
En Viejo siglo nuevo transcurre la vida de personajes quienes, con profunda sinceridad, comparten los anhelos y convicciones de un tiempo que se intuía feliz; entre los ensueños de la razón, las ambiciones de la ciencia y los misterios de la teosofía, el espiritismo se revela como el motor invisible que llevó a México de un siglo a otro.
En esta novela, Madero dice: “Qué frágil es nuestra República, qué frágil soy. Me matarán, es un hecho. Todo este tiempo que fui presidente no supe detener el caudal de los ríos, aligerar los malestares de la gente, escuchar a mis amigos, soy un espíritu desasosegado…”.
De acuerdo con una entrevista en el diario Reforma, Gutiérrez Müller explica: “Me propuse también hablar de la esotería del siglo 19. La importancia que tuvo en los movimientos políticos, ideológicos”. Es por eso que los personajes remiten a la teosofía, al espiritismo y el rosacrucismo de la época. “No hay que tomarlas con desdén, en todas esas doctrinas hay una necesidad de que el ser humano sea mucho más espiritual que material”, añade.
Gutiérrez Müller cuenta a ese diario que durante el periodo en que escribió Viejo siglo nuevo, editado por Planeta, su esposo Andrés Manuel López Obrador, fue su consultor y “mejor lector”: “Le pedí su opinión muchas veces, si le gustaba tal frase, si faltaba un episodio que considerara revelador”.
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Ha sido profesora universitaria, locutora de radio, periodista en radio y televisión, funcionaria pública en el Gobierno del Distrito Federal y, actualmente, investigadora de tiempo completo y autora de libros.





