Para José Woldenberg, en la actualidad quizá no exista en las ciencias sociales un término más polivalente que el de transición democrática, sobre todo aplicado a México.
“Todos hemos leído a diferentes autores. Algunos que dicen: ‘la transición está congelada’, ‘la transición no se ha iniciado’, ‘la transición empezó en el año 2000’, y lo que quiere hacer este libro es plantear una tesis por supuesto para dar pie a la controversia”, dice.
Esa transición democrática mexicana es un proceso del pasado, afirma: “Es historia. Es una historia en la que el país pudo deconstruir un sistema autoritario y construir una germinal democracia”.
“Entre 1977 y 1997, México pasó de un sistema de partido casi único, como lo llamó el ex presidente Carlos Salinas, a un sistema de partidos plural. México pasó de elecciones sin competencia a elecciones altamente competidas, y esos dos eslabones acabaron por modificar el mundo de la representación”, plantea.
Gracias a esos cambios, también se pasó de una Presidencia omnipotente a una acotada; de un Congreso subordinado a uno que tiene vida propia, e incluso a una Corte que en materia política no tenía relevancia ninguna a ser hoy un auténtico poder que ve por los conflictos que se suceden entre diferentes poderes constitucionales.
Sin embargo, alerta que, como sociedad, “no nos hemos apropiado de manera orgullosa de lo que hemos sido capaces de hacer en 20 años en la materia”.
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En 2004, recibió el Premio Nacional de Periodismo junto a Ricardo Becerra y Leopoldo Gómez, en la categoría de Reportaje y Periodismo de Investigación por su trabajo en la serie de once programas "México: la historia de su democracia"
Actualmente es maestro de tiempo completo de la UNAM, director de la revista Nexos, columnista del diario Reforma, miembro del Consejo Consultivo de la UNICEF en México y consejero de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.






