Con la llegada al poder de Xi Jinping, China ha pasado de ser un país pobre y subdesarrollado a convertirse en una potencia económica global.
Ciudad de México, 27 de septiembre (SinEmbargo).- El líder chino Xi Jinping ha ganado relevancia en el mundo, con muestras de su poder económico y diplomático. Para muestra de su relevancia basta con analizar el caso de China que pasó de ser la potencia mas grande en el continente asiático a una nación que amenaza con arrebatarle a Estados Unidos el papel de líder mundial.
Xi Jinping ha demostrado a comienzos de este mes que una nueva realidad paralela está moldeando el globo. Xi ha utilizado la Cumbre de Cooperación de Shanghái (CCS) celebrada en Tianjin para mostrar a China como una fuente de estabilidad y prosperidad. Con su desfile militar en Pekín tan solo unos días después quiso enseñar al mundo la gran potencia en la que China se ha convertido.

El sueño Chino de Xi Jinping
En solo tres décadas, China ha pasado de ser un país pobre y subdesarrollado a convertirse en una potencia económica global. Desde 2012, con la llegada al poder de Xi Jinping, cuyo poder suele ser comparado con el del mismo Mau Zedong, el fundador y máximo dirigente del Partido Comunista de China y de la República Popular China, el gigante asiático tiene en la mira lo que Xi ha llamado el “sueño chino”, el cual apela a recuperar la grandeza y riqueza cultural milenaria China.
Xi ha empleado en numerosas ocasiones el concepto de sueño chino como uno de sus objetivos, convirtiéndolo en uno de los eslóganes de su presidencia. Esta idea del sueño chino va en consonancia con los planes del "gran renacimiento de la nación china” para 2049 en el centenario de la República Popular China.
La visión del "sueño chino” ha servido como herramienta para fomentar el nacionalismo chino, además de ser vista como una fuente de legitimación del poder del partido comunista chino, y se enmarca además en otro gran proyecto de Xi Jinping: la nueva "Ruta de la Seda”, que consiste en proyectos de infraestructura y de vías de transporte en regiones cercanas y más distantes.
Con estos objetivos en el horizonte, la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái celebrada en Tianjin se configura como un escalón para tocar esa meta. En el acto, el presidente Xi mostró la capacidad militar de su país y al mismo tiempo reunió a más de 20 países que superan en su conjunto el 40 por ciento de la población y el 20 por ciento del PIB mundiales. Ahí llegaron Narendra Modi y Vladimir Putin. Días después llegaría a China, en el marco del 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, otros personajes como Kim Jong Un, el líder norcoreano.
Las imágenes de estos actos han llevado a muchos a hablar de un nuevo orden mundial en el cual China y Xi buscan ocupar un lugar como primera potencia, particularmente cuando Donald Trump ha llevado a Estados Unidos medidas proteccionistas mediante la imposición de aranceles a prácticamente todo el mundo, que se suman a las amenazas y tratos a los que ha sometido a sus aliados como la Unión Europea.
“La nación china es una gran nación que no teme a ninguna tiranía y se mantiene firme sobre sus propios pies”, declaró Xi, por ejemplo, el 3 de septiembre durante el desfile militar y lo hizo desde una tribuna de la Puerta de Tiananmén, sobre un gran retrato de Mao Zedong.
Posteriormente llegaron las fotos junto a Putin y Kim, que desde occidente tuvieron una respuesta inmediata: “Por favor, saluda cordialmente a Vladimir Putin y a Kim Jong Un, mientras conspiran contra los Estados Unidos de América”, escribió Trump a la distancia.
Lo cierto es que ahora el propio Trump podrá hablar directamente a Xi Jinping, luego de que ambas partes acordaran reunirse en la cumbre del grupo de Cooperación Económica Asia-Pacífico, de 21 economías (APEC, por sus siglas en inglés), en Corea del Sur, en octubre, un encuentro que, por cierto, no fue confirmado de inmediato por Pekin.
Un príncipe a contramarea
Xi Jiping nació en junio de 1953 en Pekín. Su padre, Xi Zhongxun, fue un líder militar durante las décadas de 1930 y 1940, durante la guerra chino-japonesa y, posteriormente, durante la guerra civil de 1945 a 1949. Trabajó como subdirector del departamento de organización del Partido Comunista y posteriormente como comisario político para todo el noroeste del país antes de 1949.
Xi Zhongxun se trasladó a Pekín cuando se estableció el nuevo estado en 1949. Fue nombrado director del departamento de propaganda del partido y elegido miembro del máximo órgano de dirección del Partido Comunista, el Comité Central, en 1956. fue ascendido en 1959 para convertirse en uno de los varios viceprimeros ministros que trabajaban en el sistema de gobierno paralelo del Consejo de Estado, el equivalente chino del gabinete de Gobierno.
El periodista Kerry Brown relata en Xi: A Study in Power cómo todo marchaba bien con Xi Zhongxun hasta que Mao se vio envuelto en varias discusiones con sus colegas, incluido Xi padre, quien fue acusado de haber permitido la publicación de una novela que se consideraba una visión crítica de Mao bajo la apariencia de una obra de ficción.
Xi padre fue investigado, destituido de sus cargos y puesto bajo arresto domiciliario. “El impacto de esto en Xi Jinping, que entonces tenía nueve años, y sus dos hermanos y dos hermanas fue enorme. Casi de inmediato, pasaron de ser los hijos mimados de un poderoso líder central a un hogar con un destino profundamente incierto. La única fuente de estabilidad era Qi Xin, su madre, quien continuaba trabajando en la Escuela Central del Partido. La incertidumbre se agravó con el inicio de la Revolución Cultural en mayo de 1966. La «Gran Revolución del Proletariado Cultural» de Mao Zedong”, narra Brown.

En diciembre de 1968, Mao Zedong emitió un edicto con el cual ordenó que “los jóvenes educados de las ciudades deben ir al campo, para ser reeducados por los campesinos”. Fue así que Xi permaneció en un largo exilio rural, hasta 1975. En ese tiempo, intentó en nueve ocasiones unirse al Partido Comunista, a pesar de la enorme sombra que se cernía sobre su padre, quien permaneció bajo arresto domiciliario hasta después de la muerte de Mao Zedong en 1976.
La época de Xi en la china rural se presenta en la propaganda china contemporánea como una muestra de sus auténticos vínculos con el campo. “A diferencia de líderes anteriores, cuyas carreras y vidas se arraigaron en contextos más urbanos, la profundidad y amplitud de la experiencia vivida de Xi en la China rural se considera única e importante. Esta fue la época en la que, según algunos relatos, trabajó como criador de cerdos y, según otros, vivió en una cueva”.
Xi escribió sobre su vida inicial en Shaanxi en términos mucho más negativos en un fragmento autobiográfico, "Hijo de la Tierra Amarilla". Las pulgas, la suciedad y la pobreza lo afectaron enormemente.
"Cuando llegué por primera vez a la Tierra Amarilla a los quince años, estaba perplejo y perdido", explicó. "Las circunstancias me obligaron a ir al campo cuando era muy joven. No presté atención a la cuestión de la unidad porque no planeaba quedarme mucho tiempo. Todos los días, otros iban a trabajar a las montañas, pero yo era muy informal con el trabajo. La gente no me causó una buena impresión. Regresé a Pekín después de unos meses y luego me enviaron a la antigua base revolucionaria en la montaña Taihang".
Sin embargo, incluso en este relato más moderado, el mensaje moral que Xi extrajo de sus experiencias fue claro: "Cuando me fui a los 22 años, había establecido firmemente el propósito de mi vida y estaba lleno de confianza. Como servidor del pueblo, mis raíces están en la meseta del norte de Shaanxi. Porque me inculcó una firme convicción: hacer cosas prácticas por el pueblo. La experiencia, en sus propias palabras, ‘fortaleció mi confianza en mí mismo. Como dice el dicho, el cuchillo se afila en la piedra de afilar y un hombre se hace con dificultades’.

Xi finalmente pudo unirse al Partido Comunista en 1974, lo que, a su vez, le permitió ocupar puestos administrativos locales. Se convirtió así en el jefe del partido en la pequeña aldea, con el consentimiento de los aldeanos.
Tras tres años de estudios universitarios, la situación familiar de Xi cambió. Una foto de alrededor de 1977 lo muestra de joven, caminando detrás de su padre, quien recientemente había sido liberado del arresto domiciliario.
Xi padre fue uno de los muchos cuyos casos fueron revisados tras la muerte de Mao y el fin de la Revolución Cultural; Rápidamente fue restituido en puestos importantes, el más significativo históricamente fue el de primer secretario del partido en la provincia de Guangdong, donde sirvió desde 1979 hasta la década de 1980. Xi hijo trabajó inicialmente en el ejército, como asistente de Geng Biao, un importante líder del Ejército Popular de Liberación.
Los Xi se habían reincorporado a la élite política.
Xi hijo decidió trasladarse al ámbito civil del gobierno. Se mudó al condado de Zhengding, en la provincia de Hebei, a unos 240 kilómetros al sur de Pekín. Desde allí, en 1985, se trasladaría a Fujian, la enorme y dinámica provincia costera frente a Taiwán, en el sureste del país, que sería su hogar hasta 2002.
Por esas fechas, fue uno de los pocos mandos chinos que salió indemne de un caso de corrupción, una situación que sirvió para construir su imagen, Kerry Brown dice que se rumorea que su madre, la férrea Qi Xin, convocó a la familia en algún momento de la década de 2000 y les ordenó mantener límites firmes entre sus intereses privados y su vida pública.
La llegada a la Presidencia de China
En 2000 fue nombrado secretario del Partido Comunista de la provincia de Zhejiang., después de ganarse reputación de luchador contra la corrupción, en marzo de 2007 fue nombrado secretario en Shanghái. Posteriormente, Xi Jinping fue designado Secretario General del Partido Comunista Chino y presidente de China desde el 14 de marzo de 2013. Desde la reforma de 2018, Xi Jinping puede ser reelegido como presidente sin restricciones de mandat
Xi Jinping sucedió a Hu Jintao, quien dominó el arte de convertir a China en una vasta fábrica de crecimiento económico, cuadruplicando su PIB durante la década que ocupó el cargo, de 2002 a 2012, un logro sin igual en la historia moderna.
Xi por su partes es visto como el líder que ha consolidado su posición con mayor rapidez y eficacia desde la época de Mao. Con él China tiene más dinero, más tecnología y más equipo militar que nunca, y esto en comparación con un Occidente que se está debilitando. No hay nada de misterioso en esto.
“Su trayectoria vital sirve de analogía para la historia reciente de China: desde sus primeros años como hijo de una familia privilegiada y de alto rango en Pekín en la década de 1950, pasando por la desgracia del arresto domiciliario de su padre, de 39 años, en 1962, hasta las dificultades que sufrió tras ser exiliado de Pekín a finales de esa década y el consiguiente esfuerzo para recuperar la respetabilidad social y el éxito político. Al igual que la del propio país, esta es una historia de renacimiento, de superación de duros desafíos y condiciones, que culminó en un lugar de reivindicación. Xi es, en muchos sentidos, el hombre común de la China moderna: alguien que persistió, aprendiendo a cada paso del camino mientras continuaba su carrera, impulsado por un sentido interior de misión y destino. Esa, al menos, es la versión oficial”, narra al respecto .

Mao Zedong, quien gobernó de 1949 a 1976, fue el gran fundador, una figura de proporciones divinas. Su sucesor, Deng Xiaoping, quien lideró de 1978 a 1989, fue más prosaico y estratégico; la historia probablemente lo juzgará como mucho más eficaz que Mao en la creación de resultados sostenibles. Tras la era de Deng, llegó Jiang Zemin, quien gobernó como jefe del partido de 1989 a 2002. Presentó un estilo de liderazgo más extrovertido y a menudo objeto de burla, a pesar de que, con su carácter escurridizo y a menudo bufonesco, estabilizó el país tras el levantamiento de la Plaza de Tiananmén de 1989 y reanudó su compromiso con la economía global al unirse finalmente a la Organización Mundial del Comercio en 2001. Hu Jintao, el sucesor anónimo y sin ego de Jiang,





