La escritora Alma Delia Murillo habló con SinEmbargo sobre su más reciente novela, un relato sobre el acompañamiento a las miles madres que buscan desde hace años a sus seres queridos.
Ciudad de México, 17 de septiembre (SinEmbargo).– La escritora Alma Delia Murillo narra en su novela Raíz que no desaparece la tragedia de las desapariciones que han marcado en los últimos años a miles de familias, lo hace “con indignación y dolor, pero también con amor, lucidez y un humor vital que empuja a seguir leyendo”, con la intención, “de que dejemos de relatarnos esto como un dato duro, como una estadística y podamos asomarnos a ver una historia detrás”.
“Indigna de que en un país como este se estén perdiendo, desde hace 20 años, las vidas sobre todo de nuestra población más joven, que un día salieron a buscar un trabajo y fueron secuestrados y fueron esclavizados. En fin, yo sí me atrevo a decirlo, sobre todo para que no le regateemos importancia, me parece que nos hemos ido como habituando al conteo, a la exhibición de la violencia, a las ejecuciones en vivo”, comentó Alma Delia Murillo en entrevista.
Raíz que no desaparece es narrada desde la perspectiva de una escritora que se cruza en el camino de Ada, quien ve entre sueños a Marcos, su hijo desaparecido, y otras madres buscadoras que sueñan dónde están sus seres queridos. En su periplo verá las oficinas de la Fiscalía llenas de archivos a los que no se presta atención, pero particularmente se encontrará con que son los árboles los que ven todo, configurándose como “testigos de la muerte que se acumula en sus raíces a manera de fosas clandestinas, y que se manifiesta en sus troncos y hojas”.
“Tenía un conflicto ético y el conflicto ético era ‘no puedo asumir en primera persona la voz de una persona desaparecida’, y tampoco me quería atribuir en primera persona la voz de una madre buscadora, me parecía delicado hacer eso, sobre todo porque yo tengo el privilegio, cada vez somos menos, es duro, de no tener una persona desaparecida”, apuntó Alma Delia Murillo con respecto al uso de un narrado en tercera persona.
“Lo que sí podía asumir en primera persona era la voz de una narradora, de una escritora que acompaña este proceso de búsqueda y un poco también, porque como la novela está tejida de una parte muy racional, que es una especie de crónica, un relato del acompañamiento de las búsquedas, tiene datos reales, entre capítulos hay fichas de personas desaparecidas, pero luego tiene otra parte muy simbólica, que es lo que permite la literatura, un poquito fantástica, que es que los árboles comienzan a manifestar, a hablar científicamente, pero al final es un juego fantástico, que los árboles empiezan a aliar con esta mamá buscadora y también están los sueños”, ahondó.
Alma Delia Murillo apuntó que por lo mismo la narradora en primera persona teje todos los elementos para construir este relato. Con respecto al tema de los sueños, compartió que “es una experiencia humana, psíquica, mental con la que yo tengo una relación peculiar, en la cabeza de mi padre, el detonador de mi búsqueda es que yo soñé que mi padre iba a morir y luego, en efecto, se cumplió”.
“Para hacer esta novela hice trabajo de campo, acompañé a las madres, las entrevisté y todas, todas me contaron que tienen sueños, podríamos llamarlos así, premonitorios que les dan información de dónde están sus hijos, pistas, ciertos símbolos, señales, un poco lo que relato aquí, cómo está vestida y en efecto luego así encuentran el cuerpo o sueñan una zona, ‘se veía un portón rojo y del otro lado una pared de ladrillo’, o sueñan calles, nombres de calles, cosas así muy puntuales que efectivamente después el tiempo les da la razón”, relató.





