
I
En ese lugar
donde el mar se detiene
y la montaña respira,
se inclina el cielo
a venerar la tierra.
Nuestro olvido ha sido tal
que las lluvias de estrellas,
no han sido suficiente.
II
Para algunos,
la infancia fue una piedra,
o un río,
un árbol,
o una escalera,
una silla,
una calle,
un sótano.
III
La sombra como el recuerdo
es el soplo del desprendimiento.
IV
Despertar sin hacer ruido
y en la distancia advertir:
el vacío de la posesión,
su continuo reclamo,
en su drama
de insatisfacción permanente.
Los rostros del desprecio
en la inequidad revelada.
V
Recuperar la presencia en cada quien,
es la tarea.
Poder nombrar así un despertar:
el origen de la palabra: oración.
VI
La chispa divina del ser humano,
a ras de suelo,
sin potestades,
ni posesiones.
La gracia de la distancia de sí mismo,
recuerda la pureza innata
que nos asiste e interroga
¿hasta dónde, hasta dónde?
VII
El limbo es una antesala
que habita el pensamiento.
Nuestro mayor gozo,
saberse un pestañeo del infinito
y habitar su ritmo.
Es el ángulo
donde el tiempo no prosigue,
y levantamos
el altar.
Rendija.
La fractura de la elite económica y política, y del sistema de partidos e instituciones, la simbiosis del crimen y los grupos de poder a lo largo y ancho de las localidades y regiones del país; la narco cultura permeando desde las infancias; los medios digitales entre la falsedad, las verdades a medias, la polarización esculpidas en insultos donde nadie se salva. En esta atmósfera con discursos ideológicos ya fuera de tiempo y excluyentes... cómo gobernar, cómo representar a una Nación de 130 millones de habitantes. Y, además, las redefiniciones de los poderes en el ámbito internacional que afectan directamente a nuestro país, que en los últimos años extravió la brújula, por decir lo menos.





