
Desde hace un par de semanas vi que pusieron unos bancos altos en las cajas del súper al que voy. Asumí, de inmediato, que se debía a la entrada en vigor de la “Ley Silla”, la que obliga a los patrones a facilitarle un lugar donde sentarse a los empleados que, por el tipo de trabajo que desempeñan, se pasan la mayor parte de su jornada laboral de pie. Es una Ley que no sólo suena bien, sino que parece necesaria en trabajos que implican decenas de horas a la semana parados. Que haya sido necesaria una Ley para “sensibilizar” a ciertos empleadores, resulta un tanto oscuro. La pregunta es clara: ¿por qué, tras años en el negocio (cuando no décadas), a nadie se le había ocurrido que sería una buena idea que sus empleados pudieran sentarse?
Vi, entonces, esas sillas que eran, más bien, como bancos altos con un respaldo mínimo. De ésos que tienen un sistema hidráulico para ajustar la altura, de acuerdo con la estatura de los usuarios. Noté, también, que en las varias cajas que había abiertas (la temporada navideña ayuda a que abran más), ninguna de las cajeras estaba sentada.
Platiqué con una de ellas mientras pasaba mis productos.
Resulta que los patrones decidieron cumplir la Ley y compraron esos bancos para cada una de las cajeras. Muy bien. El problema es que no pensaron en el resto del mobiliario. Tras la banda por donde pasan los productos está la caja, sostenida por un mueble que va desde el piso hasta la altura de la cintura. Arriba de éste está la caja con sus diferentes accesorios. ¿Y las piernas de los cajeros? No tienen lugar para ponerse, es evidente.
Basta con echar un vistazo rápido para darse cuenta de que las sillas por sí mismas sirven de poco si no se pueden acomodar de forma tal que le permita realizar su trabajo a los empleados. En el súper (que es donde lo podemos ver con claridad), no hay forma de que se sienten y pongan las piernas en una posición cómoda. Las pueden poner de lado, es cierto, o más lejos de la banda, lo que implica un esfuerzo mayor a la hora de jalar los productos de la cinta transportadora para escanearlos. No digamos, ya, lo difícil que es usar el teclado a esa distancia.
Lo que evidencia esta “Ley Silla”, su cumplimiento obligatorio y que no haya habido patrones conscientes desde un principio (¿o ustedes recuerdan un súper donde haya sillas desde hace años y modo de usarlas?), es lo poco que les interesan a los patrones sus empleados. Más allá de la relación laboral existente, también habla mucho de la humanidad de quienes toman esas decisiones. En verdad, no parece tan difícil tener una consideración de este tipo.





