Jorge Alberto Gudiño Hernández

Vallas móviles publicitarias

"Lo que es incomprensible, se mire desde donde se mire, es que permitan la existencia de las vallas móviles publicitarias. Dependiendo el proveedor, son pequeños camiones o automotores que jalan una plataforma donde está instalado un paralelepípedo que, en sus costados, lleva imágenes publicitarias. Y recorren la ciudad".

Jorge Alberto Gudiño Hernández

23/11/2025 - 12:01 am

Un autobús con publicidad. Foto: Victoria Valtierra, Cuartoscuro.

Para nadie es un secreto que el tránsito en la Ciudad de México está al borde del colapso (si no es que éste ya sucedió y aún no nos damos cuenta). Somos millones los que nos desplazamos diariamente de un lugar a otro en una urbe que no se da abasto ni siquiera para contenernos. Es un asunto cotidiano enterarnos de historias por el servicio de transporte insuficiente, por problemas con la movilidad, por baches en las avenidas, por maltratos a los pasajeros, por asaltos o hurtos en uno u otro medio de transporte. Calcular la hora a la que uno va a llegar a determinado sitio —por más que haya transitado la misma ruta por años— parece requerir de operaciones complejas. Incluso los algoritmos de movilidad claudican cada tanto: no siempre se conectan, no siempre “saben” cuál es la mejor ruta, no siempre “estiman” bien el tiempo que nos tardaremos y casi siempre suman minutos a nuestra impaciencia.

Hay horarios y rutas en los que un trayecto en casi cualquier medio de transporte sería tan tardado como hacerlo a pie (una hora para seis u ocho kilómetros a buen paso, por ejemplo). Y lo peor es que muchos de los trayectos que se hacen en esta ciudad, dado su tamaño, son considerablemente largos. Estamos condenados a resistir, sin duda, a buscar una nueva alternativa o a esperar para que las nuevas estrategias de movilidad funcionen. Es algo que no va a ocurrir pronto, sin embargo. Para la reparación del pavimento y la implementación de un transporte público eficiente que llegue a toda la ciudad faltarían décadas considerando que las autoridades realmente se aboquen a la causa.

En medio de este caos, es normal que la publicidad aproveche nuestra atención: esa cara exhausta apoyada contra la ventana del autobús o del Metro. Hay anuncios por doquier: espectaculares en las calles, parabuses, vallas en los sitios de construcción, en los camiones, pendones, gallardetes, anuncios pegados al lado de las estaciones del Metro, vallas que limitan la visibilidad en el Tren ligero y demás. Hay quien opina que afean la ciudad, y podrían tener razón (aunque deberían alzar más la vista para ver las marañas de cables, de las que ya hablé en otra ocasión), pero también cumplen un objetivo y, en algunos casos, entretienen, generan ilusión, forman, pues, parte del paisaje urbano. Y, en apariencia, están reguladas.

Lo que es incomprensible, se mire desde donde se mire, es que permitan la existencia de las vallas móviles publicitarias. Dependiendo el proveedor, son pequeños camiones o automotores que jalan una plataforma donde está instalado un paralelepípedo que, en sus costados, lleva imágenes publicitarias. Y recorren la ciudad.

No son sólo feos, sino bastante contaminantes y, para colmo, dada su escaso aerodinamismo y su objetivo de atrapar miradas, morosos. Son un estorbo. Un vehículo más en una ciudad saturada. Un vehículo totalmente innecesario. Incluso en un sentido publicitario podrían estar cumpliendo la función opuesta para la que se les contrata: a fuerza de ser estorbado, me propongo nunca comprar algo más de esa tienda, como lo hago con ciertas llamadas telefónicas o con algunos anuncios que salen para interrumpir lo que consumo en alguna pantalla.

Insisto: son feos, estorban y contaminan. Da igual a quién se le ocurrió la idea, da igual si las regulaciones urbanas (que habría que revisar), ¿acaso no se dan cuenta que es un clavo más para el colapso completo del tránsito en esta ciudad? A veces, más que a la ley, deberíamos apelar a la conciencia: éste es uno de esos casos.

Jorge Alberto Gudiño Hernández

Jorge Alberto Gudiño Hernández

Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

Lo dice el reportero