
I
Los 4 puntos cardinales están aquí
en la aguja de la puntual conciencia.
II
Los equípales,
junto al balcón de las montañas,
en su humedad naranja
reverberan todavía;
en el mar de la memoria,
su gentil luz de la mañana.
III
El Sol prosigue su incansable tarea
que nos permite percibir
más allá
de nuestras sombras.
Antiquísima celebridad
que nos asiste,
en su distancia perfecta
nombrada existencia.
IV
Su geometría,
el diestro arte de sus ángulos
la perfección en su compás:
el círculo,
la espiral de fuego,
inconmensurable antorcha.
V
Es un parpadeo lo que vemos
y la vanidad nos ciega
al olvidar la plegaria,
ese asombro,
su devoción:
la llave
del conocimiento.
VI
Advertir la hondura
al desaparecer,
cuando el cuerpo
comprende su misión,
solo,
con el alma
de la entrega.
VII
Este segundo de eternidad que resta,
es nuestra vida.
Rendija:
En esta obsesión de dominio, el vértigo es el imán. Adicción al instante, el volcán próximo a su erupción, los personajes distraídos, el guión extraviado y sí, la tierra aún conserva aún en su camino, una sabiduría que comienza poco a poco, todavía en voz baja, a escucharse. La esperanza no es ilusión, es congruencia con el saber estar sin necesidad de careta alguna. Y muchos comienzan a reconocerlo, aunque guarden todavía silencio. Y nada de ello tiene que ver con partidos políticos, grupos de poder, criminales y narcos. Se trata de lo básico, de la raíz de una Nación todavía considerada República, de la savia de sus ciudades, y comunidades y ciudadanos, nombrada dignidad.





