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Rubén Martín

09/04/2023 - 12:04 am

Antimonumentos: memoria y resistencia

Desde pequeños actos, como instalar un antimonumento o renombrar una glorieta, se lucha y se combate el discurso y la narrativa estatal y hegemónica y con ello, se resiste contra las violencias estales y se impulsa el cambio del orden dominante.

Padres de familia de los estudiantes de Ayotzinapa, frente al antimonumento de los 43 en Reforma.
“Desde pequeños actos, como instalar un antimonumento o renombrar una glorieta, se lucha y se combate el discurso y la narrativa estatal y hegemónica y con ello, se resiste contra las violencias estatales y se impulsa el cambio del orden dominante”. Foto: Rogelio Morales Ponce, Cuartoscuro

Urdida por una trama de complicidades entre padres y madres, compañeros normalistas, artistas plásticos, sindicalistas independientes, el 26 de abril de 2015 decenas de hombres y mujeres instalaron el Antimonumento +43 en conmemoración de los estudiantes de Ayotzinapa que habían desaparecido siete meses antes, el 26 de septiembre de 2014 en la trágica noche de Iguala.

Ese mismo día, los padres y madres de los normalistas de Ayotzinapa más la anónima Comisión +43 que se dio a la tarea de reunir los fondos y diseñar el plan para instalar este Antimonumento, emitieron un comunicado explicando sus razones: “Es un antimonumento porque es una transgresión y un reclamo al Estado que quiere olvidar -¡y quiere que olvidemos!- la terrible realidad de violencia cotidiana a la cual él mismo nos somete y que ha cobrado la vida de más de 150,000 personas y ha desaparecido a más de 30 mil +43. Lo terrible aún, es que a diario la cantidad de personas asesinadas y desaparecidas aumenta, bajo la total impunidad y responsabilidad del Estado mexicano”.

Hacia el final, se explica por qué se trata de un antimonumento: “+43 es un Antimonumento porque está destinado a ser retirado el día que el Estado esclarezca los más de 150 mil homicidios y presente con vida a las y los más de 30 mil +43 desaparecidos”. Han pasado casi ocho años desde aquella recuperación subversiva y desde abajo de uno de los espacios y avenidas que más representa al poder en la capital del país: la avenida Reforma.

Por eso no es casual que justo en ese trazo que durante siglos y décadas sirvió para instalar los monumentos que le interesaban al poder, ahora los colectivos de víctimas de distintas violencias estatales se fueran reapropiando de puntos de la avenida Reforma para recordar otras tragedia y resignificar sus luchas. 

Así se han instalado diversos antimonumentos: en junio de 2017 el Antimonumento 49 ABC para recordar el incendio en la guardería de Hermosillo donde fallecieron trágicamente 49 bebés y menores de edad en junio de 2009. 

El 18 de febrero de 2018 se instaló el Antimonumento +65 para recordar a los mineros de Pasta de Conchos que fallecieron en un accidente mientras laboraban el 18 de febrero de 2006, en el municipio de Nueva Rosita, Coahuila, y que la empresa y el Gobierno federal se negaron a rescatar. Simbólicamente, este antimonumento está instalado frente a la sede de la Bolsa Mexicana de Valores. 

Más adelante se han instalado otros antimonumentos, como +72 frente a la embajada de Estados Unidos para recordarle al Gobierno mexicano y el de el país del norte, que son corresponsables por el trágico asesinato de migrantes que deben recorrer peligrosas rutas en su sueño legítimo de alcanzar una vida más digna que la que se ofrece en sus propios países. Esta forma poderosa de luchar, instalando antimonumentos desde los propios colectivos de abajo, recorre todo el país.

En Guadalajara se ha establecido uno de los espacios más simbólicos para recuperar la memoria y reapropiarse de los espacios que antes sólo servían para los rituales cívicos de los gobiernos en turno. En marzo de 2018, colectivos de madres y familiares que buscan a sus hijos renombraron la entonces conocida como Glorieta de los Niños Héroes, como Glorieta de las y los Desaparecidos. El acto de renombrar este espacio ocurrió en el contexto de las importantes movilizaciones que hubo en Guadalajara tras dar conocerse la desaparición de Daniel Díaz, Salomón Aceves y Marco García, tres estudiantes de cine de la Universidad de Medios Audiovisuales (CAAV) que desaparecieron el 19 de marzo en Tonalá. 

Esta resignificación de este importante espacio que está ubicado en la colonia Americana de Guadalajara, supuestamente el barrio más cool del mundo (según la revista Time Out), ha contribuido no sólo a denunciar la grave crisis por desapariciones que se vive en Jalisco, sino que ha significado un punto de encuentro para los diversos colectivos que buscan a sus hijos. Desde que se cambió el nombre a Glorieta de las y los Desaparecidos, casi todas las manifestaciones de estos colectivos parten o tienen destino final en este punto. 

En un principio, se colgaban lonas con las fichas de búsqueda impresas de los hijos desaparecidos. Pero desde hace tres años, las familias decidieron que la información sobre sus desaparecidos quedara pegada indeleblemente a la cantera que adorna este monumento, por lo que encargaron lozas de cerámica que pegan alrededor del monumento de los Niños Héroes. Desde entonces todos los paseantes, automovilistas, turistas pueden ver cientos de rostros de los más de 16 mil desaparecidos que se están buscando en Jalisco. Es tal la tenacidad de las familias de desaparecidos para defender este espacio, que los gobiernos de Movimiento Ciudadano han terminado por respetar esta glorieta con su nombre resignificado. 

Por eso no se entiende que un Gobierno, supuestamente de izquierda como el de Claudia Sheinbaum en la Ciudad de México, no respete la decisión de los colectivos de familiares de la capital del país de renombrar la antigua Glorieta de la Palma por la actual Glorieta de las y los Desaparecidos. Al final, prevalecerá la lucha de resistencia de las familias que buscan a sus desaparecidos y se olvidará el empeño burocrático de nombrar todos los espacios de la ciudad. 

El 25 de noviembre de 2020, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, las colectivas feministas decidieron reapropiarse otro espacio público de Guadalajara. La Plaza de Armas que está frente a Palacio del Gobierno de Jalisco y a un lado de la Catedral, sede de otro poder importante el estado. Ese día mujeres integrantes de diversas colectivas instalaron ellas mismas la Antimonumenta para exigir “No + feminicidios. Ni perdón, ni olvido”, y renombraron la antigua Plaza de Armas, como Plaza Imelda Virgen, una mujer asesinada por asesinos contratados por su expareja, en septiembre de 2012. 

En Allende, Coahuila, también se instaló un monumento para recordar a las víctimas de la masacre cometida por comandos armados de Los Zetas en marzo de 2011. En Chiapas, La Voz de la Organización Sociedad Civil Las Abejas de Acteal, realiza año con año ceremonias para conmemorar a sus muertos caídos en la masacre ocurrida en diciembre de 1997. En un comunicado dado a conocer en diciembre pasado, recuerdan la importancia de esto hechos de resistencia y memoria: “Es por eso hermanas y hermanos, que hoy en esta Tierra Sagrada que nos carga y abraza como una madre a su bebé, venimos a conmemorar la memoria de nuestros Mártires de Acteal, pero al mismo tiempo celebrar la Vida y Lucha de Las Abejas; porque a pesar de tanto dolor y sufrimiento que hemos atravesado a lo largo y ancho de nuestros 30 años de caminar, aquí seguimos en la resistencia y con la dignidad en alto”.

Recordar, resignificar, tener presente la memoria del pasado para recrearla en el presente es una estrategia de resistencia de los de abajo en todo el mundo. En España hay un ejercicio de recuperación de la memoria y de recordatorio de todas las víctimas del franquismo. Por eso se sigue impulsando el trabajo forense para encontrar a todas las víctimas que yacen en las fosas clandestinas cavadas por la dictadura de Francisco Franco.

En Estados Unidos el artista radical estadounidense Chris Burden (1946-2015) creo la impresionante obra The Other Vietnam Memorial, una pieza compuesta por doce placas de 4.4 metros de largo por tres metros de ancho de acero, aluminio y cobre donde grabó los nombres de tres millones de vietnamitas que se estima perdieron la vida durante la guerra de Estados Unidos contra el Ejército de Liberación Nacional de ese país. La obra de Chris Burden, que se exhibe en el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago, es claramente una versión contestataria al memorial instalado en Washington, DC que honra solamente a los soldados estadounidenses caídos en esa guerra, pero no a las víctimas. 

Por eso son tan importantes estos actos de resistencia desde la memoria. Para recordar, como lo hacía Walter Benjamin, que la historia no sólo la escriben los vencedores. Desde pequeños actos, como instalar un antimonumento o renombrar una glorieta, se lucha y se combate el discurso y la narrativa estatal y hegemónica y con ello, se resiste contra las violencias estatales y se impulsa el cambio del orden dominante.

Rubén Martín
Periodista desde 1991. Fundador del diario Siglo 21 de Guadalajara y colaborador de media docena de diarios locales y nacionales. Su columna Antipolítica se publica en el diario El Informador. Conduce el programa Cosa Pública 2.0 en Radio Universidad de Guadalajara. Es doctor en Ciencias Sociales. Twitter: @rmartinmar Correo: [email protected]

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