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Carlos A. Pérez Ricart

17/08/2023 - 12:04 am

La última bala del PRD

La penúltima humillación a los poquitos perredistas que aún quedan llegó con el proceso de elección de los candidatos del Frente Opositor. Los dos candidatos del PRD, Miguel Ángel Mancera y Silvano Aureoles, quedaron fuera de la jugada tan pronto sonó el silbato del árbitro. El PAN y el PRI apenas los dejaron jugar. 

El Partido de la Revolución Democrática (PRD) me recuerda a aquel personaje de película que, desangrándose en el suelo y a punto de morir, toma fuerza para llevar su mano izquierda hacia la cintura en busca de su revólver. A unos metros permanecen algunos matones que, confiados de sí mismos, le dan la espalda. Lo desprecian. Lo creen muerto. Nuestro hombre mira a su alrededor intuyendo que le quedan pocos segundos de vida y una última bala que disparar. 

Esa última bala no lo regresará a la vida —mucho menos lo reivindicará— pero tal vez le regale una última sonrisa. 

El PRD es ese hombre a punto de morir. Al partido le queda algo de dinero, un puñado de diputados por aquí y por allá, un par de dirigentes que no dirigen a nadie, mucha nostalgia y algunos miles de votos que se evaporan todos los días. Hace no tanto la cosa era diferente. Ese hombre era un partido valiente. Hoy nadie lo recuerda, pero el PRD desafió —como ningún otro partido en su momento— al salinismo, arrebató gubernaturas y cerca estuvo de ganar una elección presidencial. Sus gobiernos no siempre eran buenos, pero muchas veces eran mejores que los de sus contrincantes. Ahí hubo esperanza. 

Inexplicablemente, en 2012, los antiguos contrincantes se volvieron aliados. La decisión de la dirigencia del partido, adicta al dinero y al aplauso fácil, no la entendió nadie. Abrazar el “Pacto por México” fue el comienzo de una lenta sangría de votantes y liderazgos. Lo peor fue la pérdida de identidad. Hoy el PRD no es partido de izquierda, ni de derecha, ni de centro. Es el partido de la nada, la mascota del hermano pequeño de una familia pequeña.

La penúltima humillación a los poquitos perredistas que aún quedan llegó con el proceso de elección de los candidatos del Frente Opositor. Los dos candidatos del PRD, Miguel Ángel Mancera y Silvano Aureoles, quedaron fuera de la jugada tan pronto sonó el silbato del árbitro. El PAN y el PRI apenas los dejaron jugar. 

Según cuentan en el PRD, “más que la forma”, lo que dolió fue “el fondo”. La certeza de sentirse ninguneados ha comenzado a permear incluso entre los dirigentes del partido. Lo sabían desde hace tiempo, pero ahora ya no hay velo con el cual ocultar la realidad evidente: el partido ha sido usado por años para (inútilmente) convencer al electorado de que la coalición opositora es representativa de todo el arco político y no sólo otra forma de decir “PRIAN”.

Por lo pronto, Jesús Zambrano ya decidió que el PRD “ponía pausa” a su participación en el Comité Organizador del Frente, Miguel Ángel Mancera impugnó el proceso de selección interna ante el TEPJF y Silvano Aureoles expresó que “para que se les quite” el PRD debería ir solo a la elección. 

El dilema del PRD no es menor. Por un lado, está la posibilidad de salir del Frente Opositor e intentar quizás una candidatura en solitario con algún perfil que le garantice el umbral del tres por ciento de la votación nacional. Una decisión de este calibre terminaría por agotar las posibilidades del Frente para siquiera competir en 2024. Por otro lado, está la opción de tragarse el sapo, aceptar la humillación, esperar a que el PRI y el PAN no terminen por comerse todo el pastel y rezar para que el tres por ciento del padrón les garantice otros seis años en la sala de terapia intensiva del sistema político mexicano. 

La respuesta a este dilema no es menor y podría ser definitoria en la carrera presidencial. Vaya paradoja: a pesar de su irrelevancia —o precisamente por ella— el PRD, con su millón y pico de militantes, tiene una última bala que disparar. El partido morirá tras la elección, de eso apenas cabe duda. Nadie reivindicará su identidad. Nadie lo llorará. Pero ¿matará antes de morir? ¿a quién? 

Carlos A. Pérez Ricart
Carlos A. Pérez Ricart es Profesor Investigador del CIDE. Es uno de los integrantes de la Comisión para el Acceso a la Verdad y el Esclarecimiento Histórico (COVeH), 1965-1990. Tiene un doctorado en Ciencias Políticas por la Universidad Libre de Berlín y una licenciatura en Relaciones Internacionales por El Colegio de México. Entre 2017 y 2020 fue docente e investigador posdoctoral en la Universidad de Oxford, Reino Unido.

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