Artes de México

REVISTA ARTES DE MÉXICO | Revocar el silencio, un libro frente al maltrato animal

19/01/2019 - 12:03 am

La educación procede de lo que nos rodea. Esto lo señaló Rousseau hace más de dos siglos, y Francesca Gargallo lo retoma en el texto que acompaña Revocar el silencio, el ensayo fotográfico de Elideth Fernández. Los tejidos sociales, las ideologías, la política, la cultura, la religión, los mitos, la filosofía, el arte, los medios masivos de comunicación nos aleccionan.

Por Ghada E. Martínez

Ciudad de México, 19 de enero (SinEmbargo).- El enorme aparato educativo que representan la publicidad, el mercado y las grandes industrias del entretenimiento nos bombardean una y otra vez con imágenes de los ideales del mercado capitalista, de lo que representa el éxito en la sociedad occidental de la actualidad, de imágenes de lo que deberíamos aspirar a ser algún día.

¿Qué es lo más importante hoy? Ser hombre blanco, culto, rico y emprendedor. A partir de este arquetipo, los derechos se destinan a mujeres, gente pobre, población indígena o negra, animales, naturaleza, árboles, ecosistemas, vidas cuya importancia radica en que tan útiles son para las élites y grupos en el poder.

La imposición y el despojo no son nada nuevo. Basta con hacer un pequeño recorrido histórico para descubrir la violencia de la cual siempre es objeto la otredad, aquello que es distinto a nosotros. Esta violencia, tan normalizada ya, tiene su origen en una educación que insensibiliza y legitima el derecho a la explotación de ciertos grupos humanos y, sobre todo, del mundo animal, vegetal y mineral. Esta violencia puede observarse a distintos niveles, desde los niños que apedrean animales callejeros para divertirse hasta las catastróficas consecuencias medioambientales que las grandes industrias han provocado.

Gargallo nos recuerda que el lenguaje también alecciona, pues “cuando hablamos, ideas, conceptos y juicios se configuran. Los insultos educan porque propician que el otro, que se ha sentido ofendido y descalificado, desestime aquello con lo que ha sido identificado”. En este sentido, sobresale bastante el hecho de que para invalidar o insultar a alguien, a menudo se utilizan palabras como “burro”, “animal” o “cerdo”. Nos encariñamos con nuestras mascotas, perros, gatos, pericos, pero decidimos ignorar lo que ocurre en los mataderos de la industria ganadera. Nos enternecen los videos de pingüinos y mapaches en las redes sociales, pero seguimos contribuyendo a la destrucción de sus hábitats. Nos indignamos ante el maltrato animal, pero consumimos a costa de sus vidas.

A través de Revocar el silencio, un penetrante ensayo fotográfico en blanco y negro, Elideth Fernández, fotógrafa e historiadora del arte, retrata un profundo compromiso con los derechos de los animales. Mediante su trabajo, aborda y objeta las condiciones de violencia a las cuales los animales son expuestos por el humano. Este libro es una colección de imágenes incómodas, difíciles de ver, que dejan al descubierto la crueldad del maltrato y la explotación de los animales. Los protagonistas de este ensayo son cabras, monos, elefantes, caballos, aves, peces, entre otros. Al recorrer las páginas, decenas de ojos se incrustan en los del lector-espectador; miradas de dolor, sorpresa, ansiedad y resignación.

D.R. Elideth Fernández, 2018 en Revocar el silencio, Artes de México, 2018.

Gracias al blanco y negro, la brutalidad es aún más evidente. No hay colores que distraigan, ni fondos que cobren protagonismo, sólo los animales y los barrotes de sus jaulas; sus miradas y las nuestras. Las tomas cercanas enfatizan el encierro. La negrura de los espacios deja en primer plano a los animales enjaulados, amarrados, azotados. La sangre destaca más en un fondo blanco. De igual manera, los contrastes de grises permiten una mejor apreciación de esa “otredad” cuyo sufrimiento es tan tangible. El trabajo de Elideth Fernández es agudo y, junto con el ensayo crítico de Francesca Gargallo, revoca el silencio y pone de manifiesto las atrocidades que se cometen día tras día contra seres cuya vida hemos juzgado inferior a la nuestra.

Está comprobado que la capacidad de identificarse con el otro no es exclusiva del humano. Los animales son seres empáticos, reaccionan al dolor propio o ajeno, identifican situaciones de riesgo, son intuitivos, establecen vínculos sensibles entre sí y con las personas. Y son inteligentes: El pulpo puede llegar a realizar tareas complejas como abrir contenedores para sacar lo que hay dentro, tiene una gran memoria a corto y largo plazo; el pulpo mimo puede imitar otras especies, adoptando diversas formas y colores. Los delfines poseen capacidades de comprensión, identificación y relación; las ballenas poseen la ecolocalización para comunicarse, sus cantos están compuestos por patrones que varían de grupo en grupo para poder identificarse entre sí. Los loros reconocen rostros, pueden imitar y tienen una excelente memoria. El elefante es capaz de expresar una amplia gama de emociones, tienen una memoria superior a la humana y poseen una gran consciencia de sí mismos, así como de los otros, por lo que son altamente sociales. Varios tipos de aves, como el cuervo, construyen herramientas, pueden resolver problemas, razonar. Algunos roedores tienen una gran capacidad de análisis de situaciones a partir de los estímulos que reciben. Los chimpancés tienen aptitudes sociales, valores comunitarios; también saben utilizar herramientas y expresar varias emociones. La lista es enorme.

D.R. Elideth Fernández, 2018 en Revocar el silencio, Artes de México, 2018.

Pero aún con los estudios científicos y la propia experiencia como respaldo, no es fácil deshacerse de miles de años de creencia en nuestra “superioridad”, que como en el Génesis, legitima la dominación, la explotación y la impunidad de matar sin consecuencias. Si bien la sociedad avanza y poco a poco va dejando atrás viejas filosofías —el racismo, que hasta bien entrado el siglo xx no dudaba de la superioridad de los blancos; el sexismo, que en pleno siglo xxi sigue siendo un gran problema— los animales todavía no recuperan su derecho a existir y a una vida digna. Aunque ya nadie duda de la existencia de los derechos humanos, aún no se reconoce el valor intrínseco de la vida animal. Nuestros privilegios siguen erigiéndose a costa de la negación de sus derechos.

La empatía es algo que compartimos con ellos, pero elegimos proclamarnos “racionales”, seguir afirmando las palabras de Descartes y actuar como si los animales fueran máquinas vivientes. Elegimos no incomodarnos. Esto es lo que critica Elideth a través de su ensayo, pues cada fotografía es un cuestionamiento acerca de cómo hemos construido nuestra relación con la naturaleza, específicamente con los animales. Cada imagen captura sus expresiones, su condición de seres sensibles y objeta cualquier pretensión de superioridad de parte nuestra respecto a ellos.

Se dice que el 3 de enero de 1889, Friedrich Nietzsche atravesó la plaza Carlo Alberto en Turín y se topó con un cochero que azotaba brutalmente a su caballo, que yacía en el suelo agotado. Nietzsche, profundamente dolido, se acercó al animal y lo abrazó antes de desvanecerse. Algunos relatos dicen que le susurró al oído, otros que simplemente lloró aferrado a él; sin embargo, la mayoría de los biógrafos coinciden en que éste fue un incidente traumático en la vida del filósofo y que marcó el inicio de su demencia. Nunca sabremos qué pasó por su cabeza en ese momento, es curioso que se considere este suceso como evidencia de su locura. Quizá simplemente vio con claridad la esencia de la relación del hombre con su entorno y no pudo soportarlo. Quizá fue el momento más lúcido de toda su vida.

D.R. Elideth Fernández, 2018 en Revocar el silencio, Artes de México, 2018.

Definitivamente, la fotografía de Elideth Fernández, primera artivista y fotógrafa por los derechos de los animales en la historia de la fotografía mexicana, y el ensayo crítico de Francesca Gargallo no dejan lugar a la indiferencia y se unen para alzar la voz por aquellos que no pueden. Cada imagen nos abre los ojos de una manera dolorosa pero necesaria y nos confronta duramente al retratar sin miramientos el sufrimiento animal. Cada fotografía apela a nuestra humanidad y compasión a favor de aquellos que sienten, sufren, piensan y aman al igual que nosotros.

Consigue este libro a través de la página de Artes de México https://catalogo.artesdemexico.com/productos/revocar-el-silencio/ y suma al placer de conocer nuestra cultura, el asombro de comprenderla.

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