Ana Lilia Pérez

El PAN en su laberinto

"El evento de 'relanzamiento' del PAN el sábado pasado se hizo en el Frontón México, el mismo sitio en que hace 86 años, en 1939 se oficializó su fundación por la élite económica opositora al cardenismo".

Ana Lilia Pérez

21/10/2025 - 12:04 am

Desdibujado del mapa político nacional, tras desastrosos resultados electorales y fallidas alianzas, el Partido Acción Nacional (PAN) anunció un peculiar “relanzamiento”, como si fuese un producto chatarra que quedó descontinuado y se le pretende revender, recolocar en el mercado sólo que con nueva envoltura: un cambio de logotipo, un lema, y frases que emulan al fascismo y la extrema derecha internacional y, para venderse como “modernizado” una app para pedirlo, dicho en términos de “afiliarse” con solo un click –cual compra en comercio electrónico o comida rápida por aplicación–, así de simplón, así de vacío.

El evento de “relanzamiento” del PAN el sábado pasado se hizo en el Frontón México, el mismo sitio en que hace 86 años, en 1939 se oficializó su fundación por la élite económica opositora al cardenismo.

La actual dirigencia del blanquiazul, al mando de Jorge Romero, intentaba posicionar su evento en redes sociales como #hashtag relanzamientoPAN, pero de no ser por los propios panistas que pusieron en sus perfiles el nuevo logotipo, en redes sociales se comentó en términos de la semejanza y comparación precisamente de dicho logotipo con anuncio de detergente y la caída de Max Cortázar a una pileta de agua que estaba en el escenario. Cortázar el vicecoordinador de campaña de Xóchitl Gálvez, y quien años antes, en el calderonato fue el encargado de comunicación social, y desde esa posición hacía un uso faccioso para amenazar a la prensa que indagaba las fechorías y corruptelas de los panistas en el Gobierno.

Generaron también más conversación en redes sociales las nutridas manifestaciones en muchas ciudades de Estados Unidos contra el Gobierno de Donald Trump, y el ya tradicional desfile de alebrijes y zombies en la Ciudad de México.

La estrategia de “relanzamiento” del PAN, mera mercadotecnia sin sustancia, se anticipa fallida desde el momento en que la encabeza un político sobre el que pesan señalamientos de corrupción.

A Jorge Romero, dirigente del partido desde noviembre de 2024, y quien fue delegado en la hoy Alcaldía Benito Juárez de octubre de 2012 a septiembre de 2015, no sólo se le vincula en el Cártel inmobiliario, sino con otros actos de corrupción de los cuales lo han acusado también otros panistas.

Cuatro años antes de que se le designara como dirigente del PAN, otro correligionario de ese partido: Felipe Calderón –el responsable de la fallida guerra contra el narco que sumió al país en un baño de sangre y violencia, y quien tuvo en aquel segundo periodo del PAN en la Presidencia al narcotraficante Genaro García Luna como Secretario de Estado– en su libro publicado en el año 2020, que tituló Decisiones difíciles, dice en uno de sus capítulos que titula El PAN, el principio del fin:

“Jorge Romero de la Ciudad de México (exdelegado en Benito Juárez famoso por los casos de corrupción que constantemente empresas extorsionadas revelaban. Un amigo suyo, y sobrino mío me relató que dejó de trabajar con él cuando el propio Romero le confesó que asociaciones de ambulantes y otros le representaban a ‘su grupo’ ganancias de 7 millones de pesos al mes. Con ellos, además, habían infiltrado el padrón del PAN en toda la ciudad)”.

En ese apartado, Calderón habla de las irregulares prácticas internas de otros panistas para el manejo de los padrones: Gustavo Madero, Francisco Vega, Guillermo Padrés, Miguel Ángel Yunes, Ricardo Anaya, Luis Alberto Villarreal, Ulises Ramírez, Santiago Creel, y al ya mencionado Jorge Romero.

A varios de ellos, los padroneros, o “cadeneros”, como les llama Calderón, se les vio acompañar a Romero a lo que promovió como “relanzamiento” de ese partido. Pero también estaba la familia de Calderón: Margarita Zavala y su sobrina Mariana Gómez del Campo, aplaudiendo y avalando al mismo personaje que Calderón define en los términos ya descritos.

Como es parte de su estrategia venderse como un partido “renovado”, Romero anunció el término de la alianza con el PRI. De allí que no invitaron a Alejandro Moreno y su cúpula, pero quienes sí estaban eran los de la llamada "marea rosa", pero vestidos de “invitados especiales” del blanquiazul: Claudio X. González y todos sus membretes, el dirigente del extinto PRD, Guadalupe Acosta Naranjo, los exconsejeros y exfuncionarios del INE que antes se decían neutrales luego aparecieron con la "marea rosa" y ahora con el que se dice Nuevo PAN, acudió hasta el priista Enrique de la Madrid de la desbandada del tricolor.

Y como se trataba de presentar una nueva envoltura, entonces las envolturas vetustas y aún más asociadas a la corrupción permanecieron en los asientos en las filas centrales del Frontón México, o a la distancia en Guanajuato en su rancho San Cristóbal, o en España maniobrando con la derecha y ultraderecha, cuyos personajes también mandaron videos que se proyectaron en el evento.

La estrategia con la que Jorge Romero habla de un “PAN renovado” suena al del “Nuevo PRI” que era como en el año 2012 se promovía al tricolor en la campaña de Peña y otros políticos que se hacían llamar precisamente el “Nuevo PRI”, y quienes, una vez convertidos en secretarios de Estado y gobernadores, pronto se involucraron en prácticas de saqueo y corrupción.

Políticos del blanquiazul presentes en el “relanzamiento” se cuentan también entre los peor evaluados a ojos de la opinión pública.

En la encuesta que Enkoll realizó en el contexto del Primer Año de Gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum, y que comentamos hace algunas semanas,  en la que se identifica a Alejandro Moreno, dirigente del PRI, como el político peor evaluado, del listado de políticos que allí se incluyó, también se preguntó a la población encuestada por la opinión que se tiene sobre Jorge Romero, dirigente del PAN, y es otro de los que resultó con saldo de opinión negativa.

El saldo de opinión, explica la encuestadora, se obtiene restando la opinión negativa “mala” y “muy mala” de la opinión positiva “buena” y “muy buena”. Así, sobre Romero el 44 por ciento de los encuestados tuvo una opinión “mala/muy mala”, el 27 por ciento de los encuestados dijo tener una opinión “buena/muy buena”, el 13 por ciento una opinión “regular”. Su saldo de opinión negativa es de menos -17 por ciento.

En ese listado se incluye a otros políticos del PAN, como Ricardo Anaya, también con saldo de opinión negativa: tiene un menos -15 por ciento, Lilly Téllez con menos -19 por ciento, y Kenia López Rabadán con menos -24 por ciento, es decir, el mayor saldo de opinión negativa de los panistas.

En la pregunta "¿Qué opinión tiene de los partidos políticos?", el PRI y el PAN son los que tienen saldo de opinión negativa, el PRI del -59 por ciento negativo, y el PAN, -32 por ciento de saldo de opinión negativa.

Igual que le ocurrió al PRI, en el proceso electoral de 2024, la alianza fallida les pasó factura: el PAN perdió votos y posiciones. En las elecciones de 2024, el PAN sólo obtuvo 16.31 por ciento votación, una debacle que venía arrastrando no sólo por su fallida estrategia de coaligarse con el PRI y lo que quedaba del PRD, sino por sus malos resultados en los gobiernos en la Presidencia emanados de su partido.

Tras el calderonato que dejó terribles resultados, en las elecciones de 2012 el PAN cayó a la tercera posición al obtener 25 por ciento de la votación; en la elección de 2018 cayó aún más, a 17.84 por ciento de la votación.

No extraña la debacle del PAN, ni el descrédito, producto de su mal ejercicio de Gobierno. No nos extraña a quienes como periodistas indagamos y expusimos, durante esos años, que, al igual que lo habían hecho antes los priistas, desde Los Pinos, los gobiernos emanados del blanquiazul: Vicente Fox y Felipe Calderón, en contubernio con sus familias y allegados, se enriquecían al amparo del poder, saqueaban recursos públicos mientras desmembraban al Estado, empobrecían a la población y privatizaban los activos y recursos públicos para beneficio de unos cuantos.

Se decían presidentes de “manos limpias”, y tempranamente se involucraron en saqueo y corrupción. Los definí como Camisas azules, manos negras, en el libro que lleva ese título, y en el cual expuse con pruebas documentales las corruptas prácticas de la elite panista en los gobiernos de Fox y Calderón.

En el prólogo de ese libro, el prestigiado periodista Miguel Ángel Granados Chapa escribió:

“Aquí se documentan con rigor innumerables casos de corrupción cometidos por funcionarios panistas, es decir, miembros del Partido Acción Nacional que contaba entre sus activos la prédica sostenida contra la deshonestidad que atribuyó a los gobiernos del PRI.

“No se trata sólo de militantes de ocasión, que ingresaron a ese partido cuando percibieron que era una alternativa para incorporarse a la función pública y aprovechar los gajes que de ella se derivan, como lo fue durante décadas el PRI. La inclinación de miembros del PAN al latrocinio y al abuso alcanza hasta a los mejores o quienes parecían ostentar ese título…

“El caso paradigmático de cuantos están expuestos en estas páginas es el de César Nava. Duró poco tiempo su estancia en la oficina del abogado general de Pemex. Pero su huella es tan profunda que parece hacer estado allí una eternidad…

“No se trata sólo de ineficacia, de dispendio del dinero público en beneficio de servidores públicos, sino de un fenómeno político en que el abogado de la empresa petrolera nacional generó una forma de contravenir la ley, mediante los contratos de servicios múltiples, con los que empresas extranjeras han burlado las restricciones de la legislación petrolera, y recibió por todo ello no la acción penal que hubiera sido imaginable, sino premios políticos de enorme trascendencia. A pesar de sus pasos por Pemex, o por ellos mismos, Nava fue secretario privado del presidente de la República Felipe Calderón y luego enviado a encabezar el partido fundado por Manuel Gómez Morín y Efraín González Luna”.

Incondicional de Calderón, César Nava y su familia, también originarios de Michoacán, representaba en el PAN a la ultraderecha. Su padre, César Nava Miranda fundó y fue parte de los grupos de ultraderecha en el partido. Con los Calderón los unía una muy antigua amistad: el padre de César Nava fundó en Morelia la universidad cristiana en la que trabajó como docente Luis Calderón Vega, padre de Felipe Calderón.

César Nava dirigió al PAN en los años 2009 y 2010, antes había sido secretario general del partido, y tuvo muchos otros cargos en las filas de las juventudes panistas, partido que lo hizo legislador en varias ocasiones. Cuando en el evento del fin de semana se enunció a los presidentes del PAN, el nombre de Nava no se dijo.

Parecería que de otros nombres también quisieran olvidarse los panistas. Hasta hace poco, cuando los integrantes de ese partido solían hacer referencia a su presencia política y puestos en el Gobierno, a los panistas les gustaba decir que fue Baja California, en 1989, la primera entidad a la que el PAN llegó como Gobierno, con Ernesto Ruffo Appel, les gustaba decir también que el PAN “sacó al PRI de Los Pinos” con Fox, y que se mantuvo en el Gobierno con Calderón.

Decirlo ahora no haría sino ahondar al desprestigio que arrastra ese partido: Ruffo Appel es socio de Ingemar, una de las empresas vinculada en contrabando de combustible, en huachicol fiscal. Hablar de los presidentes emanados de su partido sería recordar el enriquecimiento de Fox y su familia al amparo de Los Pinos; o del calderonato indisociable del narcotraficante Genaro García Luna, hoy preso en Estados Unidos.

García Luna tuvo también una vinculación directa con el PAN, era su contratista. En el año 2015 el CEN del PAN contrato a García Luna a través de su empresa GLAC, para una supuesta “asesoría” en las instalaciones del Comité Ejecutivo Nacional, por la que le pagó un millón 160 mil pesos. La Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) identificó que García Luna utilizaba esa empresa GLAC, y otras empresas para lavado de dinero y otros ilícitos. El PAN le pagó con recursos públicos de lo que recibe como prerrogativas para sus gastos ordinarios.

Ana Lilia Pérez

Ana Lilia Pérez

Periodista, escritora, analista, profesora de periodismo en la UNAM. Se ha desempeñado como periodista de investigación y analista en diversos medios de comunicación nacionales e internacionales. Es autora de los libros Sonda de Campeche. Paradigma de explotación laboral (ITF, 2009), Camisas Azules, Manos Negras. El saqueo de Pemex desde Los Pinos (Grijalbo, 2010), El Cártel Negro. Cómo el crimen organizado se ha apoderado de Pemex (Grijalbo, 2011), Mares de Cocaína. Las rutas náuticas del narcotráfico (Grijalbo, 2014), Verdugos. Asesinatos brutales y otras historias secretas de militares (Grijalbo, 2015), Pemex RIP (Grijalbo, 2017), Hijos del neoliberalismo. La historia contemporánea de nuestro México saqueado (Grijalbo, 2023). Ha recibido diversos premios y reconocimientos nacionales e internacionales entre los que destacan: Premio Nacional de Periodismo del Consejo Ciudadano (2009), Premio Leipziger Medienpreis (2012) de la Fundación Alemana de Medios de Comunicación; Premio Golden Victoria Prensa (2015) que otorga la Asociación de Editores de Diarios y Revistas de Alemania; Premio Coatlicue (2019); Medalla Defensora de la Libertad y Promotora del Progreso; en seis ocasiones ha recibido el Premio Nacional de Periodismo del Club de Periodistas de México.

Lo dice el reportero