Hay gente que nunca ha visto un ácaro, el día que lo ve piensa que son horribles. Y yo prefiero no andarlo diciendo, porque se acostumbran a cualquier habitante. Y, cuando le dices a una persona que está habitado por millones de ácaros, en el cabello, dentro de él, y que tiene una selva en su cabellera, y que le da vida a millones de seres, pueden caer en una psicosis muy seria.
En ocasiones cuando hablo, escribo cuentos. Entonces, muchas veces me he re-inventado frente a los medios de comunicación. Buscan que el artista revele su intimidad, no les basta con la obra. Y la culpa no es de los medios; sino que los mismos lectores quieren saber qué tipo de calzones usas. Y, entonces, yo a través del tiempo he sido boxeador, sacerdote, obrero, paletero, astronauta. Y voy cambiando de profesión, cada cierto tiempo. Entonces tengo ya como treinta biografías en torno a mí. Lo que sí es que me he negado a escribir cualquier autobiografía; porque qué vas a contar, la verdad. Si la vida de un escritor es tan sencilla como la de cualquier ser humano. Se baña, come, come lo mismo que los demás: en México frijoles, en Francia fondue, en China aletas de tiburón. Pero todos los escritores chinos y los no escritores. Usan zapatos; tienen mamá, papá. Entonces, ¿qué tanto puedes contar? Quizá, luego al final, cada cierto tiempo, entonces el mundo se queja, ¿no? Porque Truman Capote dejó unas memorias donde insulta a todo el mundo y, entonces, ya lo odian post mortem. Y luego descubren que Pedro Salinas, el gran poeta de la Generación del 27 español, tenía una amante gringa y que en realidad no escribió La voz a ti debida a su esposa, sino a la amante. Entonces, qué desgraciado el poeta. Nunca tienes contento al mundo. Si dices la verdad, se te echa todo el mundo encima. Pues mejor inventar una biografía. Y los que se escandalizan, me gustaría que también mostraran sus miserias. Y por regular ésas las ocultan. Supongo que mi peor escándalo sería que me vieran levitando frente a la Torre Latinoamericana, desnudo.
Personas allegadas a mí me han comentado que al leer mis textos piensan que tengo una cierta fascinación por los pies. Debo decir que yo he tenido una relación con los pies muy importante. En primera, porque la mujer que me sedujo por primera vez en la vida fue con su pie. En un tren, yo estaba muy pequeño. Iba a oscuras el vagón y, de pronto, sentí algo en mi bajo vientre: y fue un pie, de una mujer linda. Y además un pie que, al día siguiente lo vi, era hermosísimo. Yo creo que esta violación ferroviaria fue clave para descubrir que los pies son mensajeros del amor. Esto en Oriente lo entienden, pero en Occidente lo han reprimido mucho. Nada más se usa bajo las mesas, entre las cobijas: en secreto. Para romper reglas, más bien. Pero, a veces, los hombres olvidan que besando los pies de la mujer, esa mujer va a estar a su lado mucho tiempo. Aunque hay que tener cuidado, primero uno debe cerciorarse de que el pie de la fémina no tenga algún hongo, ampollas, ojos de pescado o magulladuras mayores pues seguro disminuirá la sensualidad por los miembros inferiores.




