
Ciudad de México, 30 noviembre (SinEmbargo).- Si Dios existiera así, con mayúsculas, se llamaría Thelonious Monk. Si el Diablo tuviera una forma de hombre, sería la de ese pianista desaforado con un quepi, que da vueltas y vueltas alrededor de un teclado, como un orate.
Suena blasfemo y exagerado. Pero nada es hereje ni alcanza cuando se trata del pianista y compositor nacido en Nueva Jersey el 10 de octubre de 1917, considerado uno de los músicos de jazz más importantes de todos los tiempos, sobre todo debido a su originalidad y a haber creado sus propias reglas para cincelar un estilo inimitable.
El artista que al decir del crítico especializado Pablo Espinosa, director de cultura en La Jornada, “está más allá de las categorizaciones: bebop, hardbop; lo suyo es el ordenamiento del mundo de una manera nueva, fresca, distinta, más cercana al cubismo que al figurativismo, más próxima a la metáfora que a la descripción lineal.
Escuchar a Monk significa un compromiso cordial, una manera de diálogo en un idioma nuevo, desconocido hasta entonces, sin solemnidad pero con donosura. Escuchar a Thelonious Monk nos ubica en el territorio del ritual, en la naturaleza de lo primigenio. En el alfa y en el omega al mismo tiempo.”
Fue vilipendiado al principio de su carrera y sufrió casi una década de ostracismo, incomprendido por sus congéneres. Hoy es considerado un genio. Se crió en Nueva York, donde a los 5 años aprendió a tocar el piano. Hizo su primera gira formando parte de una orquesta de iglesia evangelista y en 1942 se integró como el pianista excéntrico pero virtuoso del gran saxofonista Coleman Hawkins.
Blue Note, Prestige, Verve: los sellos discográficos que no hicieron caso a sus excentricidades y comenzaron a grabarlo a partir de 1947. Para la posteridad.
Tuvo un cuarteto en el que tocaba el saxo John Coltrane (si le gusta el jazz, lea otra vez: Thelonious Monk al piano y John Coltrane en el saxo). Para 1955, el mundo se había rendido a sus pies. Y a sus manos.
Murió a causa de una enfermedad mental en 1982. Se había retirado una década antes.
Monk es el tipo que compuso, entre otros, los standards "Round Midnight" (título de la película de Bertrand Tavernier sobre la vida de Bud Powell, protagonizada por el saxofonista Dexter Gordon), “Ruby My Dear", y “Straight no chaser”.
LA VANGUARDIA ES ASÍ

“La asociación de ideas, sonidos, pensamientos y letras es entrañable: Sale Pleyel, París, Julio Cortázar, Thelonious Monk, ese oso con birrete que da vueltas innecesarias al piano antes de sentarse para causar los cataclismos más benignos que se tenga memoria, mientras sus músicos ofician el ritual de sostener una mujer desnuda y en los brazos, el contrabajista y el sax de Charlie Rouse despliega su esperanto y entonces todo está completo, en orden y en ese claro desorden que es la manera como Thelonioius desarma el mundo y lo vuelve a armar, pero en un orden distinto”, dice Pablo Espinosa.
Se refiere así, a pedido expreso de SinEmbargo, al lanzamiento acontecido este 26 de noviembre y que sin duda representa un hecho de relevancia para los amantes del jazz y de Thelonious Monk.
El sello Blue Note Records dio a conocer el disco Thelonious Monk Paris 1969, una nueva producción discográfica que documenta un concierto ofrecido por el legendario pianista y compositor de jazz junto a su cuarteto en la sala de conciertos Pleyel, en París, el 15 de diciembre de 1969.
Monk toca acompañado por dos músicos europeos, el bajista Nate Hygelund y el baterista Paris Wright, además de su veterano colega, el saxofonista Charlie Rouse. En “Nutty” aparece el baterista Philly Joe Jones, para delirio del público privilegiado que estuvo allí.
El disco incluye una entrevista realizada a Monk por el contrabajista francés Jacques Hess después del concierto.
“El concierto de París de 1969 captura, intactos, el poder y la belleza de la música de Monk, recordándonos que aún cuando su cuerpo había envejecido, su imaginación musical no conocía límites”, escribe Robin Kelley en el libro del álbum.
Thelonious Monk Paris 1969 está disponible en varios formatos, incluyendo versiones físicas de CD/DVD, CD y vinilo, así como un álbum digital y un video en línea.
“Cuando Monk se sienta al piano el mundo ya no será el mismo cuando él se levante y quede el sonido vibrando hasta nuestros días, 44 años después de ese concierto, que ahora re-viviremos de una manera diferente: con una asociación de ideas, sonidos, palabras, emociones. Daremos vueltas alrededor del piano y nos sentaremos al lado del oso con birrete, para desordenar el mundo y volverlo a atar”, afirma Pablo Espinosa.
Su colega Xavier Quirarte, del periódico Milenio, él mismo un jazzero de hueso colorado y músico consumado, no puede más que coincidir.
“Siempre es un placer pensar que existe por ahí algo de Monk que no conocemos y que, en un momento dado, nos puede ser develado. Como cuando apareció el libro Tres deseos, que recoge una serie de espléndidas fotografías de la baronesa Nica de Koenigswarter, ese espíritu afín a Monk que le brindó el calor de su hogar hasta la desaparición física del pianista, rodeado de su ejército de gatos y un silencio inescrutable, decretado por el propio Monk”, dice el miembro fundador de La Sociedad Acústica de Capital Variable.
“Ahora se anuncia la aparición del disco-dvd (sí, todavía existen esos artículos en vías de extinción) Thelonious Monk Paris 1969, que recoge un concierto con su cuarteto en la Salle Pleyel de París (si hay dudas de que ahí se han presentado grandes pianistas, baste recordar que en la primera ubicación de la sala tocaron Chopin y Liszt). Por ahí ha circulado en bootleg algo de este material, pero sin duda será una revelación encontrarse con esta joya en toda su dimensión, así como constatar la forma en la que Monk se aproxima a la música: su total concentración, la mirada que ve más allá del instrumento y el par de manazas que van descubriendo cada una de las notas para hilvanar las frases musicales que nos permiten atisbar el paraíso”, Quirarte dixit.




