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Greenpeace

03/12/2018 - 12:03 am

Una movilidad sin muertes

Desde hace más de cuatro años, especialistas en la materia y organizaciones de la sociedad civil han trabajado en una iniciativa de Ley General de Seguridad Vial que garantice la protección de la vida e integridad física de las personas que se desplazan por las vías públicas del país.

“No es lo mismo salir a las calles en una ciudad danesa que en una ciudad mexicana. Lo que nos hace tan divergentes es una notoria falta de organización que se refleja en aspectos básicos que van desde la educación vial, hasta el diseño de las calles y el espacio público en el que confluimos, el cual debe transformarse para lograr condiciones de equidad entre las personas que diariamente nos trasladamos, sin importar el medio que utilicemos”. Foto: Armando Monroy, Cuartoscuro

Por Carlos Samayoa*

Pedalear y caminar en ciudades mexicanas son acciones que nos convierten todos los días en candidatos potenciales a una muerte trágica y repentina. Dejar el hogar y hacerse a las calles representa un riesgo latente. Todos estamos expuestos a sufrir un accidente de tránsito, pero hay maneras de reducir las posibilidades al mínimo y no dejarlo a la suerte.

Desafortunadamente, en México no ha habido la voluntad suficiente para trabajar en ello. Así lo demostró el transcurrido mes de noviembre, en el que a varias personas, todas ellas muy jóvenes, les fue arrebatada la vida por la falta de condiciones óptimas de seguridad vial, situación que causa la muerte de 44 personas al día en nuestro país.

Con dolor vemos casos como el de Emmanuel de 28 años de edad, quien pedaleaba hacia su trabajo en la ciudad de Puebla cuando un conductor de transporte público se pasó un alto y lo arrolló; en la Ciudad de México, Gabriela de 26 años, atropellada por un autobús del IPN en la Colonia Roma cuando se trasladaba en una Ecobici; el de Patricia de 19 años, quien intentaba cruzar la calle cuando un auto que circulaba a alta velocidad por el carril confinado del Metrobús la arrojó al suelo y le provocó la muerte; y también el de un ciclista repartidor que fue embestido por un camión de carga. Estas tragedias ocurrieron una tras otra, y no son las únicas.

La situación por sí misma es preocupante y lo es más cuando evidencia la polarización en la opinión pública. Son muchos los comentarios de personas en la red que, incluso celebran lo ocurrido, aludiendo a que es culpa de quienes usan la bicicleta o de quienes caminan, y hay comunicadores replicando y amplificando esos comentarios que fomentan el odio y la discordia, revictimizando a las personas que sufrieron estos percances. Debemos hacer un esfuerzo por erradicar ese antagonismo entre automovilistas, ciclistas o peatones; papeles que todos  ocupamos en algún momento del día.

En realidad, la culpa recae en gran medida en las autoridades federales, estatales y municipales, responsables de implementar espacios seguros y de delimitar las reglas de tránsito. Es clara la urgencia que existe de una mejor regulación de seguridad vial a nivel nacional. Desde hace más de cuatro años, especialistas en la materia y organizaciones de la sociedad civil han trabajado en una iniciativa de Ley General de Seguridad Vial que garantice la protección de la vida e integridad física de las personas que se desplazan por las vías públicas del país. El Congreso Federal debe actuar cuanto antes para que dicha iniciativa sea aprobada.

No es lo mismo salir a las calles en una ciudad danesa que en una ciudad mexicana. Lo que nos hace tan divergentes es una notoria falta de organización que se refleja en aspectos básicos que van desde la educación vial, hasta el diseño de las calles y el espacio público en el que confluimos, el cual debe transformarse para lograr condiciones de equidad entre las personas que diariamente nos trasladamos, sin importar el medio que utilicemos.

La experiencia en reorganizar el espacio público de ciudades grandes y caóticas como Nueva York, Los Ángeles, Bogotá, París, Seúl, entre otras, ha demostrado que es posible centrar la movilidad en las personas y no en los automóviles. Necesitamos que México se sume a esa ola.

Seguridad vial y medio ambiente son aspectos transversales que deben estar siempre en las políticas públicas de movilidad y los proyectos que de éstas deriven. Desde hace tres años hemos buscado que en la capital del país se implemente en el Eje Central Lázaro Cárdenas, una de las avenidas más largas de la ciudad, un modelo paradigmático de calle completa que abone a la visión de las ciudades que queremos.

Este modelo incluye un espacio seguro y agradable para ciclistas y peatones, que el trolebús se modernice para ofrecer un servicio de alta calidad y libre de emisiones contaminantes; parte de este proyecto ha sido denominado Trolebici. Un corredor como éste marcaría la pauta de cómo deberían ser nuestras calles y sería un modelo replicable en cualquier ciudad del país.

La falta de voluntad, la poca transparencia y la enorme burocracia de funcionarios de la Secretaría de Movilidad de la Ciudad de México fueron los obstáculos para que el gobierno saliente no materializara el Trolebici. Actualmente se tienen los planos y el proyecto ejecutivo para implementarlo y al parecer la visión de ciudad de Claudia Sheinbaum se aproxima más a lograr estas transformaciones, y esperamos ver acciones que se encaminen a ello.

*Carlos Samayoa es responsable de los temas de movilidad de la campaña Revolución Urbana de Greenpeace México

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