CLOSE UP ¬ El Estado nunca se disculpó por matar a Jaramillo y a su esposa embarazada

20/12/2025 - 6:34 pm

Rubén Jaramillo Ménez es una figura central en la historia posrevolucionaria de México, a quien se describe como el heredero y continuador de la lucha agrarista de Emiliano Zapata en Morelos. A lo largo de casi 50 años, Jaramillo forjó una trayectoria combinando la gestión legal y la autodefensa armada para defender los ideales campesinos del Plan de Ayala, adoptando la consigna zapatista de "Pan, Tierra y libertad" a través de su Partido Agrario-Obrero Morelense.

Ciudad de México, 20 de diciembre (SinEmbargo).– Rubén Jaramillo Ménez (1900-1962) es descrito como el heredero y continuador de la lucha y los ideales del general Emiliano Zapata Salazar en Morelos, manteniendo viva la flama agrarista durante el periodo posrevolucionario. Aunque nació en el Estado de México, creció en Tlaquiltenango, Morelos, y a los 14 años se enroló en el Ejército Libertador del Sur.

Su formación en la revolución zapatista lo llevó a "interiorizar el credo zapatista" y a no renunciar "jamás" a los ideales campesinos del Plan de Ayala, forjando una postura independiente y revolucionaria a lo largo de casi 50 años de lucha. En 1918, antes de pacificar temporalmente a su grupo, Jaramillo ya definía que la Revolución, en adelante, sería "más que de armas... de ideas justas y de gran liberación social".

A lo largo de su trayectoria, Jaramillo combinó la lucha legal y la gestoría con la autodefensa armada como último recurso ante la represión. Su primer alzamiento formal como continuador zapatista ocurrió en 1943, después de oponerse a la corrupción en el ingenio de Zacatepec, cuya construcción él mismo promovió ante Lázaro Cárdenas.

“Rubén Jaramillo evidentemente es el símbolo de la resistencia, es la voz del movimiento popular de 1910. Como sabemos Rubén Jaramillo es un efectivo de las fuerzas armadas de Emiliano Zapata, en el Estado de Morelos, y para 1917 le plantea a su tropa que hay que guardar las armas, que no hay que entregárselas al Gobierno carrancista por cualquier situación que se pudiera venir, desembocar, en el incumplimiento de las demandas, la tierra es de quien la trabaja y todas estas consignas populares del movimiento social revolucionario de 1910”, explicó el historiador, escritor y periodista Fritz Glockner.

Rubén Jaramillo reunido con campesinos en una comunidad
En la imagen Rubén Jaramillo al centro con chamarra oscura, rostro de perfil mirando hacia la izquierda con sombrero de ala plana. Foto: Mediateca del INAH

La lucha campesina de Jaramillo se mantuvo persistente ante la "decadencia revolucionaria" del momento. Fundó el Partido Agrario-Obrero Morelense (PAOM) a finales de 1945 con el objetivo de unir a obreros y campesinos en una alianza cerrada contra el PRI-gobierno. El PAOM adoptó la consigna zapatista "PAN, TIERRA Y LIBERTAD" como su lema . Sin embargo, los múltiples fraudes electorales (como el de 1946 y 1952) y la represión continua obligaron a Jaramillo y a sus seguidores a regresar a la clandestinidad armada en varias ocasiones.

El 23 de mayo de 1962, Rubén Jaramillo fue brutalmente asesinado en Xochicalco junto a su esposa Epifania Zúñiga García quien estaba embarazada y sus tres hijos por un convoy de elementos del Ejército federal y la policía judicial. Los responsables políticos fueron señalados, incluyendo al presidente Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz. La prensa nacional, cumpliendo un papel oficialista, tergiversó los hechos, difamando a Jaramillo como un "vulgar criminal" y "bandolero" para "esconder la realidad". A pesar de esta campaña de desprestigio, el crimen provocó una condena generalizada en la clase intelectual y artística del país, señalándole como el momento en que el Estado mexicano había asesinado su "propia herencia zapatista, agrarista y campesina".

“El caso de Rubén es el primer caso en el cual la gente, los líderes sociales, los luchadores sociales se ven orillados en primera instancia a la autodefensa, debido a la agresión, a la represión del Estado mexicano y, posteriormente, obviamente, transitan a la ofensiva, que es lo que sucede con Rubén Jaramillo”, explicó Glockner en entrevista con SinEmbargo.

Rubén Jaramillo
Rubén Jaramillo. Foto: Imagen tomada del Archivo Gráfico de El Nacional, Fondo Personales, sobre, 1466. inehrm.

El heredero de Zapata

Aunque nació en Real de Zacualpan, en Sultepec, Estado de México, en 1900, Rubén Jaramillo creció en realidad en Tlaquiltenango, Morelos, a donde emigraron sus padres don Atanasio Jaramillo y doña Romana Ménez, debido a la decadencia de la actividad minera en su tierra natal.

Don Atanasio Jaramillo fue bisnieto del general Julián Jaramillo Corral, amigo y colaborador de Benito Juárez. Don Atanasio Jaramillo era un experto minero y doña Romana era campesina y ambos tenían numerosa familia en Cuernavaca, Yautepec, Tlaquiltenango, Jojutla, desde antes que estos pueblos fueran parte del estado de Morelos, pues pertenecían al Estado de México.

En la edición que hace el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México se explica que fue por el año de 1902, unos 38 años después de la fundación del hoy estado de Morelos, los esposos Jaramillo, con motivo de los trabajos de la construcción de canales, emigraron al territorio morelense donde procrearon a sus hijos.

A los 14 años, Ruben quedó huérfano de padre y madre e ingresó al Ejército Libertador del Sur, bajo el mando del coronel Dolores Oliván, que operaba en Chiautla, Puebla. Ya a la edad de 17 años, se le otorgó el grado de capitán primero de caballería, con 80 soldados bajo sus órdenes.

Rubén Jaramillo Ménez es, de hecho, descrito en distintas obras y estudios como el heredero y continuador de los ideales y la lucha del general Emiliano Zapata Salazar en Morelos, una lucha que se mantuvo viva a lo largo del periodo posrevolucionario y más allá.

Rubén Jaramillo, y el candidato presidencial de la fppm, Miguel Henríquez Guzmán, flanqueados por la bandera mexicana, Cuernavaca, Morelos, 11 de mayo de 1952. Foto: Fondo Hermanos Mayo, agn.

“Rubén Jaramillo no se convierte en un líder sectarista, digamos, no si no construye unas bases de apoyo muy, muy fuertes, donde habría que destacar, por ejemplo, la participación de las mujeres. Las mujeres jaramillistas son fundamentales en el proceso no solamente de la clandestinidad, sino que también de la lucha electoral abierta o en la organización de las comunidades campesinas”, dijo Glockner al respecto.

Salvador Núñez Traslosheros escribe en Ruben Jaramillo, vidas y luchas de un dirigente campesino cómo la revolución zapatista fue la escuela de Rubén Jaramillo, donde conoció los ideales campesinos expresados en el Plan de Ayala, a los que "ya no renunciaría jamás", Esta formación lo llevó a "interiorizar el credo zapatista" y a mantener una postura independiente y revolucionaria durante casi 50 años de lucha.

El historiador Plutarco Emilio García Jiménez afirma a su vez que Rubén Jaramillo, desde los años veinte, fue uno de los más fieles e incorruptibles "continuadores de los ideales y la lucha del general Emiliano Zapata Salazar". Incluso, al lanzar su programa de lucha en 1943, el Plan de Cerro Prieto, este documento retomaba las ideas del Plan de Ayala.

Fritz Glockner expone en su obra Memoria Roja que el Plan de Cerro Prieto buscaba "rescatar" los principios "olvidados y traicionados del zapatismo" al demandar la restitución de las tierras, montes y aguas a sus originarios y legítimos dueños: los pueblos indígenas del país, hermanando así su lucha con la de Zapata. Glockner ahonda que este rescate también contemplaba “la política obrera y campesina impulsada desde la Presidencia del General Lázaro Cárdenas”, su amigo y protector.

Foto: Fondo Hermanos Mayo, agn.

Jaramillo encarnó la lucha campesina en un momento de "decadencia revolucionaria" por lo que la continuidad del ideal se transformó en una consigna para él y sus seguidores, expone el texto introductorio que hace el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México a su autobiografía. En 1918, antes de pacificar temporalmente su grupo, Rubén Jaramillo le dijo a sus hombres que la Revolución, a partir de ese momento, "más que de armas ha de ser de ideas justas y de gran liberación social", recuerda Salvador Núñez, aconsejándoles que guardaran sus fusiles "cada cual donde lo puedan volver a tomar" .

Es por lo mismo que su asesinato perpetrado en Xochicalco, junto a su familia en 1962, fue señalado por escritores con simpatías de izquierda como el momento en que el Estado mexicano había asesinado su "propia herencia zapatista, agrarista y campesina", refiere el INEHRM.

A pesar de sus alianzas políticas o sus incursiones en la guerrilla y en la vida electoral, la esencia de Jaramillo se mantuvo siempre arraigada al campo, y su lucha por la tierra y la autonomía le permitieron ser considerado como "el único zapatista como tal", aun cuando nunca se autodenominó de esa manera, sostiene Glockner.

Pan, tierra y libertad

La lucha armada de Rubén Jaramillo Ménez fue una característica persistente y necesaria de su activismo social, adoptada como último recurso ante la represión y la falta de cauces legales. De esta manera, a lo largo de su trayectoria, Jaramillo combinó y alternó la lucha legal y la gestoría con la autodefensa armada, empleada para protegerse de la represión oficial y de los caciques locales.

La base de la lucha armada de Jaramillo se forjó durante la Revolución mexicana cuando a los 14 años, se enroló en el Ejército Libertador del Sur. En 1918, antes del asesinato de Zapata, y ante la decadencia revolucionaria, Jaramillo y su grupo decidieron pacificarse. Fue entonces cuando dio a sus hombres la famosa consigna: "Guarden sus fusiles cada cual donde lo puedan volver a tomar".

Foto: Fondo Hermanos Mayo, agn.

En ese momento, expone Salvador Núñez, Jaramillo definió que, en adelante, la Revolución, "más que de armas, ha de ser de ideas justas y de gran liberación social".

El primer alzamiento formal de Jaramillo, como continuador de la lucha zapatista, ocurrió en 1943. Después de oponerse a las corruptelas y las injusticias en el ingenio de Zacatepec, y sufrir la persecución de gobernadores y caciques. Jaramillo gestionó y promovió ante el Presidente Lázaro Cárdenas la construcción del ingenio azucarero con el objetivo de: beneficiar a campesinos y trabajadores, especialmente ejidatarios y cortadores de caña; generar empleo y desarrollo agrícola en Morelos; promover la producción cooperativa de azúcar en vez de que la industria quedara solo en manos de grandes intereses privados.

“Ruben Jaramillo empieza a participar activamente dentro del proceso de construcción de nación, después de 1917, la promulgación de la Constitución; 1920-24, el Gobierno de Álvaro Obregón y descubre evidentemente una convocatoria que se suscita para la construcción de proyectos agrícola-industriales por parte del Gobierno de Lázaro Cárdenas y es cuando plantea la fundación del ingenio, en Zacatepec, en Morelos, donde se construye la utopía de la colaboración entre el trabajo agrícola y el trabajo obrero, este proyecto, mítico, empieza a funcionar con resultados maravillosos pero cuando Rubén deja la administración de esta empresa, del ingenio azucarero, empieza a entrar la corrupción, Rubén no se deja comprar, no se deja aminorar, no se deja chantajear y entonces tiene que huir en 1943, como un acto de autodefensa”, dijo Glockner.

No obstante, el proyecto se pervirtió una vez que el General Cárdenas dejó el poder y llegó Manuel Ávila Camacho. Así lo cuenta Laura Castellanos en México armado: “[...] al entrar el nuevo Presidente, Jaramillo quedó desprotegido. Le pesó haber logrado mayor presencia al ser parte del primer Comité de la Unión de Productores de Cañada de la República Mexicana, que obtuvo un buen precio de garantía y defendió los salarios de los trabajadores de los ingenios”.

Foto: Fondo Hermanos Mayo, agn.

Y ahonda: “El nuevo gerente del ingenio, Severino Carrera Pela, aprovechó la orfandad del líder y, apoyado por el Gobernador Elpidio Perdomo, corrompió el ingenio, desarticuló el consejo local, expulsó a Jaramillo y anuló sus derechos como ejidatario. El General Cárdenas se puso furioso. Su hijo Cuauhtémoc lo vio indignarse profundamente ‘porque un proyecto revolucionario fuerza desviado para satisfacer intereses personales’”.

Laura Castellanos expone que la Segunda Guerra Mundial golpeó el ya precario nivel de vida de los trabajadores de Zacatepec, por lo que desterrado de su propio proyecto, Rubén encabezó con su amigo obrero comunista Mónico Rodríguez un movimiento para exigir aumento de sueldo a campesinos y obreros y fue amenazado de muerte por el gobernador.' No obstante, la huelga estalló a las once de la mañana del 9 abril de 1942 y “como respuesta el Ejército rodeó el ingenio y pasada la media noche tomó la planta. “Hubo detenciones, despidos, y a los dos meses el movimiento fue abatido”

“Ruben quedó más vulnerable ante la mira enemiga. En vigilia permanente debía sortear los intentos de secuestro”, expone Castellanos, hasta que el 19 de febrero de 1943, ahonda Glockner, llegó a la conclusión de que su situación era difícil de solucionar por medio de la ley y las autoridades, que estaban "todas confabuladas en su contra" y se adentró en la serranía montado en su caballo El Agrarista, un regalo del General Cárdenas para volver a las armas. Con este levantamiento, que duró alrededor de un año y medio proclamó el Plan de Cerro Prieto, un documento que retomaba el formato y las ideas del Plan de Ayala.

En pocos días, Jaramillo logró contar con una fuerza de más de 100 campesinos montados y armados, refiere Núñez, su fuerza provenía del apoyo popular ganado por su "limpia trayectoria de lucha", que contrastaba con el fracaso de cerca de mil hombres del ejército, la policía judicial y las defensas rurales en liquidar a la guerrilla campesina.

Foto: Fondo Hermanos Mayo, agn.

El modo de operar del grupo armado de Jaramillo seguía el patrón de la guerra campesina zapatista, caracterizada por la concentración periódica de hombres, caballos y armas, seguida de su dispersión para mantener la movilidad necesaria y evadir a las tropas federales, detalla Glockner en Memoria Roja.

“Es un movimiento, repito, político-ideológico-social muy amplio, muy grande, que evidentemente se convierte en una amenaza para estos momentos en los cuales el Estado mexicano no permite el más mínimo guiño de disidencia ante la construcción del discurso nacionalista-revolucionario, donde supuestamente se estaban generando el otorgar las concesiones a los campesinos, a los obreros, la libertad de prensa y demás luego de la dictadura porfirista, pero que provoca evidentemente la sustitución del nuevo cacicazgo”, señaló Glockner.

“[Esto] provoca que emerja este personaje maravilloso que es Rubén Jaramillo, que insistimos, transita de la clandestinidad revolucionaria armada a la participación político-electoral, porque tiene y cuenta con esta capacidad de convocatoria multisectorial, multicampicina, multigénero que genera y provoca una, llamémosle, revolución de alguna u otra manera en las conciencias del campesinado morenense y también que incluye, digamos, a las comunidades de alguna manera del sur de Puebla, la colindancia Puebla-Morelos, y que se convierte en una referencia histórica de la lucha y de la protesta por demás honesta”, agregó.

Jaramillo mismo lo explicó:

"Yo no puedo, a cambio de nada, traicionar a los hombres de mi clase... estoy dispuesto a sacrificar cuanto esté de mi parte y aun mi propia vida para seguir sosteniendo esta lucha que los campesinos y obreros tendrán que hacer suya un día no lejano".

Glockner también recuerda cómo Jaramillo señalaba: "Nosotros no estábamos levantados en armas contra el gobierno. Nomás nos defendíamos, ¡cómo nos íbamos a quedar en las ciudades para que nos quebrarán!".

Foto: Fondo Hermanos Mayo, agn.

También hubo levantamientos posteriores.

Jaramillo y sus seguidores se vieron obligados a regresar a la clandestinidad armada en múltiples ocasiones después de fracasos en la vía legal o electoral:

En 1946: Después del fraude electoral y la violenta persecución, los jaramillistas tuvieron que "remontarse nuevamente en las montañas". En este periodo, la lucha armada sirvió como autodefensa y se movilizó para oponerse al fusilamiento de ganado por la "fiebre aftosa" (rifle sanitario), una medida impuesta por Estados Unidos, recuerda Glockner. En 1952: Tras el fraude electoral en el que apoyó al candidato opositor Miguel Henríquez Guzmán, y la represión recrudecida, Jaramillo se refugió en la sierra por tercera ocasión.

De la misma manera, Rubén Jaramillo fundó el Partido Agrario-Obrero Morelense (PAOM) a finales de 1945 bautizándolo como una organización de "lucha y de acción permanente" . El objetivo de este partido político era unir en sus filas a obreros y campesinos en una alianza cerrada para combatir al PRI-gobierno.

La creación del PAOM surgió de la idea de formar un partido que permitiera a los campesinos y obreros disputar el poder público, con Jaramillo siendo propuesto como su candidato a la gubernatura de Morelos para las elecciones de 1946.

El partido adoptó como lema la consigna "PAN, TIERRA Y LIBERTAD". Este lema se exhibía en las credenciales partidistas del PAOM, junto con el sello de la organización: "los manos estrechadas con la hoz y el martillo", describe Laura Castellanos en México armado. El programa de acción del PAOM estaba diseñado para recoger las demandas populares y buscar reivindicaciones agrarias, sociales y económicas, refiere a su vez Glockner.

Foto: Fondo Hermanos Mayo, agn.

El PAOM representó la intervención del campesinado en la política formal del estado, buscando establecer un gobierno de genuinos trabajadores y rechazando "componendas ni transacciones con los políticos arribistas de grupos privilegiados", apunta Núñez a su vez. A pesar de los fraudes electorales y la represión continúa, la lucha del PAOM continuó llegando a tener el partido no menos de 15 mil miembros.

Lo cierto es que a pesar de sus esfuerzos por crear un movimiento que disputara el poder por la vía electoral, Jaramillo se dio cuenta de que "por las buenas nunca van a aceptar perder", lo que justificó la necesidad de la autodefensa en el cerro. Su lucha fue una "experiencia de lucha campesina y popular" considerada la continuación del combate zapatista, pero en nuevas condiciones y contra diferentes enemigos, como los nuevos ricos y caciques posrevolucionarios, exponen Glockner y Núñez.

“Rubén Jaramillo llega a tener varias negociaciones con el Gobierno Federal en diferentes momentos, con el Presidente Manuel Ávila Camacho, con el Presidente Adolfo López Mateos, en momentos diferentes e incluso logra participar electoralmente, o sea, es un movimiento político-social armado que transita de la lucha guerrillera, llamémosla de alguna manera, a la lucha electoral y en todos los casos Rubén es arrollado por las maquinaria de represión del Estado mexicano del siglo XX”, dio Glockner en entrevista para SinEmbargo.

El asesinato y la infame cobertura de prensa

El 23 de mayo de 1962, Xochicalco fue testigo del brutal asesinato del dirigente campesino y popular Rubén Jaramillo Ménez [23, p. 15, del documento Autobiografia-Ruben-Jaramillo-20122022.pdf]. Este crimen se produjo en un contexto donde Jaramillo había regresado a la legalidad y había iniciado su última batalla por la tierra.

La mañana del 23 de mayo de 1962, un convoy de unos sesenta elementos, que incluía miembros del ejército federal y policía judicial, arribó a la casa de la familia Jaramillo, en el número 14 de la calle de Mina, en Tlaquiltenango. Un individuo llamado Heriberto Espinoza, alias “el Pintor”, irrumpió en la casa y exigió la salida de Jaramillo.

Foto: Mediateca INAH

Rubén Jaramillo, su esposa Epifania Zúñiga García, quien se encontraba embarazada, y sus hijos Enrique, Ricardo y Filemón fueron secuestrados por soldados vestidos de civil al mando del capitán José Martínez siendo obligados a subir a vehículos militares. A pesar de que uno de sus hijos mostró el amparo concedido a Rubén, el papel fue recogido por un hombre vestido de civil. Jaramillo y su familia fueron trasladados a las inmediaciones de las ruinas de Xochicalco, donde fueron ultimados. Los cadáveres, encontrados a unos 500 metros de las ruinas arqueológicas, estaban juntos, habían sido ametrallados de frente y a quemarropa, y todos mostraban en la cabeza el tiro de gracia.

Los responsables políticos, jurídicos e históricos del crimen de Xochicalco fueron señalados como el presidente de la República, Adolfo López Mateos, el entonces secretario de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz, el Secretario de la Defensa Nacional y el gobernador del estado de Morelos, Norberto López Avelar. López Mateos previamente le había otorgado una amnistía y se había fotografiado abrazándolo.

Como era habitual en este tipo de crímenes de Estado, la impunidad prevaleció a pesar de la presión por resolver el caso. La prensa nacional jugó un papel crucial al tergiversar los hechos y difundir la versión oficial.

“Es parte de la lógica, insisto, de la guerra de baja intensidad, por eso me niego a insistir en la declaratoria de guerra sucia. Yo siempre he dicho es una guerra de baja intensidad porque no solamente era la estrategia de la tortura, del asesinato, la desaparición forzada, sino también era la estrategia de controlar el imaginario colectivo, a través de los medios de comunicación masiva, en este caso fundamentalmente la prensa, la radio y la televisión”, comentó Glockner.

“Y el caso de Rubén Jaramillo es emblemático donde se le hace aparecer cómo… “El Chapo” Guzmán pudiera ser una lindísima persona a partir de los epítetos, adjetivos, sugerencias, menciones que se desatan en contra de este líder social, de degenerado, prostituto, mata vacas, asesino, violador, corre ve y dile, les falto decir hijo de Cortez, ya no digamos de Lucifer. Es el mejor ejemplo, insisto, de lo que se construye como la guerra de baja intensidad donde no solamente es el ejercicio de la represión, el ejercicio de la construcción de la muerte, de la desaparición, sino también intentar justificar esta represión a partir del descrédito y de intentar sembrar en el imaginario colectivo a un personaje contrario a lo que evidentemente era el adorado Rubén Jaramillo”, añadió.

Foto: Fondo Hermanos Mayo, agn.

Laura Castellanos recuerda que el 26 de junio de 1962 Raquel Jaramillo, la única hija que sobrevivió, levantó la demanda ante la PGR con número de averiguación 33262 sin que se abriera indagatoria alguna. Expone que una investigación realizada por un grupo de periodistas, publicada sin firma en Política, arrojó que en el sitio del crimen encontraron casquillos de uso reglamentario y exclusivo del ejército. Los mismos datos indicaron que a la cabeza de la llamada Operación Xochicalco estuvo el jefe de la policía judicial militar, general Carlos Soul, que participaron también el capitán Gustavo Ortega Rojas, jefe de la policía del estado de Morelos; el capitán José Martínez Sánchez del destacamento de Zacatepec; Roberto Ramos Castañera, jefe del Servicio Secreto de Morelos; el ex jaramillista Heriberto Espinoza, alias el Pintor, y los agentes secretos Fernando Estrada y Francisco Martínez Román apoyados por un grupo de soldados de Zacatepec.

Décadas después saldrá a la luz otro nombre: el del teniente Rodolfo Cruz Pardo. El secretario particular de López Mateos, Justo Sierra hijo, niega contundente en sus memorias que el presidente hubiera ordenado el asesinato de la familia y asegura que al conocer la noticia lo vio ponerse “furioso, frenético”.

Apenas unos días después del crimen, el 25 de mayo de 1962, el periódico El Universal publicó que el "tristemente célebre rebelde de posesión y tráfico de drogas y despojo de tierras, fue muerto ayer a balazos en las ruinas de Xochicalco". Según esta versión, Jaramillo había sido abatido cuando "pretendía huir de los miembros de la Policía Judicial Militar", y su familia perdió la vida en la confusión que se produjo al intentar él escudarse en sus parientes. También se informó que Jaramillo y sus secuaces supuestamente planeaban "cometer una serie de fechorías".

Evidentemente todos los señalamientos se hicieron sin pruebas.

La prensa oficialista continuó la campaña de desprestigio y difamación. El mismo diario finalizó una nota el 29 de mayo describiendo a la esposa de Jaramillo, Epifania Zúñiga, como una "mujer de pésimos antecedentes, cruel y temeraria", y a sus hijos como jóvenes "adiestrados en la escuela del crimen". Con la "muerte justa de esta familia de malhechores y criminales", se aseguraba que "renacerá la tranquilidad de una vasta zona". Todo ello, lo recupera Glockner.

La intención de estas publicaciones era "esconder la realidad" y desvirtuar la acción de la lucha jaramillista Se divulgó que Jaramillo era un "vulgar criminal", un "bandolero sin ideas y perdonavidas".

Rubén Jaramillo y Epifania Zúñiga en su visita al presidente electo Adolfo López Mateos, 18 de mayo de 1958. Foto: Fondo Hermanos Mayo, agn.

“Incluso se demostró que los casquillos de las balas repercutidas en Xochicalco pertenecían a la fábrica de la Secretaría de la Defensa Nacional y eso valió madre. El ridículo Adolfo López Mateos promete supuestamente castigo a los ejecutores y nunca, nunca se lleva a cabo una verdadera investigación y mucho menos un castigo porque era el castigo al propio Estado e insisto, no solamente es haber aniquilado al líder, Rubén Jaramillo, sino también a su esposa embarazada y a los tres jovenzuelos”, ahondó Glockner.

“La hija de ella es la única que logra salvar la vida, junto con la madre de ella, debido a que se esconde y logra salvar la vida y ella de inmediato, una vez que son secuestrados, expulsados 4:30 de la tarde más o menos de su casa, ella va a las oficinas de la presidencia municipal a denunciar el secuestro y se empieza supuestamente una búsqueda, siendo que evidentemente eran todos los cuerpos represivos, federales, estatales y municipales los que estaban orquestando este secuestro para posteriormente llevar a cabo el asesinato”, detalló el historiador.

A pesar de la narrativa oficial, el crimen provocó reacciones de condena en la clase intelectual y artística del país. Escritores con simpatías de izquierda señalaron que el Estado mexicano había asesinado su "propia herencia zapatista, agrarista y campesina". Escritores como Carlos Fuentes, Fernando Benítez y Víctor Rico Galán, entre otros, exigieron al gobierno el esclarecimiento del "artero asesinato". El poeta y periodista Renato Leduc, al conocer la noticia, escribió de inmediato: "Cuídate, Jacinto López. Escóndete, Arturo Orona. No vaya el compadre López cara de buena persona después de un gran abrazote, a darles caja y corona", recuerda Glockner.

Incluso, el general Lázaro Cárdenas, en una asamblea del Movimiento de Liberación Nacional (MLN) el 27 de mayo de 1962, pidió un minuto de silencio en memoria de Jaramillo y su familia, y posteriormente envió una nota al presidente López Mateos en la que le solicitó que sea "investigado el crimen que la prensa viene silenciando".

El entierro de los Jaramillo se llevó a cabo el 25 de mayo, y a pesar de las acciones de intimidación del ejército, cerca de cinco mil campesinos acudieron a despedir a su líder.

“Por fortuna, la campaña de difamación en contra de Rubén y de su movimiento no terminó por cuajar, es evidente que Rubén Jaramillo vive entre nosotros, que su coherencia es ejemplo a marcar tendencias de no permitir la derrota ante las injusticias, la derrota para las nuevas utopías y para seguir cultivando sueños y evitar pesadillas”, concluyó Fritz Glockner.

Obed Rosas

Obed Rosas

Obed Rosas es editor de la Unidad de Investigación y encargado de la sección de Libros de SinEmbargo, en donde también se ha desempeñado como Jefe de Mesa y Editor de Redes. Es conductor de Close UP y Co-conductor, junto a Álvaro Delgado, de Siete Días, programas de SinEmbargo Al Aire. Ha trabajado en otros medios como Expansión, Newsweek en Español y Revista Zócalo. Es licenciado en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón de la UNAM y estudió, además, Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la misma casa de estudios.

Lo dice el reportero