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Diego Petersen Farah

30/06/2023 - 12:03 am

AMLO: el presente va antes que el futuro

“Si el presidente quiere ayudar a las corcholatas debería estar más preocupado por resolver los problemas del país de hoy que por dejarle escrito el guión del próximo sexenio”.

El Presidente Andrés Manuel López Obrador en conferencia de prensa.
“Hay un afán en López Obrador de amarrar las manos de quien llegue”. Foto: Galo Cañas Rodríguez, Cuartoscuro

El presidente está más ocupado en amarrar las manos de su sucesor, en asegurar su futuro, que en resolver los problemas del país. No quiere hablar del secuestro de los elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Chiapas, se limita a suplicar a los sicarios, en este caso de Cartel Jalisco Nueva Generación, que se porten bien y que no vayan a violar derechos humanos. Así, tal cual. La “confusión” del presidente es bestial: ahora resulta que son los delincuentes los que violan los derechos humanos de los policías. ¡Cosas vederes, amigo Sancho! Si el presidente no distingue quién es la autoridad y quién el delincuente, estamos perdidos.

Lo que sí entiende bien, es que el futuro de su imagen como presidente no depende de los resultados de su gobierno, que han sido buenos en algunos rubros, pero en general escasos por no decir raquíticos, sino de cómo el sucesor gestione la memoria. Hay un afán en López Obrador de amarrar las manos de quien llegue que no habíamos visto antes. Primero designó desde ya a quienes van a coordinar las cámaras y rifó una secretaría para el gabinete del próximo gobierno a través del famoso pacto de las corcholatas en Palacio Nacional. Ahora ya nombró a quienes van a hacer el programa de gobierno para el próximo sexenio independientemente de quién gane.

¿De verdad el presidente que no puede controlar lo que pasa en Chiapas hoy cree que puede controlar lo que sucederá en el gobierno el próximo sexenio? Es parte de la estrategia. Crear la ilusión de que todo está decidido de cara a la sucesión, que el presidente lo controla todo, de que no hay oposición, ayuda para construir una imagen de fortaleza del presidente. Sin embargo, corre el riesgo de derrumbarse como un castillo de naipes.

Solo hay un escenario en el que Claudia Sheinbaum o Marcel Ebrard respetarían los designios del presidente: si Morena gana con una amplia mayoría. Dicho de otra manera: entre más acote el presidente a su sucesor más grande será el tamaño de la traición. En el cada vez más probable caso de una elección cerrada, con un Congreso dividido, si llegara a ganar la candidata o candidato de Morena su única posibilidad de sobrevivencia será rectificar el camino y eso implica renegar del sexenio anterior.

Si el presidente quiere ayudar a las corcholatas debería estar más preocupado por resolver los problemas del país de hoy que por dejarle escrito el guión del próximo sexenio. Si López Obrador sigue mirando la realidad con la displicencia de las últimas semanas en una de esas el proyecto para los próximos seis años que encargó sus amigos termina en el bote de la basura, y su legado como una transformación interrupta y fallida.

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