Bitácora de un debutante. Día 9…

21/06/2012 - 12:00 am

Cuando se habla de razonar el voto, creo que hay dos vertientes que deben ser separadas. Llamaré a una Voto Razonado y a la otra Voto Útil, ahora intentaré explicarlas.

Definir para uno mismo qué es lo que se espera de un Presidente, así como esforzarse en conocer a fondo a los candidatos y partidos, sus virtudes y defectos, su historia y sus propuestas, y con base en eso tomar la decisión de votar a un candidato u otro, lo llamaré Voto Razonado. La pregunta que este tipo de elector se hace a sí mismo es: ¿cuál de los candidatos parecen contar con los elementos para ser el mejor Presidente? Creo que definir el voto de esta manera es lo más cercano a la naturaleza de la democracia porque con ello elegimos a quien creemos que mejor nos representa, e idealmente debiera ser el proceso que debieran seguir todos los electores.

La otra modalidad consiste en definir primero una escala de valores negativa, que establezca cuál de los candidatos o partidos parece ser el peor de todos. Creo que este proceso mental obedece a una argumentación negativa que descalifica a un candidato y por tanto es más proclive a contaminarse por elementos escasamente racionales como son las llamadas campañas de miedo o “guerra sucia”. Esto sucede porque el elector requiere antes que otra cosa nutrir su miedo para definir su postura. Este tipo de elector para definir su voto se hace la pregunta: ¿cuál de los candidatos se presenta como el mal mayor? Establecido el “mal mayor”, y con base en este procedimiento entonces se eliminan los elementos positivos y el voto se pasa a llamar Voto Útil, que no es otra cosa que elegir al candidato que entre los restantes parezca tener el mayor número de posibilidades de vencer al llamado “mal mayor”. Este procedimiento es meramente coyuntural y elimina los elementos racionales del Voto Razonado, el elector no votará a quien le parezca el candidato óptimo, sino al que según las encuestas esté mejor posicionado para derrotar al “mal mayor”. Funcionando de esta manera, el votante será capaz de no elegir a quien racionalmente le hubiera parecido el mejor –es más, ni siquiera se tomará ya la molestia de definir qué es lo que espera  de un Presidente– y por contrario, sí de votar a quien aunque pudiera no representarle en absoluto pero que parezca ser quien pueda impedir el triunfo de sus fobias. Por esta razón, creo que el Voto Útil debiera ser considerado un enemigo de la verdadera democracia, y junto con él las campañas negativas que lo único que hacen es nutrir los miedos y muchas veces ahuyentar los elementos racionales.

Por si no fuera suficiente, el Voto Útil además resulta aliado en la perpetuación de los 3 partidos dominantes. Esto pasa porque si suponemos que un importante número de la población considerara que Quadri es el más ciudadano, competente y mejor de los candidatos, aún así no ejercerá su Voto Razonado y no elegirá a Quadri; optará por el Voto Útil y entonces optará por cualquiera de los otros tres partidos. De este modo los partidos menores jamás podrán avanzar dentro de las preferencias electorales, y la que tampoco podrá avanzar y madurar es la democracia; quienes más partido sacarán de esto serán los tres partidos principales, que entonces se tomarán de las manos y dirán al final de la contienda: “Todos para uno, y uno para todos”.

Pregúntese ahora si ejercerá el Voto Razonado o el Voto Útil. Si votará a Peña Nieto por guapo, no se pregunte nada.

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