EL CINE DOCUMENTAL, PESE A SU MEJOR MOMENTO, ES PARA UNOS CUANTOS

24/02/2013 - 12:00 am

Hoy, domingo 24 de febrero de 2013, a las 7:30 de la tarde, se celebrará la ceremonia de entrega de los Premios Oscar, que galardona lo mejor de la producción cinematográfica estadounidense del año 2012. El evento, que este año cumple 85 ediciones, se llevará a cabo en el Dolby Theatre de Hollywood, a las 5:30 de la tarde hora local (Los Ángeles).

Dentro de las muchas curiosidades que fácilmente pueda albergar esta edición, como que la película Amor, por ejemplo, siendo una coproducción franco-alemano-austríaca, esté concursando tanto en la categoría de «Mejor película» como en la de «Mejor película de habla no inglesa», hemos querido centrarnos en este artículo en la producción de cine documental, sabiendo que la Academia tiene una categoría reservada justamente a este género, con la interrogante de cuáles son los factores que influyen en que un documental llegue a salas comerciales y qué hace que otros no puedan hacerlo.

Esta interrogante nos lleva indefectiblemente a plantearnos seriamente el estado de salud de la distribución nacional, donde en el año 2011, según datos del Anuario estadístico de cine mexicano, publicado por el IMCIME (el del año 2012 será presentado en la próxima edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara), de 111 producciones mexicanas, tan sólo 62 se estrenaron en salas comerciales de cine. Eso es exactamente el 56%; es decir, tan sólo algo más de la mitad de las películas mexicanas consiguieron llegar a los cines ese año. Pareciera todo un privilegio que se estrenen en su propio país.

Para indagar un poco más sobre el tema, hemos decidido hablar con ambos bandos, por llamarlo de algún modo, y sin querer dotar de tintes belicosos a la problemática que surge entre creadores y distribuidores y exhibidores. Hablando con Inti Cordera, Director Ejecutivo del Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México (DocsDF), nos cuenta que «el primer punto importante sería decir que el documental mexicano está en uno de los mejores momentos de su historia: tanto el volumen de las producciones comerciales que se llevan a cabo anualmente, como la calidad de las mismas, gozan de una extraordinaria salud, y de este modo el espectador empieza a voltear la cara hacia este género que generalmente mucha gente asocia a programas de naturaleza, de historia, etc.».

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«En México, en esta última década, hemos visto grandes directores como Juan Carlos Rulfo, Everardo González, Mercedes Moncada, Lucía Gajá, Emiliano Altuna y Carlos Rossini… Hay una nueva generación de cineastas mexicanos que han decidido dedicar su trabajo a la creación de obras documentales, no de ficción.

También hay extraordinarios directores mexicanos en el campo de la ficción, pero concretamente en el documental creo que hemos visto no sólo un auge en la producción sino también un amplio reconocimiento; uno: por parte del público; dos: por parte de la crítica; y tres: el reconocimiento internacional derivado de premios que se otorgan al documental mexicano en el mundo. Casos como “El lugar más pequeño” de Tatiana Huezo, que ganó en el año 2011 más de 30 premios internacionales».

«Entonces hay una nueva generación de cineastas que han demostrado que no sólo la calidad de sus obras», prosigue Inti, «sino la pertinencia de los temas que abordan, hace del documental un cine necesario y un cine importante. Para entender la realidad, para llevar al espectador la posibilidad de ver a través de la pantalla historias que le son cercanas o lejanas pero que le involucran: ese es el gran sentido del documental».

Teniendo todo esto presente, y sabiendo de la existencia de un público mexicano que sí tiene un interés real en estos temas, tenemos que analizar también las exigencias del mercado: «Ahora: hay toda una serie de situaciones y retos que nos obligan a pensar cómo y por qué el documental debe ser exhibido de forma comercial», nos dice Inti Cordera. «La pertinencia del género obligaría a que los programadores y los exhibidores de salas comerciales también pensaran que es importante dar al documental el lugar que se merece. Sin embargo, las condiciones actuales de la industria audiovisual no precisamente son las más favorables: para tú llegar a una sala comercial tienes que tener un convenio con una distribuidora, tienes que tener recursos para la promoción de la película, y tienes que tener un acuerdo sano con una cadena de exhibición. Cosa que no sucede».

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«El monopolio ejercido por parte del cine de Hollywood responde a la necesidad de las cadenas de exhibición de garantizar salas llenas para completar el esquema de negocio que las hace posibles. Entonces la situación del documental mexicano o del documental en general difícilmente encuentra la apertura por parte de los programadores de las salas comerciales para darles el lugar que merecen».

Dentro de los componentes que interactúan en este ciclo tenemos, en su fase final -fundamental para que ese ciclo se pueda cerrar-, después de que una película se haya preproducido, se haya rodado (producido), y se haya post-producido, los componentes de la distribución y la exhibición. Es decir, el productor de una película debe entrar en contacto con una distribuidora que se encargue de tratar con exhibidores para que esa película llegue a las salas, generalmente cadenas de cine, como pueden ser un buen ejemplo Cinemex o Cinépolis, las más grandes de la República.

«El problema», nos cuenta Inti, «es que no generan una estrategia de programación que permita que el género documental, y vamos a decirlo también, el cine mexicano, sea rentable. Si tú programas una película que viene acompañada de una campaña de promoción con muy pocos recursos, tienes que pensar que la única manera que tienes de “calentar” la película es permitir que sea el mismo público el que la vea y la recomiende, y que así se genere el fenómeno del “boca a boca”. Pero para eso tienes que darle un tiempo suficiente en tu sala para que la gente vaya, recomiende y regrese».

Al respecto de la pasmosa rapidez con que algunas películas llegan a las salas y salen de ellas, tuvimos la oportunidad de hablar con Janeth Villa, Gerente de Ventas de Corazón Films, quien nos dijo que «existe una ley, vigente desde hace unos cuatro años, mediante la cual se exige que toda película nacional debe estar en cartel un mínimo de 2 semanas». Y hablando de la problemática que resulta para ellos exhibir material documental desde un punto de vista comercial: «el documental es un género que no es tan rentable como una película comercial. Ha habido excepciones, claro, como “Presunto culpable”, que literalmente barrió en taquilla, y que estuvo apoyada por Cinépolis. Pero se trataba de un tema morboso, y el morbo atrae a la gente», señala Janeth Villa, para apuntar también que «este negocio es muy sencillo: sean películas más o menos comerciales, si no generan buenos ingresos, salen. El cine documental la mayor parte del tiempo no genera buenos ingresos». Ante la pregunta “existen 5000 salas de cine en todo el país, ¿de verdad no cree que podría haber espacio para todos, pudiendo ofrecer al espectador un abanico de opciones un poco más amplio?” ella respondió que «el público mexicano es un público “malinchista”.

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Esto es un negocio, se programa lo que deja dinero. Si genera, se continúa, si no, no hay manera». De forma un tanto contundente se sientan aquí las bases de lo que es un negocio en estado puro, por mucho arte que haya involucrado, o por mucho que ese negocio se alimente de ese arte. Dicho lo cual, también aludió a la necesidad de unos estándares de calidad técnica de los que el cine nacional muchas veces carece, aun reconociendo que «hay efectivamente mucho talento en el cine mexicano».

«Entonces el grave problema es una falta de estrategia, una falta de voluntad de apoyar el cine nacional», prosigue Inti Cordera. «Las cadenas comerciales son empresas, son negocios que buscan su rentabilidad, sus beneficios y utilidades, y la mejor forma de tenerlas es la garantía del “star system” y del cine de Hollywood, porque sabemos que una película norteamericana, un Harry Potter o un Hobbit, va a venir respaldada por una campaña de promoción de miles de millones de pesos: inundando anuncios espectaculares, publicidad en medios masivos… Recursos que desafortunadamente el cine nacional no tiene».

Ciertamente, ante la situación actual que vienen padeciendo muchos países, entre ellos México, donde no existe un respaldo ni un apoyo gubernamental hacia el cine local, suele desplegarse, en las grandes ciudades, un abanico relativamente grande de opciones alternativas a los circuitos comerciales, como son las Cinetecas Estatales, los Cineclubs, los centros universitarios, los espacios y foros culturales, los festivales de cine, etc. Son, diríamos, el último reducto no ya del documental, sino de otra forma (no comercial, sino artística) de entender el cine.

Entonces tenemos por un lado a un público que responde ante esa oferta, que demanda cada vez más esos contenidos (ante la idea del exhibidor de que proyectar un documental significa necesariamente incurrir en pérdidas, o que cuando se hace se está dejando de proyectar otra película que a lo mejor podría generar más beneficios), tal y como nos cuenta Eva Parenteau, Directora Operativa del festival de cine documental Ambulante: «Con Ambulante nos queda clarísimo que eso no es cierto: no es cierto que el público no esté interesado en ver documentales. Venimos desde el 2006 hasta el 2012 con un aumento de audiencia del 700%. En la primera edición tuvimos 12 mil asistentes y en la última 100 mil».

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Y por otro lado tenemos a una industria exhibidora reticente a abrir sus opciones de programación, ante lo cual nos surge la duda de qué hacer en estos casos. Eva de Ambulante se muestra positiva y nos explica que «cuando nos reunimos con el equipo de transición hace un par de meses sí hubo un interés por escuchar las propuestas que existían, ya que se juntaron varios documentalistas para hacer propuestas de cómo deberían ser las leyes para promover el cine nacional, y las recibieron con interés… A ver si se traduce en acciones». Además de añadir que «en otros países hay más apoyo. Francia tiene un amplio apoyo al documental tanto por parte del cine como por parte de la televisión. La BBC en Reino Unido también apoya bastante el género. EEUU tiene varios fondos de producción y definitivamente la distribución es mejor que aquí. De hecho la mayor parte de los documentales que recibimos vienen de allí».

Por último, tuvimos ocasión de intercambiar unas palabras con Kathy Geritz, Curadora del Pacific Film Archive, que nos hizo la siguiente reflexión: «La audiencia está empezando a entender que el documental no es sólo la exploración del conocimiento, sino del propio cine también. Para mí esos son los documentales más excitantes, cuando mezclan ambas cosas. Solías escuchar siempre la cantinela de “no es objetivo”, “no se muestran ambos lados”, y ahora con la continua exhibición de documentales a través de cines o televisiones la gente se da cuenta de que el documental puede ser también poético, visualmente desafiante, enriquecedor, de la misma manera que experimentan otros cines».

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Alexis Castro Peñalva

Lo dice el reportero