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Poner los cuidados al centro de la acción pública

"Es fundamental cambiar cómo entendemos el cuidado –y el trabajo– para reconocerlo como el tejido que permite la existencia".

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01/04/2025 - 12:05 am

Poner los cuidados al centro de la acción pública
Mesa de trabajo de la Secretaría de las Mujeres. Foto. Gobierno de México

Por: Andrea Larios y Karen Valadez*

Vivimos en una paradoja profunda: el cuidado —ese que sostiene el día a día y que permite la reproducción de la vida— es indispensable para la existencia, pero invisible para el sistema económico. En la práctica, se trata de una actividad feminizada, mayormente no remunerada, subvalorada y profundamente injusta en su distribución. Esta contradicción no es casual, sino resultado de un modelo económico que ha separado históricamente la producción y provisión del cuidado, relegando este último al ámbito privado y despojándolo de reconocimiento. Frente a esta crisis estructural, la Economía Feminista propone un giro radical: colocar la sostenibilidad de la vida en el centro de nuestras prioridades sociales, económicas y políticas.

Este enfoque implica reconocer que la vida humana y no humana es vulnerable, finita y que sólo es viable si se cuida. Los cuidados los necesitamos todas las personas y un ejercicio de corresponsabilidad equilibraría las condiciones para que esto sea posible. Como ha documentado la CEPAL, la pandemia de COVID-19 agudizó la crisis de cuidados en América Latina, dejando al descubierto lo que ya sabíamos: que, en ausencia de sistemas públicos y universales, son las mujeres —en especial las más pobres, indígenas, afrodescendientes y migrantes— quienes sostienen la vida con su tiempo, cuerpos y salud.

La llamada “sociedad del cuidado” que propone la CEPAL parte de un principio transformador: no se trata sólo de atender a quienes dependen de otros, sino de reconocer que todas y todos somos interdependientes. En esta visión, el cuidado deja de ser una carga privada para convertirse en una responsabilidad colectiva, repartida entre el Estado, el mercado, las comunidades, los hogares, y entre hombres, mujeres y otras identidades por igual.

Pero lograrlo requiere ir más allá de políticas compensatorias. Implica despatriarcalizar y desmercantilizar las estructuras que sostienen la sociedad, la economía y la acción pública; es decir, pensar en formas de organizar la sociedad y sus instituciones donde se cuestionen las prácticas machistas que derivan de un sistema patriarcal que subordina todo aquello no considerado femenino; además de reducir el enfoque en la producción y reorientarlo hacia aquellas áreas esenciales de la vida, como la educación, la salud o los servicios básicos.

La Economía Feminista aporta claves críticas para este giro: entender el conflicto entre capital y vida, visibilizar las cadenas globales de cuidado, y reivindicar el valor económico y social del trabajo doméstico y de cuidados. Estas perspectivas coinciden en que no es posible sostener la vida ni garantizar derechos mientras sigamos organizando nuestras economías en torno a la lógica de la acumulación, subsidiadas por el trabajo no reconocido ni remunerado.

Además, si bien el marco de la CEPAL representa un avance importante al empujar por el reconocimiento del cuidado como derecho y corresponsabilidad del Estado, la teoría feminista advierte que no basta con universalizar el acceso a derechos si no se atienden las raíces de las desigualdades estructurales que afectan de manera diferenciada a mujeres. En este sentido, la propuesta del Estado mexicano para implementar un Sistema Nacional de Cuidados representa un avance significativo hacia el reconocimiento del cuidado como un derecho y una responsabilidad compartida. Sin embargo, es esencial considerar que, aunque esta iniciativa puede mejorar el acceso a servicios de cuidado, no aborda por completo las desigualdades estructurales que afectan a las mujeres, especialmente en función de su clase social, etnicidad, lugar de residencia o situación migratoria.

Las transformaciones que necesitamos no son sólo económicas, sino institucionales, culturales y políticas: es decir, estructurales. Como muestra de ello, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (INEGI, 2025) en México la tasa de participación económica de las mujeres fue mayor que la de los hombres, marcando una brecha significativa que avisa de la falta de igualdad de oportunidades para el trabajo, pero también la carga desigual que sigue existiendo en las dinámicas familiares hacia las mujeres en tema de cuidados.

Por lo anterior, es fundamental cambiar cómo entendemos el cuidado –y el trabajo– para reconocerlo como el tejido que permite la existencia. Esto implica también repensar el modelo de desarrollo desde una lógica feminista, donde el cuidado de las personas y el medio ambiente se encuentren al centro de todas las decisiones. En la instalación de la mesa interinstitucional “Hacia una sociedad de cuidados en México” del pasado enero de este año, la Secretaria de las Mujeres, Citlalli Hernández, señaló, dentro de las acciones prioritarias y estratégicas para pensar este Sistema Nacional de Cuidados: “[...] ir construyendo un anexo transversal de cuidados como el Anexo 13 que existe en el presupuesto de la federación [...]”, que aparece como un foco a revisar, pues no contempla un cambio en el modelo de desarrollo y que puede desdibujar las complejidades en la reorganización del sistema y de la vida; y que si bien señaló elementos que tienen que ver con un cambio cultural, no fue explícito en el discurso a qué se refiere. Por lo tanto, habrá que mantener el dedo en el renglón en ese sentido.

Reivindicar el cuidado es una apuesta por reorganizar el sistema desde la raíz, con la vida en el centro. En tiempos de crisis múltiples —climática, social, económica— no hay horizonte más transformador ni más urgente que este. La propuesta de Sistema Nacional de Cuidados en México debe considerar el cuidado desde este marco, de lo contrario, las medidas que se implementen serán efectivas a corto plazo y un paliativo inmediato, pero no como un cambio real en la vida de las mujeres mexicanas que es menester atender.

*Andrea es investigadora en el programa de Justicia Fiscal y Karen es oficial de género en @FundarMexico.

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Centro de Análisis e Investigación, para la capacitación, difusión y acción en torno a la democracia en México.

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