
Ciudad de México, 2 de diciembre (SinEmbargo).- ¿Qué tienen que decir los gusanos acerca de las inclinaciones políticas de las personas? Mucho en realidad. Un nuevo estudio muestra que la manera en la que el cerebro responde a imágenes desagradables como cadáveres mutilados o incluso la misma suciedad en el fregadero de la cocina son un buen indicador de personas liberales o conservadoras.
En los últimos tres años, estudios han demostrado que las personas que se identifican como políticamente conservadoras son más propensas a experimentar respuestas fisiológicas involuntarias a las imágenes repugnantes. Ahora, los investigadores dieron un paso más adelante respecto a este tema y, mediante el uso de imágenes por resonancia magnética (IRM), ahora predicen tendencias políticas en sujetos de prueba con una precisión increíblemente alta.
En un estudio de 2011 se demostró que "los individuos con respuestas fisiológicas involuntarias marcadas a imágenes repugnantes -como la de un hombre comiendo gusanos de un bocado gusanos, por ejemplo- es más probable que se identifiquen como conservadores y, sobre todo, renuentes al matrimonio gay que aquellos individuos con respuestas fisiológicas más apagados a las mismas imágenes.
La última década ha sido testigo de una serie de estudios publicados que apuntan a un vínculo descifrable entre la biología y la ideología política, a pesar de la fuerza y la direccionalidad de ese enlace -por ejemplo, la medida en la que cada uno afecta al otro- sigue siendo poco clara.
Ahora, investigadores dirigidos por el profesor Read Montague, de Virginia Tech, se dispusieron a evaluar "la afirmación provocativa de que las respuestas neuronales a los estímulos no políticos (como alimentos contaminados o amenazas físicas) deben ser altamente predictivas de opiniones políticas abstractas como actitudes hacia temas como el control de armas, aborto, etcétera, publicó la revista Current Biology.

Para el estudio, 83 hombres y mujeres vieron una serie de imágenes mientras que sus cerebros fueron escaneados por una máquina de IRM. Las imágenes incluían, además de las fotos repugnantes descritas anteriormente, imágenes de bebés y paisajes agradables.
Después, se les pidió a los participantes que calificaran su nivel de aversión hacia cada foto. Así mismo, completaron una encuesta sobre sus creencias políticas en las que se incluyeron preguntas sobre sus actitudes hacia la oración en la escuela, el control de armas, la inmigración y el matrimonio gay.
No hubo diferencia significativa en la manera en la que los liberales y los conservadores calificaron las fotos. Sin embargo, los investigadores observaron diferencias entre ambos grupos registraron actividad en las regiones del cerebro asociadas con el reconocimiento de la repugnancia, la regulación emocional, la atención e incluso la memoria. Las diferencias fueron tan pronunciadas que los investigadores pudieron analizar una exploración y predecir tendencia política de la persona con el 95 por ciento de exactitud.
Mientras que los investigadores creen que estas diferencias en las reacciones a imágenes repugnantes están probable "cableada" en nuestro cerebro -es decir, heredado de nuestros padres- argumentan que los genes podrían afectar las opiniones políticas de las personas de una manera similar a la que afectan la altura de cada individuo.

"La genética predetermina altura, pero no totalmente", dijo Montague en el comunicado. "La nutrición, el sueño y el hambre pueden cambiar la altura definitiva de alguien; pero los niños de las personas altas tienden a ser altos, y eso es una especie de punto de partida".
Darren Schreiber de la Universidad de Exeter es otro de los especialistas que se ha sumado a este estudio. "Al analizar cómo el cerebro está procesando los fenómenos políticos, podemos entender un poco mejor por qué hacemos lo que hacemos", dice.
Schreiber emplea la técnica de IRM para estudiar patrones de actividad en el cerebro humano cuando los individuos toman las decisiones, principalmente aquellas que suponen algunos riesgos, dio a conocer la cadena BBC.
Los experimentos británicos revelaron la existencia de variaciones en las zonas del cerebro que eran más activas en los voluntarios que se denominaron a sí mismos como conservadores que en aquellos que se describían como liberales, cuando ellos estaban resolviendo problemas similares.
Sin embargo, Schreiber no especifica la manera en la que piensan las personas del bando conservador y liberal. No obstante, su estudio supone que, al menos de manera parcial, la lealtad política puede ser genética, lo cual es suficiente como para poder afirmar que algunas personas podrían llevar el conservadurismo en sus genes.




