Trump cumple 200 días en el poder sin responder la pregunta: ¿Hacia dónde carajos va?

11/08/2025 - 1:04 pm

Los primeros meses de la Administración de Donald Trump parecen dejar más preguntas que respuestas sobre el rumbo que tomará Estados Unidos bajo la conducción del republicano, quien ha implementado políticas fuertemente criticadas por el impacto que podrían tener en su país y en el mundo.

Ciudad de México, 11 de agosto (SinEmbargo).– Hace una generación, dice el periodista Greg Ip, la opinión general sostenía que, a medida que China se liberalizaba, su economía se asemejaría a la estadounidense. Sin embargo, “el capitalismo estadounidense está empezando a parecerse al de China. Algunos ejemplos recientes incluyen la exigencia del Presidente Donald Trump de que el director ejecutivo de Intel renuncie; la ‘acción de oro’ que Washington recibirá en US Steel como condición para la adquisición de Nippon Steel; y los 1.5 billones de dólares de inversión prometida por socios comerciales que Trump planea dirigir personalmente”.

El reportero de economía de The Wall Street Journal agrega: “Esto no es socialismo, donde el Estado posee los medios de producción. Se asemeja más al capitalismo de Estado, un híbrido entre socialismo y capitalismo donde el Estado guía las decisiones de empresas supuestamente privadas. China llama a su híbrido ‘socialismo con características chinas’. Estados Unidos no ha llegado tan lejos como China ni siquiera como practicantes más moderados del capitalismo de Estado, como Rusia, Brasil y, en ocasiones, Francia. Por lo tanto, llamemos a esta variante ‘capitalismo de Estado con características estadounidenses’. Sigue siendo un cambio radical respecto a la filosofía de libre mercado que antaño encarnaba Estados Unidos”.

Susan B. Glasser intenta desentrañar de qué se trata lo que Trump está haciendo con su país. La cabeza de su artículo de por sí revela mucho: “Donald Trump, maestro constructor de castillos en el aire”. Cuenta cómo ha vendido a sus votantes la idea de que Estados Unidos recuperará “su grandeza”, cualquier cosa que eso signifique y cualquier costo que ello implique.

Donald Trump, Presidente de Estados Unidos (EU), cumple 200 días en el poder sin responder la pregunta: ¿Hacia dónde carajos va?
El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump (C), espera recibir al Primer Ministro armenio, Nikol Pashinyan, en la Casa Blanca, en Washington, D.C., Estados Unidos, el 8 de agosto de 2025. Foto: Hu Yousong, Xinhua

La autora de The New Yorker, sin embargo, no escribe desde la esperanza. Todo lo contrario. “Mientras escribo esto, en el día doscientos de su segundo mandato, los aranceles radicales de Trump han entrado en vigor en docenas de países, noticia que recibió con una efusiva publicación en redes sociales: ‘¡ES MEDIANOCHE! ¡MILES DE MILLONES DE DÓLARES EN ARANCELES ESTÁN FLUYENDO AHORA A LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA!’. Dejaré que los economistas expliquen por qué, en lugar de una nueva era dorada, los aranceles bien podrían anunciar el comienzo de una nueva era infernal de estanflación y deuda nacional. Pero todos sabemos que, a pesar de los hechos, el vendedor nunca dejará de vender”, escribe la redactora de The New Yorker. “El miércoles, mientras recibía un homenaje dorado —literalmente— del CEO de Apple, Tim Cook, Trump tenía un mensaje sobre la renovación económica integral que ha ordenado: el crecimiento, insistió, será ‘sin precedentes’”.

“Pero, en realidad, Trump no es un constructor; es un destructor”, dice. “Su habilidad como político se ha basado en oponerse al orden existente y luego animar a sus seguidores a ayudarlo a derribarlo. Para cualquiera que aún recuerde el 6 de enero de 2021, esto no es sólo una metáfora. Y también se aplica a su enfoque político: desde que regresó al cargo, Trump ya se ha retirado del acuerdo climático global, ha derogado cientos de regulaciones federales, ha reducido permanentemente las tasas impositivas a corporaciones e individuos adinerados, y ha puesto especial énfasis en deshacer cualquier prioridad de sus predecesores demócratas, repudiando iniciativas tan diversas como los créditos fiscales para energías limpias y la promoción de la diversidad en la contratación”.

“El Presidente, cuyo mayor logro antes de Washington fue construir un rascacielos en Nueva York que lleva su nombre, sigue siendo ‘un constructor de corazón’, declaró su Jefa de Gabinete, Susie Wiles. Al leer sus palabras, recordé esas quimeras de su primer mandato que a Trump le encantaba evocar, pero que ya casi no menciona: las minas de carbón revitalizadas, las nuevas acerías y el enorme y hermoso muro. Todas ellas son tan reales hoy como la fecha límite de construcción para la ampliación de la Casa Blanca. Susie Wiles se equivoca: la historia de Trump, hasta ahora, no se trata de lo que ha construido, sino de lo que ha derribado. Es en la destrucción, no en la construcción, en lo que se ha destacado, en un mandato definido por la ruptura de normas, reglas, leyes y convenciones que han regido la presidencia durante décadas. Menudo legado”, sostiene Glasser en su ensayo.

Donald Trump, Presidente de Estados Unidos (EU), cumple 200 días en el poder sin responder la pregunta: ¿Hacia dónde carajos va?
El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, camina hacia el Jardín Sur de la Casa Blanca en Washington, D.C., Estados Unidos, el 1 de agosto de 2025. Foto: Hu Yousong, Xinhua

Pero Robinson Meyer da detalles que podrían estremecer a cualquiera. No es el presente el que destruye Trump, dice este empresario y articulista de The New York Times. Es el futuro. La guerra cultural del republicano tiene un frente extraño, casi absurdo: las nuevas energías. Las vincula con los liberales y, por tanto, deben desaparecer.

“La economía estadounidense parece estar desacelerándose. Aunque la tasa de desempleo se mantiene baja, el informe de empleo publicado este mes mostró que el mercado laboral estadounidense ha estado prácticamente estancado desde que el Presidente Trump impuso el ‘Día de la Liberación’ en abril. Sí, es cierto, el sector de la inteligencia artificial sigue en auge, pero si se mira más allá, el clima es más frío: el sector manufacturero puede estar contrayéndose, la construcción de viviendas se está desacelerando y la mayor parte del crecimiento del empleo se concentra en un solo sector: la atención médica”, cuenta Robinson Meyer.

Si persiste en sus planes, añade, Trump degradará a Estados Unidos a “una potencia desindustrializada que depende de tecnología desarrollada en otros países y que no sabe vender mucho más que criptomonedas, soja y productos derivados del petróleo”. Esto se puede ver, en primer lugar, porque Trump y sus funcionarios están librando una guerra contra la infraestructura eléctrica, dice el autor. Y esta campaña se basa principalmente en su oposición a los parques solares y eólicos que asocian con sus rivales, los demócratas. “Aun cuando la electricidad ha cobrado una importancia cada vez mayor para la economía, y aun cuando las mayores empresas tecnológicas del país se esfuerzan por asegurar cualquier electrón sobrante para sus nuevos centros de datos de gran tamaño, Trump y su equipo han iniciado un golpe regulatorio para sofocar el desarrollo de nuevas energías”.

Donald Trump, Presidente de Estados Unidos (EU), cumple 200 días en el poder sin responder la pregunta: ¿Hacia dónde carajos va?
Imagen del 30 de julio de 2025 del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hablando durante el evento "Hagamos que la tecnología sanitaria vuelva a ser grande" en la Casa Blanca, en Washington, DC, Estados Unidos. Foto: Hu Yousong, Xinhua

Meyer cuenta que en las últimas semanas, la Administración Trump ha iniciado una guerra abierta contra las energías renovables. “El Secretario del Interior, Doug Burgum, ha utilizado el proceso de permisos de su departamento como arma para ralentizar los proyectos eólicos, solares y de baterías en todo el país; ahora, cada paso de cada permiso federal para energías renovables debe pasar bajo la lupa de algún funcionario político. Otra orden reciente sugiere que el Gobierno federal podría, en esencia, prohibir los parques eólicos y solares en terrenos públicos. Una política independiente del Departamento de Transporte podría incluso restringir la capacidad de las empresas para construir parques eólicos privados en terrenos privados”.

En su artículo de The Wall Street Journal, Greg Ip afirma que Trump también ha desplegado órdenes ejecutivas y poderes regulatorios contra compañías de medios, bancos, bufetes de abogados y otras empresas que cree que se oponen a él, mientras recompensa a los ejecutivos que se alinean con sus prioridades. Durante el primer mandato de Trump, los directores ejecutivos solían manifestarse abiertamente cuando discrepaban con sus políticas, como las de inmigración y comercio. Ahora, lo colman de donaciones y elogios, o guardan silencio la mayor parte del tiempo.

Trump, comenta, “busca el control político de agencias que durante mucho tiempo han operado con distancia de la Casa Blanca, como la Oficina de Estadísticas Laborales y la Reserva Federal. Esto también evoca a China, donde la burocracia está totalmente subordinada al partido gobernante. Trump ha admirado durante mucho tiempo el control que Xi ejerce sobre su país, pero, en teoría, hay límites a hasta dónde puede emularlo”.

“La democracia estadounidense restringe al Estado mediante un poder judicial independiente, la libertad de expresión, el debido proceso y la distribución del poder entre los múltiples niveles y ramas del Gobierno. Hasta qué punto el capitalismo de Estado desplazará finalmente al capitalismo de libre mercado en Estados Unidos, depende de la eficacia de estos controles y contrapesos”, asegura Ip.

Redacción/SinEmbargo

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