Respecto de mis estudios, recuerdo que en el kinder tuve una buena experiencia. Además de amigos que habitaban cerca de mi casa, iban de otras calles de la colonia Clavería en la calle de Oasis, en la cual vivía yo. En el kinder conocí a una muchachita de la que me hice muy amigo y, ahora que lo escribo me doy cuenta de que el enamoramiento parece no tener edad pues, las emociones que yo sentía hacia aquella niña eran muy cercanas a esto. Por otro lado creo que tuve una estupenda maestra, y el ambiente de la escuela era agradable, ya que no me vienen sensaciones de molestia de ese kinder (todavía no existía la denominación de pre-primaria en dos niveles; era nada más una año escolar a la edad de 5 años).
Después entré a la escuela Club de leones a cursar primero de primaria que estaba ubicada muy cerca del río Consulado; para llegar ahí debía tomar dos camiones a la edad de seis años; desde luego que mi padre, William Samperio, me enseñó a llegar a la escuela, haciendo ejercicios a mi lado de donde tomar los camiones y donde bajarme. Y que habíamos dado varias vueltas juntos pasamos a la etapa de que él se iba a la primera bajada y yo tomaba el camión para encontrarme con él allá y luego lo mismo en el segundo tramo y de igual manera de regreso hasta que se me quedó grabado el procedimiento, no sin tener un buen nivel de miedo que, con el tiempo fue despareciendo. Sin embargo, como la directora de la escuela era mi madrina de bautizo en muchísimas ocasiones ella me regresaba a casa en su carro pues vivía a dos cuadras de mi casa.
A veces tenía que esperarla a que terminara sus asuntos administrativos y en ocasiones con otros compañeros de la escuela nos íbamos al río Consulado, el cual llevaba aguas aunque no demasiadas así que la primera vez que fui al río, le costó trabajo a mi madrina encontrarme pero a partir de ahí ya sabía que encontraba en el río.
A esa escuela llevábamos un uniforme medio caqui con corbata y gorra. Mi maestra de primero de primaria era según viene a mi memoria una viejita quien, en general enseñaba bien, pero era muy regañona y a los que nos portábamos mal nos daba de reglazos en las manos ante el grupo; a veces pensé que era excesiva y colérica. Al finalizar el curso llegué a tener una buena calificación. Al estudiar segundo de primaria talvez la educación rígida de la viejita tuvo buenos resultados en mí ya que saqué el diploma de buena conducta.
Al regresar de vacaciones a estudiar el tercero de primaria me encontré con que no pocos alumnos y quizá hasta algún maestro me achacaban, por lo bajo que había recibido yo el diploma debido a la influencia de mi madrina. La verdad yo no logré tolerar la presión y mi padre me tuvo que sacar de la escuela e inscribirme, ya comenzado el año escolar en la escuela Nuevo León de mi colonia, donde no era necesario llevar uniforme de ningún tipo y donde se encontraban muchos de mis amigos con los cuales podía ser yo banda. Cursé el tercero y cuarto de primaria sin mayor problema hasta llegar a quinto y sexto donde la aritmética se me complicó y reprobé los dos años, terminando el segundo sexto año en una escuela de San Álvaro donde tuve un buen profesor Oaxaqueño que sacaba del fango a cualquier alumno hundido.




