Mark Carney hizo este año su debut en la política. Hasta antes de la jornada del lunes, nunca había ganado una contienda. Su carrera la ha hecho como banquero. El lunes dio un viraje: venció al Partido Conservador canadiense aprovechando el naciente nacionalismo canadiense y anti Trump.
Ciudad de México, 3 de mayo (SinEmbargo).– Mark Carney logró en tan solo unos meses lo que parecía impensable. Sacó al Partido Liberal del fondo de las encuestas y logró revertir las preferencias que hace tan solo unos meses colocaban al conservador Pierre Polievre como el próximo Primer Ministro de ese país con una ventaja de hasta 30 puntos porcentuales.
Carney retomó el liderazgo Liberal luego del desastroso final que tuvo la gestión de Justin Trudeau, rechazado por una mayoría de los canadienses luego de una década en el poder, pero particularmente por la manera en la que gestionó las amenazas del segundo mandato de Donald Trump con un viaje express a Mar-a-lago en el que fue humillado por el Presidente estadounidense con la bravuconada de anexionar a Canadá como el estado 51.
Eso cambió con Carney, un banquero de 60 años, sin experiencia política, pero que ha sido capaz de transformar el discurso de odio de Donald Trump en un movimiento patriótico canadiense que se ha configurado en un rechazo hacia los productos estadounidenses y el turismo hacia ese país.
Más de uno de cada dos canadienses ha cancelado un viaje a Estados Unidos en las últimas semanas, según una encuesta de Abascus Data. Algunos también están renunciando a Netflix o Amazon.
This is Canada — and we decide what happens here. pic.twitter.com/1baJGn7pwv
— Mark Carney (@MarkJCarney) April 28, 2025
Otros datos muestran que el 70 por ciento de los canadienses evita los productos estadounidenses, a la par que las hojas de arce, así como las etiquetas rojas y blancas que indican a los clientes que los productos vendidos están fabricados en Canadá, han florecido últimamente en los supermercados canadienses.
El papel de Carney en toda esta ola patriótica ha sido clave. Con el lema de Campaña Canadá fuerte, Carney se valió de su rol como banquero y su estilo sereno para cosechar un sentimiento nacionalismo al alza frente a su principal rival, el conservador Polievre, visto por muchos como un “Trump canadiense”.
De hecho, en el arranque de su campaña trazó el que sería su discurso, acusando a Trump y Estados Unidos de querer apoderarse de Canadá, de querer apropiarse de su tierra, su agua, sus recursos y su país. La fórmula tuvo éxito, particularmente cuando 7 de cada 10 canadienses han demostrado su repudió hacia Donald Trump.
Los canadienses ven en Carney al hombre que necesitan para sortear el dificil panorama económico que ha cultivado Trump con sus aranceles. El Primer Ministro canadiense de hecho ha sostenido que cuando se siente con su homólogo estadounidense será para discutir las futuras relaciones económicas y de seguridad entre dos naciones soberanas. También ha prometido hacer la economía canadiense menos dependiente de EU, y reducir las barreras al comercio interprovincial.

Un banquero acusado de evasión
Mark Carney hizo este año su debut en la política. Hasta antes de la jornada del lunes, nunca había ganado una contienda. Su carrera la ha hecho como banquero. Ahí, en el sector financiero, tiene una trayectoria de décadas. Es reconocido desde esa trinchera por haber dirigido gobiernos durante importantes crisis globales y períodos de agitación.
Carney nació en marzo de 1965 en Fort Smith, Territorios del Noroeste, y se crió en Edmonton, Alberta. Tres hijo de un director de escuela y una profesora, presume de su talento como portero de hockey, deporte nacional canadiense. Sus credenciales académicas son resaltadas por todos: estudió con una beca en la Universidad de Harvard, en donde también practicó hockey. En 1995 se doctoró en Economía por la Universidad de Oxford, en Reino Unido.
Se desempeñó como Gobernador del Banco de Canadá durante la crisis financiera de 2008. The Globe and Mail lo describió en ese entonces como “un forastero, formado no en la burocracia, sino en el mundo de la banca de inversión, que ha estado en el epicentro de la crisis”. De hecho, en la campaña para liderar el Partido Liberal, Carney destacó este periodo como prueba de su experiencia en la gestión de crisis.
Para la prensa canadiense ha sido interesante cómo ha vivido entre la burocracia y el sector financiero. The Globe and Mail reseña cómo los dos mundos de Carney comenzaron a converger un día de 2003, cuando hojeaba The Economist y vio un anuncio para un puesto de vicegobernador en el Banco de Canadá. Aunque ganaba varios millones al año en Goldman y era visto como una estrella en ascenso que ganaría considerablemente más al convertirse en socio, Carney siempre se consideró un banquero por accidente. Así que presentó su solicitud y cruzó los dedos. "Pasé por la entrevista y pensé: 'Me encantaría hacer este trabajo, pero probablemente no lo conseguiré'.
En marzo de 2009, el Financial Times lo incluyó entre los "Cincuenta que definirán el futuro", escribiendo que "Carney continúa la tradición de gobernadores canadienses impresionantes". Era el único canadiense en la lista.
En 2013, fue contratado para dirigir el Banco de Inglaterra, siendo el primer no británico en hacerlo. Ahí gestionó la economía del Reino Unido durante el Brexit y las crisis económicas y políticas posteriores. En 2020, comenzó a desempeñarse como Enviado Especial de la ONU para la Acción Climática y las Finanzas.
Antes de trabajar para el gobierno, Carney fue director gerente de la división de banca de inversión de Goldman Sachs Canadá y trabajó en Asia, Europa, Estados Unidos y Canadá.
Una de sus principales polémicas ha sido la acusación de una supuesta evasión fiscal cuando trabajaba para la firma de inversiones Brookfield, antes de entrar en política.
Fue durante su etapa en Brookfield que Carney copresidió personalmente dos fondos de inversión dedicados a la transición hacia una economía con cero emisiones netas de carbono, con un valor total de 25 mil millones de dólares. Esos fondos se registraron en Bermudas, entre otros lugares, lo que permitió a los inversores beneficiarse de importantes ventajas fiscales, según información obtenida por Radio-Canadá.
La estructura legal de los fondos Brookfield es compleja e incluye diversas jurisdicciones. Sin embargo, los expertos afirman que su registro en Bermudas plantea interrogantes sobre el enfoque de Carney respecto a la política fiscal en Canadá. Este de hecho fue uno de los principales aspectos que empleó en la campaña Pierre Polievre para acusarlo de impedir que esos recursos ingresarán a las arcas canadienses.
Los conservadores también culparon a Carney de las demandas contra las filiales de Brookfield, incluyendo empresas de su propiedad en Estados Unidos que supuestamente han negado reclamaciones de seguros médicos y han participado en "represión sindical".
Liberal, católico y sin experiencia política
Mark Carney es un católico practicante que manifestó durante la campaña su apoyo sin reservas al aborto. «Mi fe no me lleva a interferir en el derecho de una mujer a decidir», declaró, subrayando que defiende este derecho «absolutamente, sin reservas». Para la Iglesia canadiense esto le ha valido críticas.
Carney ha colaborado como experto con el comité vaticano y en su libro de 2021 Value(s) citó al Papa Francisco como fuente de inspiración y, en concreto, su encíclica Laudato Si’ de 2015, una crítica al desarrollo económico irresponsable y una denuncia de la degradación medioambiental. De hecho, Carney siempre destacó su buena relación con el pontífice a cuyo sepelio no pudo acudir por la campaña.
Mark Carney agradeció, de manera mordaz, a Donald Trump, por su victoria. “Sin él esto no habría sido posible”, bromeó. Ciertamente no mintió. Este hombre de 60 años sin experiencia política supo distanciarse de su antecesor Justin Trudeau, a quien los canadienses le reclamaron su conducción económica, y empleó su experiencia en el sector financiero para enfrenar la tormenta económica que han causado las políticas arancelarias de Trump, y además exacerbó el sentimiento nacionalista canadiense.
Carney advirtió en una y otra ocasión que no permitiría que Trump se apropiara de Canadá. En su discurso de victoria, de hecho, se refirió al presidente estadounidense como una amenaza existencial constante para toda la nación; dijo que Trump quiere destruir Canadá para poder dominarlo.
“Eso nunca ocurrirá”, añadió Carney. Pero lo que ocurrirá, de hecho lo que ya ha ocurrido, dijo, es un mundo diferente, en el que la integración estadounidense ya no es un hecho, y en el que Estados Unidos ha traicionado el sistema de comercio global que ayudó a construir. ¿La solución? Construir nueva infraestructura en Canadá y nuevas alianzas comerciales a nivel nacional e internacional.
En Estados Unidos, la victoria de Carney fue presentada como una historia sobre Donald Trump, como un repudio personal en vísperas de su centésimo día en el cargo.

The Daily Beast, por ejemplo, tituló “La bocota de Trump impulsa a los liberales canadienses a la victoria”.
The New York Times coincidió con un tono más mesurado: “Mark Carney gana un mandato completo como primer ministro de Canadá con una plataforma anti-Trump”.
CNN tituló: “Los liberales de Canadá ganan una elección en la que los electores votaron contra Trump”. La publicación Politico publicó un artículo en los últimos días de la campaña analizando otros numerosos detalles sutiles de la política canadiense, incluyendo el colapso del voto neodemócrata y el retroceso del nacionalismo quebequense, pero el titular lo mantuvo simple: Canadá contra Trump.
“Estas son tragedias”, dijo Carney al referirse a lo hecho por Trump con su política arancelaria. “Pero también es nuestra nueva realidad. Hemos superado el impacto de la traición estadounidense, pero nunca debemos olvidar las lecciones aprendidas”.





