Entre Jackie y Neruda

12/03/2017 - 12:05 am
Ninguno de los filmes es biográfico, sino aproximaciones a momentos cruciales en la vida de dos personalidades de relevancia mundial. Foto: Especial.

No todos los días se exhiben en la cartelera de nuestro país dos películas del chileno Pablo Larraín: Jackie (2016) y Neruda (2016), ambas basadas en personajes de mundos dispares y trascendencia histórica… y poética, claro está. Ninguno de los filmes es biográfico, sino aproximaciones a momentos cruciales en la vida de dos personalidades de relevancia mundial.

En Jackie, basada en el guión del periodista neoyorkino Noah Oppenheim, primera película hablada en inglés que dirige Larraín, se reconstruye una perspectiva del duelo personal vivido por la primera dama estadounidense después del asesinato del Presidente John F. Kennedy en noviembre de 1963. Desde el infausto momento del certero disparo que enlutó al mundo hasta el funeral que tuvo lugar los tres días siguientes.

Con una cámara testigo, omnipresente e incisiva y licencias dramáticas, Larraín sigue a Jackie hasta la intimidad de sus emociones, la fortaleza en público y, en contraste, el abatimiento en la soledad. Un filme no lineal -acertadísima decisión-, en donde desfilan el instante de la conmoción, el dolor, la incredulidad, el desconsuelo, la incertidumbre, la rabia y la tristeza. Los muchos rostros de Jackie en la piel de Natalie Portman: la icónica dama de popularidad internacional, la viuda repentina, la madre afligida, la fiel creyente en duda, la mujer valiente y devastada.

La actriz ganadora del Óscar por Cisne negro (Aronofsky, 2010) nos permite asomarnos a una intimidad en el momento del derrumbe, lo mismo mientras deambula en la soledad de su habitación en la Casa Blanca, asimilando su nueva condición de viuda; o bien, cuando se erige con coraje y se niega a cambiarse el traje Chanel color rosa manchado con la sangre de su marido. Jackie a puerta cerrada y olvidas que es Natalie Portman.

Nos asalta la duda, ¿cómo habría sido esta película si la hubiese dirigido un cineasta estadounidense? Surgen los nombres de Steven Spielberg y Darren Aronofsky, involucrados en el proyecto. Y Rachel Weisz como primera elección. Pero sin duda, la fusión de Larraín, Portman y Oppenheim ha rendido buenos frutos. De regalo, ver a John Hurt en una de sus últimas apariciones en pantalla.

Con menos fortuna que Jackie, el acercamiento a Neruda. El guión de Guillermo Calderón (El Club, 2015), es un esbozo histórico con aromas de ficción que nos remite a 1948, cuando el escritor participaba en la política chilena como senador. Acusado de comunista inicia una persecución que lo obliga al exilio. Su camino al destierro posee tintes surrealistas y atmósfera policiaca en donde un versado detective, Óscar Peluchonneau, le sigue la pista.

Entre poesía, anotaciones políticas e dosis de ironía, Neruda (encarnado por el actor chileno Luis Gnecco) construye un vínculo con su némesis (Gael García Bernal, en su segunda colaboración con Larraín). El Premio Nobel de Literatura 1971 le va dejando pistas literarias a su perseguidor mientras concibe el poemario que lo consagraría: “Canto general”; en tanto, el policía suma a su búsqueda la trascendencia de la ficción.

En su corta carrera Pablo Larraín, de 40 años, ha puesto en la mira parte de la aciaga historia de su país: en Tony Manero (2008), su segundo largometraje, Raúl Peralta (Alfredo Castro, su actor fetiche) está absorto en la obsesión de convertirse en Tony Manero, el personaje de Fiebre de sábado por la noche (1977), ante una realidad dominada por la dictadura. En Post Mortem (2010), ambientada en 1973, acompañamos a Mario (Castro, otra vez), el gris empleado de un morgue en el trágico día del golpe de estado chileno. Entre las autopsias de la fatídica fecha se les ha asignado la del cuerpo de Salvador Allende.

En No (2012), recupera la travesía mediática de Renée Saavedra (Gael García Bernal), un publicista exiliado que regresa a Chile para orquestar la célebre campaña del “NO” de 1988, la cual forzaría al dictador Augusto Pinochet a dejar el poder. Con El Club (2015), el cineasta originario de Santiago, abordaba la denuncia social con el tema de los curas pederastas.

Por cierto, algo más en lo que coinciden Jackie y Neruda es que ambas películas no recibieron el merecido reconocimiento en la reciente entrega de los Premios Oscar 2017. Jackie obtuvo nombramiento apenas en tres categorías, Mejor Actriz para Natalie Portman, Banda sonora y Vestuario. En tanto, Neruda fue ignorada aunque sí fue nominada a los Globos de Oro como Mejor Película de habla no inglesa. Las dos le esperan en cartelera comercial y en la Cineteca Nacional.

 

 

 

Rosalina Piñera
Periodista egresada de la UNAM. En su pesquisa sobre el cine ha recorrido radio, televisión y publicaciones como El Universal. Fue titular del programa Música de fondo en Código DF Radio y, actualmente, conduce Cine Congreso en el Canal del Congreso.
en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video