En libertad, una madre delfín y su cría son inseparables. Nadan juntas kilómetros cada día, juegan, exploran, se comunican con un lenguaje complejo de sonidos y gestos. La madre amamanta a su cría durante más de un año y le enseña a cazar, a relacionarse con el grupo, a sobrevivir en el mar.
Los delfines son animales altamente sociales; viven en grupos familiares que colaboran, juegan y se defienden unos a otros. Las madres, en particular, mantienen un vínculo inquebrantable con sus crías, acompañándolas incluso cuando ya son juveniles.
Pero en Cozumel, esta imagen es muy diferente. El 15 de febrero de 2025, Empty the Tanks documentó una escena dolorosa: dos madres y dos crías de delfín confinadas en una diminuta piscina improvisada, rodeada por lonas azules. En otro encierro, igualmente precario, se observó a una hembra aislada, probablemente embarazada. Recientemente, el 27 de septiembre, estas prácticas se repitieron: ahora una madre y su cría permanecían en el mismo espacio reducido.
Estas imágenes no dejan lugar a dudas: madres y crías, que deberían estar explorando el océano juntas, se encuentran atrapadas en un puñado de metros cúbicos de agua, nadando en círculos, privadas de toda expresión natural de su vida social, emocional y física. Dolphinaris Cozumel no sólo perpetúa este encierro, sino que también lo exhibe como si fuera entretenimiento o educación.
Empty the Tanks México ha presentado ya tres denuncias formales contra este centro. Pero no es suficiente. Necesitamos que la sociedad entera vea lo que ocurre detrás de las taquillas y los folletos turísticos y el falso marketing de esta industria.
Para mí, este dolor es personal. Mi lucha comenzó por amor a los delfines: por su inteligencia, por la forma en que cuidan a sus familias y habilidades increíbles para sobrevivir en el océano.
Ninguna madre debería ver a su cría crecer en pequeños encierros. Ningún delfín debería vivir reducido a una alberca. El mar es su hogar, y la única manera de respetar su naturaleza es devolviéndolos a él.
Por eso, hoy más que nunca, es urgente compartir las imágenes y videos grabados. difundirlos en redes, y exigir que las autoridades actúen de una vez por todas. Porque detrás de cada “nado con delfines” hay sufrimiento.
