
I
En las entrañas del tiempo
está la resurrección;
es el tesoro de la conciencia
inagotable;
la libertad es su riqueza
y su desafío,
ante la contundencia
de la desaparición que erige
la angustia esculpida en dominio.
II
Enceguecidos nos insultamos
y se fractura el mismo origen.
Es el paisaje del desamparo,
la orfandad que retorna
asistida de enemigos
que habitan
en los ancestrales temores:
del rencor, el miedo y el odio.
III
Los relámpagos del dolor
en las arenas de los días,
en este interludio
que nombramos vida.
IV
Cómo encontrar ahí
y cuidar
esa luz en la mirada;
su asombro amoroso
que advierte
la eternidad
en la intuición,
en las huellas
de una presencia compartida;
al dejar tras de si
las crueles guerras
de la imbecilidad humana,
de la enajenación de su soberbia
tan común y destructiva:
el espejismo existencial
de un insaciable yo
fragmentado en los espejos rotos
de su aturdimiento.
V
Descubrir con paciencia,
las sutiles tareas
de los ángulos de la fe;
la luminosa fortaleza
que nos arropa,
en el Mandala de la ventana
del corazón.
Rendija:
El primero que llevó el sombrero por las venas de la Nación, fue Javier Sicilia y surgió el Movimiento por La Paz con Justicia y Dignidad, cuyas huellas aún están vivas. Cuando le escribí a Javier, sobre el crimen que segó la vida física de Carlos Manzo y aludí al símbolo del sombrero que él llevó, en referencia a las semejanzas de eso trágicos eventos, le recordé: tú fuiste el primero en llevar el sombrero… su respuesta fue corta como un inhalar y exhalar… Sí. Ahora ha caído. Ufff, escribió.





