
Ciudad de México, 7 de abril (SinEmbargo).- Este 4 de abril aconteció el centenario natal del arquitecto Mathias Goeritz, un buen motivo para conmemorar la existencia prolífica de quien es considerado uno de los protagonistas de la modernización plástica en México.
Así lo demuestra la retrospectiva “El retorno de la serpiente”, que actualmente se exhibe en el Museo Reina Sofía de España, y que en los próximos meses visitará el Palacio de Iturbide en la capital mexicana y el Museo Amparo de Puebla.
Francisco Reyes Palma, curador de la exposición, comentó que de manera paralela a la muestra se preparan actividades de orden académico, “estamos por definirlo; lo que sí es un hecho es que se publicará un libro sobre Goeritz para niños y se establecerá una ruta de visita por la obra pública del artista”, declaró a la agencia Notimex.
De acuerdo con el portal fomentoculturalbanamex.org, “El retorno de la serpiente. Mathias Goeritz y la invención de la arquitectura emocional” muestra el carácter prismático del escultor y enfrenta a Goeritz consigo mismo, a sus conceptos y a sus obras, dadas las fluctuaciones de su propio discurso.
Planteada como un recorrido por los trabajos emblemáticos de Goeritz, vista como una totalidad, la exposición pone de manifiesto cómo el conjunto de su obra y actividad surge de la asunción del arte como proyecto meta-artístico, extendiéndose al ámbito de lo social, lo político y lo público.
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Mathias Goeritz nació el 4 de abril de 1915 en Danzig, Alemania, actualmente Gdansk, Polonia, y pasó su infancia y juventud en Berlín, donde realizó estudios de pintura, historia del arte y filosofía. Murió el 4 de agosto de 1990 en ciudad de México.
Además de arquitecto, fue escultor, pintor, poeta e historiador del arte. Es considerado autor del concepto de arquitectura emocional.
En 1936 abandonó Alemania con la implantación del nacionalsocialismo e inició un largo periplo por Europa y el norte de África que lo llevó a exponer con artistas de vanguardia como Joan Miró y Ángel Ferrant y a crear la Escuela de Altamira, en Santillana del Mar (Santander).

Invitado por el arquitecto Ignacio Díaz Morales, llegó a México como profesor de historia del arte por la Escuela de Arquitectura de Guadalajara, en donde creó un taller de diseño en el que difundió las enseñanzas de la Bauhaus, la escuela de artesanía, diseño, arte y arquitectura fundada en 1919 por Walter Gropius en Weimar.
Como residente mexicano, en 1954 fue nombrado jefe del Taller de Educación Visual de la Escuela Nacional de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México y dos años más tarde, en 1956, la Universidad Iberoamericana lo invitó a iniciar la Escuela de Artes Plásticas en la cual instaló los primeros talleres de diseño industrial que hubo en el país.
“La fantástica construcción del Museo Experimental El Eco, que conjuntaba varias esferas del arte y pretendía ofrecer un espacio a los artistas de las más diversas disciplinas, financiada por el excéntrico empresario Daniel Mont y diseñada arquitectónicamente por Mathias Goeritz, contribuyó en especial a su reconocimiento. Después de su inauguración en 1954, sus obras ya no pudieron pasar inadvertidas y fueron siempre objeto de controversias”, escribió su biógrafa, Laura Ibarra.
Su artículo, “Arquitectura emocional”, publicado en 1954, marcó las bases de su pensamiento. Creía que la arquitectura era un arte público y sólo si lograba emocionar, se convertía en arte.
El Museo Experimental El Eco fue ideado por Mathias Goeritz como una “escultura penetrable” que albergara las diversas expresiones de las artes plásticas, escénicas y literarias. Entre las piezas destaca el “Poema plástico” que el artista alemán colocó en una columna amarilla que se levanta en el patio.
En 1957, junto con el arquitecto Luis Barragán y el pintor Jesús Reyes Ferreira, realizó las Torres de Satélite, inauguradas al año siguiente como emblema de la nueva Ciudad Satélite.
Para los Juegos Olímpicos de 1968 levantó La Osa Mayor (conjunto de columnas-torres de hormigón frente al Palacio de los Deportes) y dirigió la Ruta de la Amistad (serie de esculturas al aire libre que, a lo largo de 17 kilómetros, muestra la obra de 16 artistas internacionales).
Con Luis Barragán llevó a cabo la serie de vitrales en la Catedral de México, en la de Cuernavaca y en las iglesias de San Lorenzo (DF) y de Santiago, en Tlatelolco.
Con el arquitecto Ricardo Legorreta colaboró para el levantamiento de las Torres de Automex (1963) y los murales del hotel Camino Real (1968).
En 1975 fundó el grupo Cadigoguse con Germán Cabrera, J. L. Díaz, Sebastián y Ángela Gurría, con los que llevó a cabo cinco plazas escultóricas en Villahermosa.
Con la intención de integrar el arte y la naturaleza participó en el espacio escultórico de la UNAM (1979, cerca de la pirámide de Cuicuilco). A esta obra seguirían también en la ciudad de México, los “Prismas incrustados” (Parque de Chapultepec) y la “Corona de Bambi” (1979, Centro Cultural Universitario)
Para conmemorar el centenario su natalicio, el Museo de Arte Moderno (MAM), exhibe desde el pasado 31 de enero la pieza “El carnicero”, talla en madera de 75.2 x 54.5 x 31.1 cm que surgió de un ejercicio gráfico cuyo propósito era estudiar la figura humana asimilada como una unidad esencial.



















