Sueña Peña ganar con Trump

06/12/2016 - 12:00 am
Es una pérdida de tiempo, tiempo que habría sido vital al llegar la crisis en las relaciones con Trump que se desatará cuando incumpla sus convenios y acuerdos con las autoridades mexicanas. Foto: Cuartoscuro
Es una pérdida de tiempo, tiempo que habría sido vital al llegar la crisis en las relaciones con Trump que se desatará cuando incumpla sus convenios y acuerdos con las autoridades mexicanas. Foto: Cuartoscuro

Ya hemos dicho qué tal vez Donald se alíe con el capital financiero mundial y deje que sus amenazas se las lleve el viento, pero si en verdad pone en práctica el proyecto de política económica que ha anunciado, Peña Nieto debe saber que con él, así como con Hitler, no hay tal cosa como ganar ganar.

Entre lo más lamentable del prolegómeno de la Segunda Guerra Mundial estuvo el esfuerzo de los dirigentes de los países europeos por buscar acuerdos bilaterales con Hitler; así están los que gobiernan México que quieren negociar a ganar ganar con el próximo presidente norteamericano.

Hitler llegó al poder en 1933 después de una campaña atrevida e insolente que no podían creer los habitantes cultos del Alemania, y en 1934, a la muerte del presidente Paul Von Hindenburg, se proclamó führer, líder único de Alemania.

Después, de forma cada vez más atrevida e irreverente, fue presionando a los países vecinos a pesar de las advertencias de su ascenso al poder que venían desde Checoslovaquia y de Winston Churchill, en Inglaterra.

Los europeos justificaban que los reclamos de Hitler surgían de los abusivos tratados que pusieron fin a la primera guerra y veían buena voluntad en don Adolfo; hasta se firmó un acuerdo naval con Inglaterra que permitió a la Alemania Nazi reconstruir su flota de guerra.

En 1938 consiguió el reconocimiento necesario de Francia y el Reino Unido para anexar a su nación el noroeste de Checoslovaquia, y prefirieron presionar al Gobierno que aquel pueblo a que aceptará el desmembramiento de su territorio para mantener la paz en el Viejo Continente.

Hasta con la URSS firmó tratados de no agresión.

 Ante el exitoso atrevimiento de Hitler, los pueblos de habla germana y Austria recibieron con los brazos abiertos al dictador y se sintieron parte de un gran imperio que crecía y parecía incontenible.

Una mañana de 1939 Hitler rompió todos los tratados y promesas, invadió Polonia y los declaró subhumanos.

En 1940 Alemania penetró Bélgica y Francia, de este último tanto su Gobierno y Ejército aceptaron la derrota convencidos de que el fürher era razonable, y colaboraron por la mejor sobrevivencia de los franceses civiles al crear una República de caricatura en la ciudad de Vichy, presidida por el general Pétain que se declaró neutral en la guerra.

Pero Hitler no se detuvo, fue contra Inglaterra y la Unión Soviética, concentró en Polonia a todos los judíos e infrahumanos, según él, y procedió a ejecutar a todos los ejecutables. Incluso en esas circunstancias genocidas los nazis se las arreglaron para tener consejos de interlocutores judíos, que ayudaban a seleccionar los perfiles de los siguientes condenados.

En cada atrocidad, no faltaba alguno del lado de las víctimas que pensaba que podía negociar razonablemente con él.

Así, sorprende que viendo a dónde apuntan las cosas en el futuro inmediato, el Gobierno de México siga confiado en una negociación de ganar ganar con el nuevo Hitler.

Es una pérdida de tiempo, tiempo que habría sido vital al llegar la crisis en las relaciones con Trump que se desatará cuando incumpla sus convenios y acuerdos con las autoridades mexicanas.

Ya debería estarse formando la gran alianza nacionalista entre obreros y empresarios que saben que no van a sobrevivir al embate de Donald, y apurando medidas de economía alternativa: mejorar los salarios para fortalecer el mercado interno y sustituir las importaciones norteamericanas por insumos y mercancías europeas y asiáticas.

Los empresarios nacionales deben de prepararse para invertir en mercancías de calidad que puedan adquirir los mexicanos y hacer alianza con las grandes firmas inversionistas ya afianzadas en el país para combinar con ellas su capital y poder defender la producción automovilística y de bienes en la República.

Sin embargo, vemos a un presidente paralizado que no se ha dado cuenta que él mismo, con la infame foto tomada en Los Pinos, contribuyó a la pesadilla. Peña y su cofradía creen que pueden conservar las fortalezas económicas del país negociando con un iracundo empresario venido a más.

Por eso, ante la ineptitud de quienes nos gobiernan, la sociedad debe buscar formas de autogestión y solidaridad que permitan enfrentar el tsunami que se viene; sólo una visión de desarrollo independiente y acciones de emergencia nos pueden fortalecer, es tiempo de que aceleremos las alianzas con lo mejor de América Latina y del Caribe.

¡Ya señora Ruiz Massieu! Póngase a trabajar con los empresarios y con los grandes sindicatos y busque nuevos socios en el entorno internacional.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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