Cuestión de centímetros: Roger Federer cambia raqueta para eludir el ocaso

19/07/2013 - 8:56 am

Por Sebastián Fest 

Madrid/Hamburgo, 19 jul (dpa) - En menos de tres semanas cumplirá 32 años, pero el suizo Roger Federer, considerado por muchos como el mejor tenista de todos los tiempos, volvió a dar claras señales de que no se resigna al ocaso.

"Estoy siempre abierto a lo nuevo", aseguró el suizo esta semana a la prensa de su país al explicar por qué aceptó cambiar de raqueta, algo que ya muy pocos pensaban que haría.

El salto de Federer no es menor, ya que pasó de una raqueta de 90 pulgadas a una de 98, de 581 centímetros cuadrados a 632. La teoría indica que una raqueta más grande tiene más "piedad" con su dueño, le perdona más errores, un dato no menor para el Federer de los últimos tiempos, que falla más que antes.

"Se siente muy diferente", admitió Federer en Hamburgo, donde hoy busca las semifinales. "Cambiar de raqueta es uno de los mayores cambios que un jugador puede hacer", admitió el ex número uno del mundo. "Pero creo que lo hice en el momento correcto".

Federer viene cumpliendo una temporada decepcionante, con sólo un torneo ganado, en Halle, y eliminaciones en los cuartos de final de Roland Garros y la segunda ronda de Wimbledon. El suizo sintió que debía dar un volantazo para evitar un 2013 negro.

"Claro que hay un poco de inseguridad tras Wimbledon", reconoció el suizo, que por eso decidió inscribirse en los torneos de Hamburgo y Gstaad. Necesita ganar partidos y confianza, pero también puntos para el ranking. Si suma los suficientes podría evitar llegar al Abierto de Estados Unidos como quinto del ranking mundial, posición que lo pondría en la peligrosa situación de medirse a hombres como el serbio Novak Djokovic, el británico Andy Murray o el español Rafael Nadal en cuartos de final.

Ver a Federer entrenarse esta semana sobre la arcilla del club Rothenbaum con una raqueta más grande fue todo un acontecimiento para los "insiders" del tenis. El suizo es el heredero más directo del estadounidense Pete Sampras, un hombre que hasta el final de su carrera se negó a cambiar su raqueta de 85 pulgadas, el mismo modelo con el que Federer jugó en los primeros años de su carrera.

Djokovic y Nadal juegan con modelos de 100 pulgadas, Murray lo hace con una de 98. Con su raqueta de 90, Federer era en cierta forma un anacronismo, el último eslabón con los años '80 y '90.

No fue fácil para el suizo tomar la decisión, porque las raquetas de aro más pequeño jerarquizan a su dueño, le dan un aura especial, "dicen" algo del tenista en cuestión: cuanto más chica la raqueta, más talento y precisión requieren del jugador, porque el "sweet spot", el "punto dulce" de impacto es más reducido y el margen de error mucho menor.

Eso sí: si se le pega bien, el golpe saldrá perfecto, con gran control y suficiente potencia. Si no se le pega tan bien, las cosas se complicarán bastante más que con las raquetas de mayor tamaño, que cuentan con una zona más amplia para impactar la pelota, algo especialmente útil a la hora de sacar. Como contrapartida, los golpes son en general menos sutiles, menos preciosistas, algo que podría dolerle a un talento como el suizo.

O no. Porque aunque Federer sea Federer, tras cambiar a una raqueta más grande está viviendo la misma agradable y a la vez perturbadora experiencia de cualquier jugador de club: "Tengo la sensación de que logro más potencia con más facilidad".

Redacción/SinEmbargo

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