Tomás Calvillo Unna

La intuición, la aguja del tiempo

"La disputa a nivel mundial por el territorio de la mente y la hegemonía de la híper- tecnología en la cotidianidad obligan a reflexionar profundamente con apertura, sin prejuicios, sobre los desafíos que vive la población en todos sus estratos y definir así lo prioritario, para sumar esfuerzos y recuperar la mínima paz y estabilidad cotidiana que exigen estos tiempos."

Tomás Calvillo Unna

13/08/2025 - 12:04 am

La intuición, la aguja del tiempo
“La caja de la naturaleza” Pintura: Tomás Calvillo Unna

I

El pirul de la ventana

inunda el mediodía.

Ya es un lienzo su textura;

la pintura y su fortuna de rastrear

las estrategias del color,

su inagotable destreza de ser paisaje

donde menos se espera;

aquí,

retorna.

 

II

Sabemos a ciencia cierta

de la vulnerabilidad que nos acompaña,

la acallamos,

incluso la enterramos, si es necesario,

pero tarde o temprano

su evidencia nos confronta.

No hay vuelta de hoja,

sólo en el silencio

decidimos.

 

III

 

En la incertidumbre que permea

se pierde el rumbo

del tránsito inevitable

de todo andar;

la secuencia y el mismo aliento

se desplazan y aparentan

un destello más

en la continua desaparición.

 

IV

 

La desnudez existencial

acapara el escenario,

nuestra respuesta

define el sentido de la vida.

En el inhalar y exhalar

está la enseñanza

del inicio siempre:

certeza en lo invisible;

las olas de las palabras meciendo

el océano de la conciencia.

 

V

 

La bóveda invisible

que se sabe presente

no es el aura de la fe;

la arquitectura traza el carácter,

en la sabia paz del desprendimiento;

la gratitud sin más.

 

Su constancia,

el compromiso

de sostener

la inaudita paciencia

entre los escenarios;

donde se hacinan

los sarcófagos del poder

de incontables disputas.

 

La bondad de los deseos incinerados,

la fortaleza invencible:

su estremecimiento.

 

VI

 

Una conversación permanente

entre las ramas,

las hojas, la luz y el viento,

no cesan ni en invierno;

aunque no se perciba a simple vista.

Pareciera una incansable danza,

un esculpir continuo del entorno,

como si no tuviera principio ni fin,

la tarea del día y la noche

con aspiración de interminable.

 

VII

 

Cuando lo advertimos,

nos damos cuenta

que no somos ajenos a ello,

a pesar de que nuestras cuitas

absorban toda la atención posible.

 

Ese arte a la vez contundente

y también intangible,

es en sí

un pasaje al más allá, aquí mismo.

Si pudiéramos confirmar esa esencia

que es libertad pura

a la vez que se difunde

en múltiples dimensiones;

respiraríamos sin duda,

derrotada la angustia,

ya sin agitación.

 

VIII

 

Es fuente imparable de luz,

a la vez lluvia,

sin dejarse abrazar.

Perdura en su insistencia

de confrontarnos a nosotros mismos

sin importar el derrotero elegido o atribuido.

Es lo que es, así, sin adjetivos:

sustancia

emblemática.

La sutileza es el acero del alma,

al desincorporándonos de toda apariencia.

 

Rendija:

I

La extrema crueldad que vive el país, la incapacidad que tenemos de formalizar un diálogo público ajeno a insultos y mutuas descalificaciones, la falta de generosidad mínima de las fuerzas políticas entre sí y con la sociedad en su complejidad; los retos desafiantes del deterioro social y sus expresiones en la criminalidad a todos niveles, nos obligan a diseñar estructuras y lenguajes de un mínimo entendimiento que despierten la inspiración de los ciudadanos, para impulsar la recomposición de la República, desde lo local a lo nacional. Recuperemos el llamado tejido social.

II

La disputa a nivel mundial por el territorio de la mente y la hegemonía de la híper- tecnología en la cotidianidad: obligan a reflexionar profundamente con apertura, sin prejuicios, sobre los desafíos que vive la población en todos sus estratos y definir así lo prioritario, para sumar esfuerzos y recuperar la mínima paz y estabilidad cotidiana que exigen estos tiempos. El lenguaje político (discursos, declaraciones, polémicas) más que anacrónico, comienza a ser un peso muerto que impide el mínimo entendimiento necesario para edificar la ruta de la Nación, sin la cual, naufragaremos en el mar de la inútil y envenenada maledicencia: caduco residuo del subdesarrollo mental, atrapado en erosionadas ideologías. El odio sembrado son los crímenes del mañana.

Tomás Calvillo Unna

Tomás Calvillo Unna

Lo dice el reportero