El escritor colombiano Mario Mendoza habló con SinEmbargo sobre una de las novelas más desconcertantes y misteriosas que ha escrito.
Ciudad de México, 11 de octubre (SinEmbargo).– “Una de las grandes preguntas que hay que hacerse a lo largo de la vida es: qué es real, dónde está lo real”, planteó en entrevista el escritor colombiano Mario Mendoza, autor de Vírgenes y toxicómanos (Planeta), una novela que confronta directamente al lector con esta cuestión.
“Yo creo que sí hay un tránsito entre la física clásica, la de Newton y la de Einstein y la cuántica, y de ahí pasar a la física de la entropía o a la teoría de cuerdas por ejemplo, ya te relativiza una cantidad lo que puede ser real o lo que no puede ser real. En México hubo un psicólogo que se dedicó, y que está citado en la novela, a intentar definir dónde está el límite o la frontera de lo que uno llama lo real. Jacobo Grinberg la teoría sintérgica, que es muy compleja, pero uno puede llegar a concluir que no hay una realidad real”, comentó.
La historia que relata Mario Mendoza inicia con dos amigos, Martín y Matías, quienes tienen una discapacidad permanente que los tiene sumidos en su mundo interior, lidiando con el día a día, con la falta de contacto con lo que hay fuera de su cotidianeidad. A partir de que Antón el padre de Martín decide cambiar eso se detona todo: Introduce a Karla, una terapeuta, en la vida de Matías y ella a su vez hace lo mismo con Katherine en la vida de Martín.
Eso será el inicio de una serie de incógnitas.
“Hay un filósofo extraordinario que Baruch Spinoza que se pregunta y dice, ‘lo importante no es la pregunta por la esencia, que es uno, sino qué puede un cuerpo’. No que es un cuerpo, sino que puede un cuerpo. Y eso se lo pregunta uno cuando está enfermo. ¿Qué puedo hacer y qué no puedo hacer? ¿En dónde me puedo sentar y dónde no me puedo sentar? Esa es una típica pregunta solo de un cuerpo que ha estado lacerado, herido y que no pertenece a la cultura de la belleza”, mencionó Mendoza en relación a esas cuestiones que los personajes se hacen a sí mismos.

Estas preguntas serán determinantes para que los protagonistas salgan de su ensimismamiento y confronten la realidad que perciben.
“Espero que al lector lo que le vaya sucediendo en la lectura es que vaya siendo él mismo un iniciado en un misterio: El misterio de las suprarealidades”, refirió Mendoza, aunque apuntó que esta situación no escapó a la realidad que viven los cuatro jóvenes en una Colombia marcada, al igual que México y Latinoamérica, por el narcotráfico, las desigualdades y la corrupción de la clase política.
“A mí me interesa ir hacia hacia las superrealidades, que es hacia donde va la novela, pero no puedo evitar que la novela, los personajes no viven en Suiza ni viven en Holanda, los personajes viven en Colombia. Y ahí sí hay una realidad nuestra sumamente compleja y difícil porque el mundo del narco genera unos efectos en la política y en el estado que son sumamente difíciles y sumamente complejos”.
Mario Mendoza sostuvo que escribir en una realidad como la nuestra tan compleja significa tener claro que el narcotráfico es nuestro gran vector que define los conflictos sociales y define de alguna manera también la política de nuestros países.
De igual forma ahonda en su novela la marcada estratificación social en Colombia. “El origen de la violencia en Colombia es que nosotros no nos mezclamos. Nosotros no nos mezclamos. Una persona del estrato seis, no tiene sus afectos y no tiene sus parejas y no tiene sus amigos en el estrato uno. El origen de la violencia está ahí en unas castas sociales”, refirió.
Y apuntó: “A mí me interesaba dentro de la novela que esos rituales de iniciación en las superrealidades se dieran mezclándose y aprendiendo a desclasarse socialmente. Yo creo que es por donde ellos empiezan, por donde logran ir decodificando las reglas y se lo preguntan y saben que están yendo un poco contra las normas. Entonces, buena parte de la crueldad latinoamericana está en esas estratificaciones muy fuertes”.




