ENTREVISTA ¬ La identidad es una alucinación del ego: Agustín Fernández Mallo

22/07/2025 - 9:17 pm

El escritor español Agustín Fernández Mallo habló con SinEmbargo sobre su séptima novela, un relato biográfico que recorre todo un siglo a partir de la memoria familiar.

Ciudad de México, 22 de julio (SinEmbargo).– Madre de corazón atómico (Seix Barral) “es un libro que celebra la vida y que cuenta la historia de mi padre, un veterinario con mucho talento y muy peculiar”, explica, en entrevista, su autor Agustín Fernández Mallo al hablar sobre esta obra en la que también narra el doble luto que vivió con su padre: el de la pérdida de su memoria y el de su partida física.

“Es un libro que parte de una idea, una vivencia. El padre o la madre solo se te mueren una vez. Es una experiencia única, por lo tanto nunca estamos preparados para ello y no sabemos cómo reaccionaremos ni qué ocurrirá. Pero antes de que la muerte de mi padre ocurriera, como cuento en el libro, un día, un año antes de morir, ya no me reconocía. Y claro, eso a mí me abrió un agujero a mis pies porque me di cuenta de que yo no estaba preparado para ver la decadencia cognitiva de mi padre. Sí que estaba preparado para ver la decadencia física, en general, de una persona, pero no la decadencia cognitiva. Porque te preguntas, ¿quién hay ahí?”.

Fernández Mallo compartió que esta doble pérdida fue algo vertiginoso para él. “Es cuando digo en el libro que dos cosas dominan mi vida: una, que la realidad no es sino un deseo, y dos, que la identidad es una alucinación del ego. O sea, el ego cree que tiene una identidad, pero en realidad nuestra identidad es voluble y cambia y puede desaparecer en cualquier instante".

En el texto también se sumerge en un “trabajo arqueológico”, de su propio padre, al reordenar sus objetos, deshacerse de unos y recuperar otros. “Es un proceso muy raro y te das cuenta de que la gente se va, pero los objetos se quedan y conforman una red de memoria. De ahí que aparezca otra de las ideas fuertes del libro, la idea de que la muerte no existe, que el muerto muere, pero para resucitar en tu cabeza, porque tú empiezas a reconstruir en tu cabeza su vida de otro modo”.

“Eso me pareció fenomenal porque fue algo sorprendente para mí darme cuenta de que era la última enseñanza de mi padre: ‘hijo mío, muero, pero muero para que sepas que la muerte no existe. Muero para que sepas que yo resucito en ti, como todo muerto resucita en la cabeza de sus seres queridos’. Y eso fue importantísimo y los objetos tienen que ver con esa resurrección, cómo vuelves y es cuando te das cuenta de que en realidad tanto sus objetos como los tuyos son prestados. Y eso es muy importante: La idea de que en realidad vivimos con todo prestado”.

Para Agustín Fernández Mallo de fondo la cuestión de este trabajo fue celebrar a su padre y al hacerlo establece un diálogo a través de la memoria, de los recuerdos y de las coincidencias en la vida de ambos. “Hay diferentes escenarios que nos unen casualmente a mi padre y a mí. Por ejemplo, en el verano de 2010, yo atravieso Estados Unidos en coche, por el placer de atravesarlo desde Nueva York a Los Ángeles y cuando voy en Kansas, me detengo ante un prado lleno de vacas, paro el coche y las vacas me miran porque éramos los únicos humanos que había allí. En ese instante recuerdo una historia que me había contado mi padre, que tenía casi olvidada, que muchos años atrás, en el año 1967, un mes antes de nacer yo, él había viajado a esa misma zona de Estados Unidos, a Kansas, a buscar vacas, como veterinario, para llevarlas a España en avión”.

“Esa es una historia fantástica, como si fuera de Buñuel: son vacas volando atravesando el Atlántico, en el que van mi padre y un piloto, que allí se entera que es un piloto de la guerra de Corea, estadounidense, de la antigua guerra de Corea y que además se pasaba el vuelo bebiendo vodka con Seven Up. Y mi padre tenía un miedo que decía, 'aquí nos vamos a matar'. Bueno, eran aviones de hélice, un avión que había en una época en la que no se podía cruzar el Atlántico seguido. Había que ir a Estados Unidos, Terranova, de Terranova a las islas Azores y de las islas Azores a España”, apuntó.

Agustín Fernández Mallo consideró que son cosas que la vida te va poniendo en el lugar donde estuvieron tus progenitores, aunque tú no te des cuenta. “Y lo que es más importante, solo con los años te das cuenta de lo que tus padres te han transmitido y de cómo hay uniones que de las que tú no eras tan consciente”.

Recordó que a su padre lo de contar historias no le interesaba tanto, pero sí le interesaba investigar la realidad a través de historias. “Por eso cuento en el libro que él nunca me contó un cuento para niños, nunca me contó un cuento ni de Walt Disney ni nada, todo eso le parecían cosas que atontaban, o sea, que llenaban la cabeza de fantasías inútiles, sin embargo, me contó la realidad como si fuera un cuento. Entonces, me hablaba de los animales, de la tabla periódica o de la portada del disco de Pink Floyd, de la vaca”. Este último relato, por cierto, es el que inspira la portada del libro.

“Me transmitió algo para mí mucho más potente, que es una idea que ha dominado mi mi vida y mi literatura sin yo darme cuenta. Solo me di cuenta con los años de esto, que es la idea de que la realidad ya es de por sí lo suficientemente fantástica como para tener que encima añadirle fantasía. No, la realidad ya es fantástica con tal de que le sepas ver la cara. Y esa es la misión de la poesía, es la misión de la ciencia y es la misión también en el fondo de la narrativa”.

Obed Rosas

Obed Rosas

Obed Rosas es editor de la Unidad de Investigación y encargado de la sección de Libros de SinEmbargo, en donde también se ha desempeñado como Jefe de Mesa y Editor de Redes. Es conductor de Close UP y Co-conductor, junto a Álvaro Delgado, de Siete Días, programas de SinEmbargo Al Aire. Ha trabajado en otros medios como Expansión, Newsweek en Español y Revista Zócalo. Es licenciado en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón de la UNAM y estudió, además, Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la misma casa de estudios.

Lo dice el reportero