
Ciudad de México, 14 de enero (SinEmbargo).- Para quienes no lo recuerden, en diciembre de 2010 Mohamed Bouazizi, un joven tunecino de 26 años de edad y vendedor de verduras, se quemó a lo bonzo frente al edificio del gobierno en protesta por el acoso policial y la indiferencia de los organismos oficiales a los que se había quejado anteriormente. Bouazizi murió 18 días más tarde. Lo siguiente fue una ola de protestas en todo el norte de África y de Oriente Medio. Mientras tanto, la autoinmolación fue conocida como el punto de partida de las revoluciones de la “primavera árabe”.
Meses después se derrocó al presidente egipcio Hosni Mubarak y al Coronel Muammar Gadafi en Libia, tras 42 años en el poder. De igual manera, el presidente de Yemen se retiró, al mismo tiempo que en Bahréin y en Marruecos las autoridades se vieron obligadas a aceptar las reformas que los manifestantes exigían y en Siria se levantaron en armas.
Luego de cuatro años, surge una segunda revolución, aunque menos conocida y dramática. Una que busca dar una mayor protección del medio ambiente.
En la década de 1990, el equilibrio ecológico no era una cuestión prioritaria en la región de Oriente Medio y Norte de África. Sin embargo, la región dio un salto gigante en este tema y ahora se realizan inversiones en protección del medio ambiente en todos los países que hace tres lustros eran inexistentes, dijo en 2007 Sherif Arif, asesor del Banco Mundial sobre medio ambiente para la región de Oriente Medio y Norte de África, en un artículo emitido por esta organización.
"Fue un cambio importante", dijo Arif. "Ahora es posible asignar un precio al costo de la falta de acción, así como comparar los beneficios y los costos de invertir en la ordenación de los recursos naturales".
De esta manera, a través del Programa de asistencia técnica para la protección del medio ambiente en el Mediterráneo, un grupo del personal del Banco Mundial realizaron estimaciones que, finalmente, sirvieron para brindar a los ministros de medio ambiente una herramienta útil para debatir sobre la importancia de proteger el medio ambiente "en los mismos términos que utilizan los ministros de hacienda, que son quienes se ocupan de las cuestiones monetarias", explica Arif.
En este caso, los cálculos del "costo de la falta de acción" iba del 2.1 por ciento del producto interno bruto (PIB) en Túnez hasta el 7 u 8 por ciento en Irán.

Por supuesto, luego de ocho años y con conflictos armados insertados en medio de este lapso, podría pensarse que las prioridades en Oriente Medio y el Norte de África presentaron algunos cambios.
Probablemente, pero no en todo el mundo árabe.
En el caso de Túnez, pocos días después de la dimisión del presidente, en enero de 2011, los residentes destruyeron las vallas que rodeaban los parques nacionales de Bou-Hedma e Ichkeul, territorios importantes con una alta biodiversidad donde en conjunto crecen más de 500 especies de plantas y hospeda a más de 200 especies de animales, dio a conocer el el servicio de radiodifusión internacional Deutsche Welle.
Como consecuencia, se condujeron rebaños a la zona protegida y dejarlos pastar allí. Un hecho inaudito luego de que en 1980 ambas zonas fueran nombradas Parques Nacionales. Sin embargo, durante más de 30 años la gestión del gobierno dejó mucho que desear y se reflejó en la entrada inmediata de los pastores quienes, al igual que todos los tunecinos tenían restringida la entrada a estos lugares.
"No se trataba de ataques", dice Maher Mahjoub, coordinador del programa para el Norte de África en la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). "No se trataba de destruir la naturaleza o de influir negativamente en el medio ambiente. Más bien, querían dejar claro que no estaban satisfechos con la actuación del gobierno en cuanto a la protección del medio ambiente."

La revolución no sólo diopie al acceso a áreas antes prohibidas, sino que fomentó también el reclamo de una mayor participación por parte de la gente, tanto en temas políticos como ambientales, agrega Mahjoub. De esta manera, desde enero de 2011 se crearon 370 organizaciones no gubernamentales en el sector del medio ambiente. "Vemos esta nueva era en la que no es la administración pública, la que impulsa los proyectos sino los ciudadanos, quienes crean organizaciones, que son más flexibles y están más cerca de los acontecimientos.”
A pesar de que tres años sea un periodo demasiado corto para poder predecir si la participación de los ciudadanos desembocará a largo plazo en una mayor protección de la naturaleza, existen primeros pequeños éxitos que no sólo se limitan a Túnez. Así, una mayor cooperación en la recopilación de datos, tales como la observación de aves migratorias se dan ahora en Argelia o Marruecos, al igual que la exploración de las regiones pantanosas.
"Creo que ahora tenemos una idea más clara y más actual de lo que pasa con el medio ambiente en nuestros países", dice. “Lo que están haciendo las organizaciones es muy útil. Sin ellas, muchos de los datos no estarían disponibles ."
Por su parte, los políticos tunecinos también han colocado el tema como parte de su agenda, como se puede apreciar en el último "Plan Estratégico para el Desarrollo y Gestión Sostenible de los bosques y pastizales", donde se hace hincapié en la importancia del componente social en la protección del medio ambiente.
Sin embargo, aunque los resultados en Túnez sean esperanzadores, cualquiera que haya seguido los acontecimientos de la “primavera árabe” sabe que este país es más bien la excepción. En otros lugares, la revolución no ha transcurrido de forma tan pacífica.
De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) la región del Oriente Medio y África del Norte está marcada por la inestabilidad política a largo plazo en el Iraq, el Territorio Palestino Ocupado, el Sudán y el Yemen. Sin duda, no se trata del entorno más propicio para un cambio de postura ambiental, pero Túnez es el ejemplo de que por algo se puede empezar.




