Fabrizio Mejía Madrid

La desastrosa historia del Fondo de Desastres

"Hay quienes claman por el regreso del Fondo de Desastres, es decir, de algo que cuando mejor sirvió atendió a la mitad de la población y ya con el PAN al 10 por ciento".

Fabrizio Mejía Madrid

16/10/2025 - 12:04 am

El contador Arturo Fernández López acababa de denunciar los desvíos de dinero público del Fondo de los Desastres cuando, a las afueras de su domicilio, desde un automóvil le dispararon cuatro veces. Un tiro le atravesó la mandíbula pero sobrevivió. Era octubre de 2003 y, desde el año anterior, había denunciado, entre otros, al Secretario de Gobernación, Santiago Creel y a su encargada de Protección Civil, Carmen Segura Rangel. También a una de las empresas que se beneficiaban de no atender a los damnificados de las catástrofes naturales: los hijos de Vicente Fox y Martha Sahagún. El contador cumplía 33 años en la administración pública y hasta 2002 se desempeñó como subdirector de Recursos Financieros de la Coordinación General de Protección Civil. El contador Fernández, de 55 años, salió vivo de ese atentado pero perdió su trabajo en la Contraloría de Gobernación, una semana después de haber presentado su denuncia, el 12 de junio de 2002. Durante el sexenio de Vicente Fox, los auditores que tomaron esa denuncia serían despedidos y, a pesar de que la Cámara de Diputados ordenó una investigación, tanto del desvío como del atentado a balazos, nadie pisó jamás la cárcel.

Esta columna empieza con esta historia porque, en el Gobierno de Vicente Fox, cuando el Fondo para Desastres apenas tenía cuatro años de nacido, ya desviaba recursos para las campañas electorales del PAN, beneficiaba a tan sólo 10 empresas que, además de robarse los apoyos para damnificados y reconstrucción, algunas eran fantasmas. Ahora que los mediócratas extrañan al Fondo hasta las lágrimas, que se desgañitan en lamentos porque Andrés Manuel despareció el secreto con el que se manejaban el dinero público, ahora que, afligidos, imploran el regreso del Fonden, es crucial saber que lo que extrañan fue pura robadera.

Ernesto Zedillo creó el Fondo en 1996. Era un mecanismo que sólo ponía dinero para salvar la infraestructura del Gobierno federal. La estatal y municipal debían comprar seguros y Hacienda sólo les pagaba un porcentaje de lo gastado. Pero ese no era su único defecto. Imagínense que ocurría una inundación, un terremoto, un incendio, pero el dinero y los apoyos no podían llegar si no había una declaratoria de desastre emitida por Gobernación. El primer paso era que el Presidente Municipal se lo pidiera al Gobernador y éste, a su vez, a la Coordinación Nacional de Protección Civil. Ésta coordinación solicitaba, entonces, que se reuniera un comité técnico que corrobora los daños reportados por los presidentes municipales por medio de fotos y oficios. Pero, sobre todo, el mecanismo creado por Zedillo era para detectar cuando al estado en cuestión le alcanzaba, según ellos, para los daños y el federal se ahorraba el dinero. Por eso había otra instancia que valuaba eso. Luego, la Secretaría de Gobernación, a través de Protección Civil redactaba una declaratoria que salía en el Diario Oficial. Hasta que eso sucedía, ya el estado afectado podría solicitar la ayuda, servicios, y recursos al Fondo de Desastres Naturales. Podían transcurrir una o dos semanas para ello. Lo mismo se requería para la reconstrucción.

Ahora bien. En 1999, todavía con Zedillo, la misma zona de la Sierra Norte de Puebla, Poza Rica, Veracruz y la Huaxteca se inundaron, igual que ahora. También se presentaron, como ahora, tres huracanes simultáneos al final de una temporada de lluvias atípicas que ya tenían las presas a tope, los ríos caudalosos, y los cerros reblandecidos. Con todo y su Fonden, el desastre de Zedillo fue muy grave: 636 muertos —que el Gobierno dijo que eran la mitad—, medio millón de personas perdieron sus casas —que el Gobierno dijo que eran 350 mil—, y casi cinco mil millones de pesos en pérdida de cultivos e infraestructura, que el Gobierno de Zedillo ni calculó. De acuerdo a los estudios que se hicieron después, tan sólo el dos por ciento de la población recibió algún tipo de alerta de que esa inundación se avecinaba. El Fonden aportó, según una estimación, porque es secreto, dos mil millones de pesos, es decir, ni siquiera la mitad de lo que hacía falta, que eran cinco mil millones. La de Zedillo es, pues, la inundación de las mitades: reconoció a la mitad de los muertos y afectados y no cubrió ni esa mitad completamente. Ahí está su Fonden en un evento natural casi igual al de este año. La diferencia es que ahora sabemos cuántos afectados hay porque se levanta un censo familia por familia y sabremos el costo porque es parte del presupuesto, no un fideicomiso escondido en un estado.

Pero la historia se pone peor. Con Vicente Fox, el Secretario de Gobernación, Santiago Creel, aprovechó que la declaratoria de emergencia pasaba por sus manos para darle la ayuda a estados que no tenían mares o ríos caudalosos pero sí eran de su partido, Acción Nacional: Guanajuato, Morelos, y Querétaro que tenían elecciones. La estrategia que se siguió cuando Creel estuvo al frente de la Secretaría de Gobernación fue hacer las compras de última hora, cuando inclusive los ciclones ya estaban, para poder hacer los pedidos "por fuerza mayor" y no tener que licitar las compras. Se asignaba en secreto contratos a los amigos. En 2001 se compraron los materiales y medicinas cuando la temporada de huracanes llevaba tres meses y medio de iniciada y así fue hasta el 2006.

En 2001, de mercancías valoradas en 19.8 millones de pesos y adquiridas "por fuerza mayor", la mayor parte —17.2 millones de pesos— se canalizaron a estados que no requerían ayuda. Es decir, al final con Fox, ya no era la mitad como con Zedillo, sino el 10 por ciento para damnificados y 90 por ciento para mis compadres que son bien emprendedores.

Un puñado de no más de 10 empresas se tragaron el Fonden de Vicente Fox y Santiago Creel. Una distribuidora de medicinas, Spite Medical SA de CV, a la que se le hicieron pedidos de productos farmacéuticos por 100 millones de pesos en 2001, 120 millones en 2002 y 25 millones de pesos en 2003. Spite no entregó los medicamentos, pese a que ese importe sí le fue pagado. La Contraloría descubrió facturas duplicadas por más de un millón de pesos, pagos en exceso a otros proveedores, compra de colchonetas y cobertores a Asesoría y Gestoría Corporativa, que era una firma de contadores. Y los diputados de la oposición denunciaron que una de las empresas beneficiadas era de uno de los hijos de Fox y Sahagún. Nunca se investigó.

También beneficiaria de esa compras de "emergencia" fue Distribuidora Médica Integral, que tan sólo en 2003 logró una venta de 95 millones de pesos. Además hay otros desvíos. El contador Fernández López detectó en el "libro blanco" del Fonden correspondiente a 2003 que la de Protección Civil de Santiago Creel, Carmen Rangel Segura, colocó en casas de bolsa los recursos para desastres de ese fondo. En octubre de ese año, la Secretaría de Hacienda autorizó 160 millones para atender emergencias y tan pronto como llegaron, tomaron de ahí 80 millones de pesos y los invirtieron en La Casa de Bolsa IXE. Así, no sólo se robaron el dinero de los damnificados en México, enriquecieron a empresas amigas y apoyaron campañas electorales de su partido político, sino que también le sacaron ganancias en la Bolsa de Valores. Este colmo es lo que acaso extrañan los mediócratas cuando se lamentan de que no exista más el secreto de los recursos que atienden personas afectadas por los desastres naturales en México.

En 2006, como producto del fraude electoral de Fox contra Andrés Manuel López Obrador, Carmen Segura, la ratera del Fonden de Creel, se convirtió en Diputada de la CdMx por Acción Nacional y, como tal, tuvo fuero para que no la persiguiera la justicia, aunque, bueno, era la justicia de Felipe Calderón. Su Procuraduría tuvo en sus gavetas la investigación contra ella. La Secretaría de la Función Pública, es decir, la oficina anti-corrupción de Calderón encontró, además de todas las transas, que el Fonden compró 126 millones de pesos con un sobreprecio de 68 millones las colchonetas y cobijas a una empresa fantasma, es decir, que no existía. Pero Calderón entendió que el secreto era de gran ayuda para la corrupción y decretó más de 90 catástrofes cada año, durante seis años, hasta completar el exorbitante número de 561 declaratorias de desastre. Se gastó unos 81 mil millones que nadie revisó. Ya con Peña Nieto la cosa se descaró y según esto, existieron 754 desastres en el sexenio y nuevamente nunca se supo el destino de 116 mil millones de pesos. Se inflaron todos los precios hasta dos mil por ciento porque las declaratorias se hacían de última hora para no licitar y simplemente disponer de los recursos que, luego, iban a los fideicomisos estatales y se les perdía de vista. Las empresas beneficiadas tampoco eran transparentes porque casi siempre eran sociedades anónimas, es decir, cuyos accionistas no son del dominio público.

Por ejemplo, en el terremoto de 2017, el Secretario de Hacienda de Peña, Luis Videgaray, reasignó mil 700 millones del Fonden a otro lado que nunca se supo. Se esfumó el dinero de la reconstrucción. En Oaxaca, otro de los afectados por el terremoto, 65 por ciento de los municipios que tenían declaratoria de desastre no recibieron un centavo. El PAN y el PRI presumieron un bono de desastres que compraban los inversionistas extranjeros y lo respaldaba el Banco Mundial. Pero no se pudo usar ni en el terremoto de 2017 ni en los huracanes por las disposiciones del seguro. Es decir, el Fonden gastó en comisiones de un seguro que nunca se pudo usar. En 2013 los huracanes "Ingrid" y "Manuel" afectaron Oaxaca. Fonden destinó casi 827 millones de pesos a esa entidad, la SCT no acreditó la contratación y el ejercicio de poco más de 210 millones de pesos autorizados por el Fonden. En los recursos del Fonden destinados a Baja California Sur por los daños ocasionados por los huracanes "Odile" y "Norbert", por ejemplo, la Conagua adjudicó de manera directa 30 contratos por casi 37 millones de pesos a una sola empresa sin haber acreditado la elección del contratista. Tras las inundaciones que sufrió Chiapas en 2011, las autoridades estatales de esa entidad recibieron recursos del Fonden con los que contrataron a empresas que no tenían capacidad técnica ni material para ejecutar los contratos que les fueron adjudicados. Eran mil 250 millones de pesos entregados a quién sabe quién. Acaso, como con Fox, a un despacho de contadores.

Rosario Robles, entonces de Sedatu y Ruiz Esparza de Comunicaciones y Transportes se robaron sin mediar disculpa el dinero del Fonden. Dice SinEmbargo en su nota de aquellos días: “En la tercera entrega de la Cuenta Pública del 2016, el órgano fiscalizador observó que la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) no reintegró al erario público mil 927 millones de pesos y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) no regresó 271 millones 100 mil pesos.

“La Sedatu, que desde entonces dirige Rosario Robles Berlanga, 'no reintegró' al Fonden los recursos por 961 millones 500 mil pesos, más los intereses generados por el saldo de un anticipo pendiente de amortizar. Tampoco regresó el cobro de la penalización no aplicada por 420 millones de pesos al contratista por el incumplimiento de la fecha de terminación de los trabajos pactadas de un contrato y sus convenios modificatorios". El 8 de agosto de 2016 la tormenta "Earl" causó la muerte de 12 personas en Veracruz y dañó 29 municipios. La dependencia "no transfirió" a la delegación estatal en Veracruz ni reintegró al Fideicomiso 2003 Fonden los recursos por 545 millones 500 mil pesos con sus respectivos intereses. Es decir, se los guardaron. En sus cuentas.

Del 2004 al 2017 al Fonden se le realizaron 15 auditorías por la Auditoría Superior que depende de la Cámara de Diputados por un monto revisado de 17 mil 827 millones de pesos, que se concentran en Nuevo León, Guerrero, Chiapas y Tabasco. De esos, cuatro mil 180 millones de pesos fueron robados, es decir, una cuarta parte de Fox a Peña Nieto. Este dato es de México Evalúa en el 2017, antes de que se anexara a Claudio X. González. Ahora también claman por el regreso del Fondo de Desastres.

Con toda esta historia de Zedillo a Peña Nieto, pasando por Fox y Calderón, hay quienes sienten nostalgia de la corrupción que, si hubiera niveles, es de las peores: la que le quita a los que se han quedado sin nada, que pierden casas, cultivos, automóviles, enseres, ropa, que están en duelo por la desaparición o muerte de sus familiares y amigos, que estuvieron bajo escombros o resguardados en un techo del agua, o que sufrieron quemaduras en los pulmones por los incendios, a esos, les robaban el dinero para ayudarlos a seguir viviendo y se lo depositaban en sus cuentas que eran para comprar yates, helicópteros, comidas y vinos. De la misma manera ruin ahora mienten sobre las inundaciones en Veracruz, Puebla, Hidalgo, y San Luis Potosí diciendo, primero, que había 172 estudiantes de la Universidad Veracruzana desaparecidos, o envueltos en bolsas de plástico para cadáveres cuando ni siquiera había llegado el Ejército y la Marina, y que luego se convirtieron 190 estudiantes o en 17. Y claman por el regreso del Fonden, es decir, de algo que cuando mejor sirvió atendió a la mitad de la población y ya con el PAN al 10 por ciento.

Tengan tantita vergüenza.

Fabrizio Mejía Madrid

Fabrizio Mejía Madrid

Es escritor y periodista. Colabora en La Jornada y Aristégui Noticias. Ha publicado más de 20 libros entre los que se encuentran las novelas Disparos en la oscuridad, El rencor, Tequila DF, Un hombre de confianza, Esa luz que nos deslumbra, Vida digital, y Hombre al agua que recibió en 2004 el Premio Antonin Artaud.

Lo dice el reportero