El sueño realizado de Witold Gombrowicz

Guillermo Samperio

24/05/2014 - 12:00 am

a la memoria del ferdidurkista Domique de Roux

La literatura de Witold Gombrowicz comenzó a resonar casi al final de su carrera. A principios de los sesenta, se mencionó su nombre a la hora de otorgar el premio internacional Formentor, obtenido por Jorge Luis Borges y Samuel Beckett en 1961. El interés que despertó el escritor polaco se debía a que su más renombrada novela, Ferdidurke (1938), que fue traducida a diversas lenguas y recibida con entusiasmo por la crítica internacional. Las reseñas de revistas como Lettres nouvelles de París, Times y Sunday times de Londres, Heral tribune de New York o Welt an sontag de Berlín, facilitaron el relanzamiento de su obra en París. Las entrevistas y ensayos del intelectual francés Dominique de Roux (1935-1977) también favorecieron la propagación de la literatura de Gombrowicz. Dominique de Roux, ferdydurkista desde el primer contacto con las letras gombrowiczeanas, destacó en las facetas de escritor, editor, descubridor y aventurero, antes de quitarse la vida un otoño de 1977.

         Mientras las noticias europeas daban la vuelta al mundo y comparaban a Gombrowicz con Kafka, empezó a conocerse la historia del escritor polaco que autoexiliado residía en Argentina desde hacía más de veinte años. Con más pena que gloria, vivía en la pobreza al tiempo que su literatura se leía en pequeños círculos, acaso personas aisladas, de América Latina y Polonia. Sus lectores nos auto-denominábamos ferdidurkistas y seguimos en activo en un nuevo siglo que vuelve a dificultar el conocimiento de la obra de Gombrowicz.

         Preguntado en aquel momento de fama por un periodista del diario argentino La prensa, acerca de su relación con el medio literario, respondió simplemente que no tenía ninguna y agregó: “Soy una persona de poca seriedad. En medio de mis desgracias: destierro, miseria, anónimo fracaso y alguna que otra humillación, lo único que me quedaba era divertirme. La seriedad en las condiciones en que yo vivía, habría sido mortal para mí. Pero le aclaro que no tengo ni el más mínimo resentimiento contra nadie. Reconozco que mi caso es difícil y que yo no hice nada para facilitarlo” (La prensa, Bs. As., 20/VI/1962).

         Esta respuesta resume buena parte de la actitud witoldiana ante el mundo. Cuando se declara persona de poca seriedad, quiere decir que el medio literario, atrapado en las formas de madurez que destilan gravedad y circunspección, se ve a sí mismo con severidad. Gombrowicz evitó durante toda su vida el encasillamiento en una sola forma. Toda representación de la madurez fomenta las trampas rígidas de las posiciones definidas. Witold comentaba que ante un artista se comportaba como burgués; ante un burgués, como artista.

         Aliado de la inmadurez, la imprecisión y la libertad, mantuvo la potencialidad por la que transitan la juventud y la adolescencia, cuando la persona todavía no es lo que será y la forma —cualquiera que vaya a configurarse— no ha cobrado aún sus bordes precisos.“El hombre está suspendido —refiere Witold— entre Dios y la juventud: el hombre aspira, por un lado, a la madurez, a la plenitud, a ser un hombre completo, es decir alguien parecido a los dioses; y por otro lado está fascinado por la juventud, porque la juventud es la vida, es la fase ascendente” (Autobiografía sucinta..., Anagrama, Barcelona, 1972). El problema de la madurez versus la inmadurez constituye el tema central de su obra. Su primer libro —el único de cuentos que publicó— se llamaba Memorias del tiempo de la inmadurez (1933) y fue publicado después con el título de Bakakaï. Lo escribió alrededor de los veinte años, en Polonia. A continuación vendrían Ferdidurke y la obra de teatro Ivonne, princesa de Borgoña (1935), escritas antes de cumplir los treinta años, en Polonia, entre 1926 y 1938. En Argentina escribiría tres novelas Trasatlántico (1953), Pornografía (1960), traducida como La seducción, y Cosmos (1964), dos obras de teatro —El matrimonio (1947) y Opereta (1966)— y su Diario (1953-1966).

Guillermo Samperio

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