"Si los ingenieros de la inteligencia artificial desarrollarán un sistema artificial con el mismo grado de complejidad que el cerebro humano, esa máquina sería automáticamente consciente", señala el neurocientífico Ignacio Morgado.
MADRID, 5 Dic. (EUROPA PRESS).- La consciencia nos permite saber quiénes somos, imaginar, y adaptarnos. Es el mayor logro —y en parte el mayor enigma— del cerebro humano. En una era dominada por la inteligencia artificial (IA), el neurocientífico Ignacio Morgado reflexiona sobre si algún día una máquina podría experimentar lo que sentimos los seres humanos, o si eso es, precisamente, lo que nos salvará de ser reemplazados.
Precisamente, la RAE define a la consciencia como aquel "conocimiento inmediato o espontáneo que el sujeto tiene de sí mismo, de sus actos, y reflexiones". Y es que todos la tenemos. Se cree que empieza a crearse desde que somos embriones, cuando empieza a desarrollarse nuestra corteza prefrontal.
Hoy en día estamos inmersos en una auténtica revolución de la Inteligencia Artificial, cada vez más influyente en nuestro día a día, y cuyo límite, por el momento, desconocemos. ¿Será posible que una máquina desarrolle consciencia como en los humanos gracias a estos avances tecnológicos? Éste es uno de los debates que aborda en su último libro el neurocientífico Ignacio Morgado, titulado El espejo de la imaginación (Ariel), y por el que le entrevistamos en Europa Press Salud Infosalus.

Una cárcel de la que no podemos salir
Subraya este experto que la consciencia es "un estado de la mente", y "lo que nos define como seres humanos". Precisamente, subraya que es uno de los principales aspectos que nos diferencia de los robots, por ejemplo: "Sería muy distinta nuestra vida si no fuéramos seres que nos damos cuenta de las cosas que nos pasan. Un robot de manera inconsciente y programada funciona en su día a día. La consciencia es darnos cuenta de quiénes somos y de dónde estamos, por ejemplo, es lo que define y da sentido a nuestra vida. Somos seres con una sensación de vivir que no la tiene ningún ser inconsciente".
De hecho, en el libro, este catedrático emérito de Psicobiología en el Instituto de Neurociencias y en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona menciona que la consciencia "es lo más familiar que tenemos, con lo que nos identificamos", si bien advierte de que "siempre puede convertirse en una cárcel de la que no podemos salir, aunque lo intentemos".
¿Esto por qué? Tal y como explica, más allá de lo que podemos conocer o intuir desde nuestra conciencia, no sabemos si hay algo más a lo que no podemos llegar. "Nuestro mundo es sobre todo imaginación, y sin la propiedad imaginativa seríamos como un ser vegetal, por ejemplo, que nace vive y muere y nunca nota que ha pasado por este mundo", apostilla Morgado.
No se sabe cómo el cerebro hace posible la consciencia
Según prosigue, la consciencia depende de nuestro cerebro, "pero a día de hoy no sabemos cómo éste lo hace posible". "Se crea en la fase materna, y es probable que aparezca en cuanto se desarrolla la corteza cerebral. De hecho, es muy probable que el propio feto tenga un grado importante de consciencia, y más a medida que se desarrolla. Es fundamentalmente un proceso de la corteza cerebral, la parte del cerebro más desarrollada. Y por eso la consciencia la tienen aquellas especies animales que empezaron a desarrollar esta zona", agrega el también miembro numerario de la Academia de Psicología de España.
Habla también de que la consciencia facilita que nuestro cerebro pueda funcionar de un modo eficaz en sus competencias adaptativas, de forma que le ayuda a no equivocarnos tanto a la hora de hacer las cosas en nuestro día a día, pero sobre todo ante los imprevistos: "Si no tuviéramos consciencia podríamos hacer muchas cosas y nos equivocaríamos más; sobre todo si los cambios conductuales a hacer no estuvieran previstos para nosotros. La consciencia nos permite adaptarnos a las situaciones nuevas que vivimos. Un ser inconsciente no puede tener previstas todas las situaciones", advierte Morgado.

La diferencia: la capacidad de afrontar los imprevistos
Por eso, según insiste, la consciencia es "un artilugio del cerebro humano que busca soluciones en situaciones nuevas", y que nos permite un grado de adaptación a situaciones nuevas e imprevistos, que no tienen los artilugios programados como las máquinas modernas de la IA, que pueden tener previsiones de un millón de situaciones, pero no contemplan todas. "La consciencia nos permite buscar soluciones incluso ante situaciones nuevas, y no previstas", remarca.
Es entonces cuando le preguntamos si la IA llegará algún día a tener ese mecanismo de 'ser consciente', capaz de adaptarse a situaciones nuevas e imprevistas, a lo que este catedrático emérito de Psicobiología responde que se trata de una cuestión que podría descifrarse si supiéramos cómo realmente el cerebro hace posible las consciencias humanas.
"Según la teoría de Integración de la información, la consciencia emerge de forma espontánea de un sistema de gran complejidad. Por eso, si los ingenieros de la IA desarrollarán un sistema artificial con el mismo grado de complejidad que el cerebro humano, esa máquina sería automáticamente consciente y emergería de él la consciencia como un proceso espontáneo; aunque no sepamos cómo ese artilugio la hace consciente. Todavía en los humanos no sabemos cómo el cerebro humano hace posible la consciencia, y en última instancia, cuál es su naturaleza íntima", insiste este neurocientífico.
En el caso de que una máquina del futuro tuviera consciencia, según prosigue, podría tener un sentimiento de que es alguien, de ese 'yo' que tenemos las personas. "¿Sería ese ingenio artificial capaz de desarrollar un sentido de agencia, capaz de cambiar las cosas del entorno? ¿Podríamos controlar a ese ingenio consciente, o sería capaz de tener voluntad propia? "Todo esto es, por el momento, Ciencia ficción que deriva del hecho del desarrollo de la IA, de la que no sabemos hasta dónde puede llegar, por lo que debemos estar preparados para reaccionar ante ello desde el punto de vista moral o legal, por ejemplo", concluye Ignacio Morgado.




