La supercomputadora mexicana "Coatlicue" será la más poderosa en América Latina una vez construida. Tomará dos años para completarla, pero servirá para todo tipo de proyectos públicos, como el análisis del clima y del agua, así como para las aduanas y las facturas. A su vez, impulsará la ciencia y permitirá a las empresas privadas adquirir sus servicios y así autogestionarse.
Ciudad de México, 26 de diciembre (SinEmbargo).- México se prepara para dar un salto histórico en soberanía tecnológica con Coatlicue, la supercomputadora pública que transformará la forma en la que el país procesa datos, desarrolla inteligencia artificial y atiende tareas estratégicas del Estado, afirmó José Merino, titular de la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones.
En entrevista con Alejandro Páez y Álvaro Delgado en el programa de "Los Periodistas" que se transmite a través del canal de YouTube de SinEmbargo Al Aire, Merino señaló que Coatlicue será además la supercomputadora más poderosa de América Latina.
Merino subraya que la relevancia del proyecto debe entenderse en dos planos. “Lo que está ocurriendo con la supercomputadora tiene que entenderse en dos niveles. El primero es técnico: México no tenía, hasta ahora, una infraestructura de cómputo de este tamaño… no había algo integrado que permitiera hacer modelación, simulaciones o procesamiento de datos a gran escala”, expone.
Pero, añade, hay un plano igual de relevante, el político: “El segundo nivel es político. Es decir: esto tiene que ver con soberanía. Con dejar de depender de proveedores externos para tareas que son estratégicas para el Estado”.
El funcionario aclaró que una supercomputadora no es simplemente “una computadora muy grande”, sino un sistema que integra procesamiento masivo, almacenamiento, redes de alta velocidad y seguridad para que distintas instituciones puedan trabajar de manera simultánea.
“Coatlicue no es un capricho. Es una infraestructura que hacía falta desde hace muchos años y que va a permitir que universidades, centros de investigación y dependencias del Gobierno… puedan correr modelos que antes simplemente no podían correr en México”, detalla.
"Una supercomputadora no es simplemente una computadora muy grande, sino un sistema que integra procesamiento masivo, almacenamiento, redes de alta velocidad y seguridad para que distintas instituciones puedan trabajar de manera simultánea.
Aunque parte de la atención pública se ha centrado en su uso para inteligencia artificial, el funcionario enfatiza que su alcance es mucho más amplio: “Es para clima, salud, movilidad, seguridad, energía, catastro, predicción de fenómenos naturales… todo lo que requiere procesamiento masivo”.

Coatlicue funcionará como el nodo principal de la Red Nacional de Centros de Datos. “No es que Coatlicue esté sola, sino que se vuelve el cerebro, mientras que los otros centros se conectan como brazos especializados”, explica.
La apuesta también es institucional: la supercomputadora es completamente pública. “No depende de un contrato multianual. No depende de un proveedor extranjero. Es infraestructura del Estado mexicano, construida para durar décadas, no para un sexenio”, afirma.
Por ello, resume Merino, el proyecto envía un mensaje claro: “Cuando dices ‘¿soberanía?’, pues sí: de eso se trata. De que México pueda procesar sus propios datos, entrenar sus propios modelos y generar conocimiento sin pedirle permiso a nadie”.
“México ya no está resignado a ser un consumidor de tecnología, sino que está construyendo capacidades propias a una escala que antes no existía”.




