mayoría de los casos, poseen tintes bastante machistas y perpetuan el mito del amor romántico. Somos conscientes ya de muchas fórmulas con las que identificar de forma objetiva el machismo de una película, como por ejemplo el ya muy conocido test de Bechdel. Con el tiempo se han desarrollado nuevos tests que podemos tener en mente al pensar en las limitaciones de los personajes femeninos con los que nos encontramos e, incluso, en el machismo tras la obsesión de tanto hombres como mujeres por encontrar el amor verdadero establecido por los patrones patriarcales. En el caso de estos viajes en el tiempo centrados en recuperar el amor verdadero, el asunto preocupante queda claro al ver la cuestión desde la perspectiva de la persona que se queda fuera del viaje temporal, manteniéndose por tanto fuera de las tramas y repetidos intentos que hace el o la protagonista para ganar su amor de una forma bastante engañosa y manipuladora. Aunque claro, la engañifa de los viajeros va más allá porque, ¿en quién se han convertido después de haber ido y venido tantas veces?

EL PASADO COMO IDENTIDAD

El recurso del viaje en el tiempo a un mismo punto (ya sea mediante máquina o bucle temporal) se enfoca en la mayoría de las ocasiones como hemos visto a un intento de mejora de nuestra situación, pues claramente la posibilidad de beneficio aumenta exponencialmente cuanta más información posee el individuo. Es interesante pensar en las implicaciones que esto tiene para la identidad de la persona, pues podríamos asumir que con experiencia uno gana sabiduría. También con una mujer como protagonista, Netflix nos ha traído este año Russian Doll (2019). Creada por Natasha Lyonne, Amy Poehler y Leslye Headland, la serie nos ofrece un enfoque del bucle temporal desde un divertidísimo humor negro y la maravillosa actuación de Natasha Lyonne como Nadia. En los primeros bucles las acciones de Nadia reflejan de forma evidente su personalidad, pues simplemente se dedica a disfrutar de la repetición de su fiesta de cumpleaños: liga, bebe, fuma, se droga, discute con sus amigas… a tope con la vida, vaya.

Tras numerosas repeticiones del bucle (que se reinicia en el momento de su muerte) el personaje termina por hacer concesiones nunca antes vistas en ella y, aunque sólo en algunas ocasiones, también se muestra más considerada con los demás. Lo que es interesante y esta serie apunta a criticar es el hecho de que Nadia nunca habría cambiado si no hubiese sido por el bucle temporal en el que está atrapada. La memoria de lo que ocurre en cada uno de los bucles es lo que crea una nueva identidad en el personaje, al tiempo que critica la dificultad de ver evidenciados y explorar nuestros defectos, siendo sólo capaces de darnos cuenta al verlos repetidos una y otra vez, a la par que sus consecuencias. Aunque esta trama también la hayamos visto antes, Russian Doll es sin duda un buen punto de partida para explorar el concepto de identidad de una forma muy característica de nuestra época, especialmente por el particular comportamiento y situación vital de su protagonista.

Escena de Muñeca rusa. Foto: Especial

Queda claro que el interés por los viajes en el tiempo continúa más que vigente, y que además cada vez nos encontramos con más mujeres y personas de color en papeles protagónicos. Y así, va siendo hora de cambiar la perspectiva, creando cada vez más personajes femeninos y minorías que representen otro tipo de luchas y nuevas historias, pues pocas de las recientes parecen estar ofreciendo un enfoque verdaderamente novedoso. Esperemos que el futuro venga cargado de nuevas narrativas que reflejen las inquietudes sociales y morales de la actualidad. El tiempo no espera por nadie.

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