
En el vértigo de la improvisación, el protagonista habla de sí mismo pero no abandona su propósito original; a su mente acuden los poetas que han cambiado el clima con sus versos. De manera fascinante se mezclan dos formas del discurso: la conferencia y la confesión.
Protagonizado por un bibliotecario, este monólogo escrito por Juan Villoro es una honda y muchas veces irónica reflexión sobre la vida de los libros y las emociones que despiertan. Una biblioteca es una colección de amores, repudios, sospechas y nostalgias, por lo que dicen sus volúmenes, pero también por el modo en que han sido leídos.
Conferencia sobre la lluvia depara una sorpresa final: el destinatario de la charla. Si un libro depende del lector, una conferencia depende del público. La voz tiene sentido si alguien la oye. Misteriosamente, también define a quien la oye. Escuchar es ser interpretado. Un conferencista habla en escena. Ha perdido sus papeles y sus palabras se precipitan. Mientras tanto, una presencia sigilosa lo escucha con el azoro que provoca la caída de la lluvia.
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En su obra destacan las novelas El disparo de argón, Materia dispuesta, El testigo, Llamadas de Ámsterdam (Almadía, 2009) y Arrecife; crónicas como Palmeras de la brisa rápida (Almadía, 2009), Safari accidental, Dios es redondo y 8.8: El miedo en el espejo (Almadía, 2010). No menos memorables son sus libros de ensayos Efectos personales y De eso se trata, así como los libros de cuentos La casa pierde, Los culpables (Almadía, 2007) y ¿Hay vida en la Tierra? (Almadía, 2012), así como los libros infantiles El profesor Zíper y la fabulosa guitarra eléctrica y El libro salvaje. Luego de los montajes y las publicaciones de sus dos primeras obras dramáticas, Muerte parcial y El filósofo declara, el autor goza también de reconocimiento y admiración en el ámbito del teatro nacional.




