Hoy, en la segunda administración de Trump, Russell Vought es considerado —junto con Stephen Miller— uno de los arquitectos centrales de la agenda “Make America Great Again”. Desde la dirección de la Oficina de Administración y Presupuesto (OMB), un área clave de la Casa Blanca, se ha convertido en el poder tras el trono: el encargado de dar forma al proyecto de concentración de poder presidencial que guía a Trump en este nuevo mandato.
Ciudad de México, 4 de octubre (SinEmbargo).- Mientras Elon Musk acaparaba los reflectores en el primer gobierno de Donald Trump, un hombre de bajo perfil tejía en silencio la arquitectura de un proyecto más ambicioso: Russell Vought, el director de presupuesto que hoy emerge como el verdadero artífice de la segunda presidencia trumpista.
Russell Vought un, hombre de apariencia discreta parecía ser un burócrata más en Washington. Hoy, sin embargo, es señalado como el operador en las sombras que impulsa la agenda radical de Donald Trump y redefine los límites del poder presidencial en Estados Unidos.
En el primer tramo del Gobierno de Donald Trump el magnate Elon Musk acaparó parte de los reflectores con el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés). Ya fuera con una gorra negra de MAGA en el despacho oval o con una motosierra en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), Musk se volvió un fenómeno mediático junto con la agencia que encabezaba para llevar a cabo una serie de recortes en el gobierno mediante cartas de despido, agencias enteras suspendidas de la noche a la mañana, y un acceso indebido a registros confidenciales de empleados.
Musk dejó el Gobierno de Trump en mayo de 2025 en medio de un pleito público en el cual el magnate incluso abrió la caja de pandora del caso Epstein y sus vínculos con el Presidente de EU. No obstante, en todo ese tiempo en el que operó Elon hay un personaje clave que ha permanecido fuera de los reflectores, un operador en las sombras que participó en el primer Gobierno de Trump, que en los cuatro años de Joe Biden apuntaló la agenda de MAGA y que hoy es visto junto a Stephen Miller como uno de los hombres clave de esta segunda administración: Russell Vought.
Vought es el director de la Oficina de Administración y Presupuesto (OMB), el centro neurálgico de los cambios radicales de la administración, visto como el poder detrás de la presidencia, y también se desempeña como director en funciones de la Oficina de Protección Financiera del Consumidor,
The New York Times relata esta semana como Russell Vought estaba preparando la propuesta presupuestaria para 2026 del gobierno de Donald Trump cuando su personal se enteró que el equipo de reducción de costos de Elon Musk estaba suprimiendo unilateralmente partidas que Vought tenía intención de mantener.
Vought dijo a sus colegas que se sentía marginado y limitado por el caos aleatorio del Departamento de Eficiencia Gubernamental que dirigía Musk, según dijeron al Times seis personas conocedoras de sus comentarios que, hablaron bajo condición de anonimato por temor a represalias.
“Vamos a dejar que el DOGE rompa cosas, y recogeremos los pedazos más tarde”, dijo Vought a su personal en un momento de irritación, según tres de esas personas. La portavoz de Vought, Rachel Cauley, negó que hiciera esos comentarios y que se sintiera frustrado por Musk. Otras versiones en la prensa incluso sostienen que sirvió de puente entre Musk y los republicanos.
Lo cierto, es que Vought es visto como “un nerd de los números que rara vez levanta la voz” que pasó los cuatro años de la Presidencia de Joe Biden trabajando en una vieja casa cerca del Capitolio, donde se quejaba de las palomas que infestaban su techo, coordinándose con otros leales a Trump para elaborar planes amplios y detallados para su regreso, relata el New York Times.
La meticulosidad de Vought lo llevó a analizar cuidadosamente los errores del primer mandato trazar la ruta para alcanzar su ansiado objetivo y del propio movimiento MAGA: un presidente con una autoridad drásticamente ampliada, incluida la potestad de recortar gastos, despedir empleados, controlar agencias independientes y desregular la economía.
“En los meses que han pasado desde que Musk se enemistó con el presidente, Vought ha empezado por fin a poner en práctica sus planes: rehacer la presidencia, punto por punto, restaurando poderes debilitados tras el gobierno de Richard Nixon. Sus esfuerzos están ayudando a Trump a ejercer su autoridad de forma más agresiva que ningún otro presidente contemporáneo, y amenazan con erosionar los antiguos controles y equilibrios del sistema constitucional estadounidense”, sostiene el Times.
De esta manera ha encabezado una campaña para eliminar cientos de normativas sobre medio ambiente, salud, transporte, seguridad alimentaria y laboral. Forbes reportó a su vez cómo en una reunión de gabinete realizada en agosto le dijo a Trump que sus esfuerzos se habían traducido en 245 iniciativas desreguladoras este año. También ha hecho valer el poder de la Casa Blanca sobre organismos independientes como la Reserva Federal defendiendo una orden ejecutiva que les obligaba a someter sus acciones reguladoras a la aprobación de su oficina.
Además, como director en funciones de la Oficina de Protección Financiera del Consumidor, la agencia encargada de hacer cumplir las normas para proteger a los ciudadanos de las prácticas financieras depredadoras, detuvo casi todo el trabajo de la agencia y trató de despedir al 90 por ciento de su personal.

El bulldog del MAGA
“El bulldog del MAGA”, lo llamó Stephen Bannon, el exasesor de Trump cuyo podcast War Room es popular entre la base MAGA. “Una absoluta estrella de rock”, dijo sobre él el activista asesinado Charlie Kirk, cuyo podcast era uno de los muchos en los que Vought compartía regularmente sus puntos de vista. “El guerrero santo de Donald Trump”, lo nombre The Economist, en un perfil publicado a inicios de este año en el que señaló cómo “es casi fácil pasar por alto a Russell Vought con sus gafas de carey, su barba pulcra y su porte erudito”
“La apariencia tranquila del Sr. Vought oculta una vena incendiaria, alimentada por sus convicciones religiosas”, proseguía la revista británica, que ya desde entonces advertía que sería una figura clave en la administración del Trump, cuyo objetivo es nada menos que la destrucción del statu quo en el gobierno estadounidense.
Vought creció en Trumbull, Connecticut, en una familia devota que lo enviaba a una escuela cristiana privada y a un campamento bíblico durante los veranos. Su padre era electricista y su madre, maestra de escuela. Es el menor de siete hermanos. Sus padres, destaca The Economist en un perfil, le inculcaron una prodigiosa ética de trabajo que sus colegas han destacado a lo largo de los años.
En Wheaton College, la universidad evangélica donde estudió historia y ciencias políticas, Vought era un estudioso y un poco friki, según dijo un compañero de posgrado que lo conoció en aquel entonces a The Atlantic. El exalumno, que pidió el anonimato para poder relatar sus interacciones personales, contó al periodista McKay Coppins que Vought era objeto de bromas periódicas. En una ocasión, recordó, algunos compañeros de dormitorio de Vought cogieron un cubo de basura con olor a podrido que había estado acumulando platos sucios en el baño común y lo escondieron debajo de su cama.
Luego de graduarse de Wheaton College dedicó más de una década a trabajar en asuntos presupuestarios en el Capitolio. No obstante, su fe sigue siendo el centro de su vida y de su política. Él mismo se considera un nacionalista cristiano. En 2021 fundó el Centro para la Renovación de América, una organización cuya misión es “renovar el consenso de que Estados Unidos es una nación bajo Dios”.
En su audiencia de confirmación de 2017 —en el primer Gobierno de Trump—, el Senador independiente Bernie Sanders mencionó un artículo del Vought en el que describía a los musulmanes como "condenados" por haber rechazado a Jesucristo. Vought respondió que respetaba el derecho de toda persona a expresar sus creencias religiosas. Vought también ha pedido la abolición total del aborto, una postura demasiado extrema incluso para la mayoría de los conservadores estadounidenses.
En 2022, en un artículo publicado en The American Mind, Vought criticó cómo la izquierda en Estados Unidos no quiere un Presidente enérgico con el poder de doblegar al poder ejecutivo a la voluntad del pueblo estadounidense, ni quiere un Congreso vibrante donde se debatan y decidan grandes cuestiones frente al pueblo estadounidense y donde se hagan concesiones sino que busca que "expertos" de carrera ejerzan el poder tras bambalinas.
“La buena noticia, dijo, es que tenemos la realidad que revela la lucha de la izquierda contra Donald Trump y su movimiento. Saben que es una amenaza existencial para su régimen. Si no lo fuera, no les importaría. Y los extremos a los que están llegando incluso ahora demuestran que aún tenemos tiempo”.
Y puntualizó: “Pero el largo y difícil camino que nos espera para regresar a nuestra querida Constitución comienza con ser honestos con nosotros mismos. Comienza reconociendo que vivimos en una era posconstitucional. Nuestra necesidad no es solo obtener mayorías en el Congreso que culpen a la otra parte o llenar escaños en tribunales para intervenir desde los márgenes. Se trata de presentarnos como disidentes del régimen actual y asumir todo el peso de imaginar, articular y defender lo que un constitucionalismo radical requiere en el momento crítico que atraviesa nuestro país, y luego llevarlo a cabo. Eso, y solo eso, definirá la habilidad política estadounidense en los próximos años”.
Ciertamente aún cuando todas estas posturas de derecha le han valido ser visto como un elemento importante en el movimiento MAGA, Trump ha recurrido a él no por su nacionalismo cristiano, sino por su dominio del proceso presupuestario, así como por sus ideas políticas radicales.
El artífice de la agenda trumpista
Vought fue uno de los artífices del "Proyecto 2025", una controvertida colección de propuestas sobre cómo Trump debería reformar el gobierno en su segundo mandato. La polémica alcanzó tales magnitudes que durante la campaña electoral, Trump aseguró a los votantes que no tenía "nada que ver" con el Proyecto 2025.
No obstante, The Washington Post dio a conocer en la campaña cómo Vought fue el director de políticas del comité republicano de la plataforma 2024, lo que le dio la oportunidad de impulsar a un partido que no adoptó una plataforma en 2020 aún más a la derecha. Trump personalmente aprobó la agenda de Vought en un evento de recaudación de fondos para su grupo en Mar-a-Lago y afirmó que Vought "haría una gran labor para continuar nuestra lucha por hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande", expone el Post.
De hecho en el Proyecto 2025 una iniciativa liderada por la Fundación Heritage, un centro de estudios conservador, para sentar las bases del segundo mandato de Trump y que consta de 920 páginas, Vought sostuvo que existía una necesidad "existencial" de que el Presidente hiciera un uso agresivo de sus poderes. Este proyecto planteó los elevados aranceles comerciales de Trump y las iniciativas de reducción de costos del Departamento de Eficiencia Gubernamental.
No es de extrañar, desde su Centro para la Renovación de América, Vought ha elaborado numerosos documentos de política que abogan por obsesiones de Trump como la anexión de Groenlandia, la promulgación de aranceles amplios, entre otras propuestas, destaca Bloomberg. De hecho, añade este medio,eEn el centro de la ideología de Vought se encuentra la teoría del ejecutivo unitario, que, según sus críticos, equivale a argumentar que Trump debería tener amplio margen de maniobra para hacer lo que quiera.
De hecho, en la primera administración trumpista Vought encontró soluciones alternativas para satisfacer las ambiciones del Presidente estadounidense, que pusieron a prueba los límites legales y su propio historial de oposición a los excesos del ejecutivo y al gasto deficitario.
Cuando el Congreso bloqueó la financiación adicional para el muro fronterizo de Trump entre México y EU, a principios de 2020, la Oficina de Presupuesto redirigió miles de millones de dólares del Pentágono a lo que se convirtió en uno de los proyectos federales de infraestructura más costosos de la historia de Estados Unidos.
Y fue la misma oficina de Vought la que retuvo la ayuda militar a Ucrania mientras Trump presionaba al gobierno para que investigara a Joe Biden, lo que provocó el primer juicio político del presidente. De hecho Vought desoyó una citación del Congreso durante la investigación del juicio político , la cual calificó de "proceso fraudulento". La Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO) concluyó que su oficina infringió la ley, una afirmación que Vought refutó.





