Horror en altamar: Partos, muerte y abandono en una tragedia que nadie quiere ver

30/11/2025 - 6:32 am

Hay imágenes que no se van. Una de ellas es la de miles de vacas encerradas en un barco metálico, agotadas y enfermas mientras los puertos se niegan a recibirlas. La historia del buque uruguayo rechazado en Turquía en octubre lo confirma: casi 3 mil animales quedaron atrapados durante días en un limbo burocrático y sanitario que para ellos se tradujo, literalmente, en sufrimiento y muerte.

Turquía negó el ingreso del barco porque casi 500 animales no contaban con el certificado veterinario obligatorio, un documento indispensable para verificar su estado de salud. Esa irregularidad dejó inmovilizado al buque sin autorización para descargar. Lo que para las autoridades fue “un problema documental” para los animales significó días extra de encierro, deshidratación, angustia y deterioro físico.

Mientras funcionarios debatían qué hacer, al menos 40 vacas murieron a bordo. Algunas por enfermedades, otras por inanición o estrés extremo. Sus cuerpos probablemente fueron arrojados al mar. Es el protocolo.

Las defensoras
Turquía negó el ingreso del barco porque casi 500 animales no contaban con el certificado veterinario obligatorio. Foto: Imagen ilustrativa de WE ANIMALS.

Hay un dato que debería impactarnos: unas 150 vacas parieron a sus crías durante la travesía. Partos en altamar. Sin asistencia veterinaria. Sobre un piso metálico cubierto de heces, sangre y animales caídos. Terneros que nacieron sólo para morir.

Si la idea de un nacimiento en esas condiciones no indigna de inmediato, quizá ya estamos demasiado acostumbrados a la violencia hacia los animales. Sin embargo, estas historias rara vez llegan a las conversaciones diarias. No porque no importen, sino porque al sistema le conviene que permanezcan invisibles.

La exportación de animales vivos es así: construida para que nadie vea lo que pasa dentro de estos barcos.

No es un caso aislado. Es la norma de una industria que mueve animales como si fueran objetos: se embarcan, se transportan miles de kilómetros, se descargan o se rechazan y vuelven a zarpar. Y si mueren en el camino, se anotan como “pérdidas operativas”.

En ningún punto de esta cadena el bienestar de los animales es prioridad. Ni siquiera la salud pública. Porque mover animales vivos por semanas, en hacinamiento extremo, aumenta la probabilidad de que surjan o se propaguen enfermedades.

El daño no es sólo ético; también es sanitario, ambiental y político. Cada barco como este es un recordatorio de que la ganadería industrial global funciona bajo una lógica de explotación que ignora fronteras, vulnera leyes y opera sin escrutinio.

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En ningún punto de esta cadena el bienestar de los animales es prioridad. Foto: Imagen ilustrativa de WE ANIMALS.

Por eso hay que hablar de estas cosas. Porque si no lo hacemos, las historias se repiten en silencio. Y se repiten todos los días.

Mientras escribo esto, ese barco sigue sin destino. Con animales enfermos, exhaustos, algunos recién nacidos, otros agonizando. No sé cuántos de esos animales llegarán vivos ni cual sea su destino, pero sí sé que detrás de cada cifra, hay vidas que importan, aunque la industria insista en lo contrario.

Lo mínimo que podemos hacer es no mirar a otro lado.

Jessica González Castro

Jessica González Castro

Jessica González Castro es Directora en Latinoamérica para la organización internacional Generación Vegana. Estudió la licenciatura en Administración de Empresas de Hospitalidad en la Universidad del Valle de México. Fundó el primer centro comunitario vegano en México, Casa Animal.

Lo dice el reportero