El pasado 20 de julio se inauguró un evento muy sonado: CowParade, patrocinado y organizado por la marca de lácteos Lala. Esta empresa -conocida por explotar a miles de animales- intenta cubrir sus atrocidades con una capa de arte.
Lala convocó a diversos artistas de México para pintar y exhibir esculturas de vacas. Ante esto, la ONG Liberum decidió sumarse —sin invitación, por supuesto— a manera de protesta pacífica y con un objetivo claro: concientizar. Lo hizo presentando a Chabela, la vaca que dice la verdad sobre lo que realmente implica consumir leche.
Chabela es una escultura inspirada en una vaca real, rescatada de la industria lechera, que vivió sus últimos años en el Santuario Libres al Fin. Su cuerpo, enfermo por las secuelas del maltrato, se convirtió en símbolo de resistencia y verdad.

En su superficie, la escultura lleva escritos y dibujados datos reales, científicamente comprobados, sobre la industria láctea. El propósito de esta intervención fue abrir los ojos del público: mostrar una verdad silenciada para que más personas consuman de forma consciente. Desde que somos niños, se nos inculcan mitos y mentiras sobre la leche; Chabela está ahí para romperlos.
Durante la exposición, voluntarios y voluntarias conversaron con los transeúntes. Muchas personas quedaron sorprendidas al leer los datos: nunca antes habían escuchado estas realidades. Al conocerlas, su percepción cambiaba. Sentían empatía por las vacas y comenzaban a cuestionar sus decisiones de consumo, entendiendo que cada elección alimenticia puede ser un acto de violencia... o de compasión.

¿Cuál es esta verdad?
Son millones los hechos que podrían mencionarse, pero aquí algunos de los más destacados:
- Para producir un sólo litro de leche, se necesitan 1 mil litros de agua. Tomando en cuenta todo el proceso desde su alimentación hasta su muerte.
- Las vacas deben estar embarazadas para producir leche y una vez que dan a luz, sus crías —los becerros— son separadas de ellas. Las vacas viven este arrebato con profundo dolor. Sufren duelos constantes.
- La producción intensiva obliga a las vacas a generar leche sin descanso, lo que provoca infecciones recurrentes en las ubres. ¿La solución industrial? Antibióticos constantes. Así que la leche, además de calcio, también contiene químicos y secreciones generadas por infecciones. ¿Natural? No mucho.
- Las consecuencias son devastadoras: vacas enfermas, deprimidas y confinadas; becerros alejados de sus madres, bebés condenados a ser explotados y asesinados.
Chabela también visibiliza una verdad biológica: los humanos no necesitamos leche animal. Como todos los mamíferos, sólo requerimos la leche materna durante los primeros años de vida. No tiene sentido consumir la leche de otra especie en la adultez, especialmente cuando hacerlo implica tortura, explotación, desperdicio de recursos naturales y contaminación del planeta por los gases que produce la ganadería intensiva.

En conclusión, ser una persona consciente y responsable con nuestro consumo y nuestro impacto en el planeta implica cuestionar nuestros hábitos y las consecuencias que conllevan. Significa exigir productos accesibles que realmente nutren al cuerpo humano sin costarle la vida y la dignidad a otros animales que también sienten, sufren y merecen vivir libres.
Fuentes: lechenogracias.com




