La escalinata, elaborada en madera, permite el ascenso y descenso seguros al monumento prehispánico, de 42 metros de altura, y también brinda a las y los visitantes una experiencia cultural y ambiental única, junto con vistas privilegiadas de la selva maya.
Ciudad de México, 9 de diciembre (SinEmbargo).- La Secretaría de Cultura del Gobierno de México inauguró la nueva escalinata del Nohoch Mul, la pirámide prehispánica más alta de la Península de Yucatán y uno de los basamentos más representativos de la Zona Arqueológica de Cobá, Quintana Roo. Con ello, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) permitirá una vez más el ascenso y el descenso de la edificación de 42 metros de altura, después de seis años.
La Secretaria de Cultura, Claudia Curiel de Icaza, indicó que la restauración tuvo una inversión cercana a cinco millones de pesos y recordó que dichas acciones forman parte del Promeza, un programa que atiende a 11 sitios de Quintana Roo, con una visión integral (investigación, conservación, infraestructura y acceso cultural).
“Venimos a reconocer el esfuerzo de quienes han protegido a lo largo de la historia este territorio y han sostenido su continuidad a lo largo del tiempo. Cobá es una ciudad que sigue revelando nuestra historia”, subrayó.
En el acto, celebrado el lunes pasado, también se realizó la apertura de la nueva Unidad de Servicios, como parte del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza), vinculado con el Tren Maya.
Hoy se inaugura la nueva escalinata de ascenso a la pirámide de Nohoch Mul, en #Cobá, Quintana Roo. Esta pirámide es la más alta de la planicie yucateca con 42 metros de altura. A partir de ahora se puede visitar y ver la selva en su esplendor.
Esta obra que fue posible gracias… pic.twitter.com/1iwTsV8epc— Claudia Curiel de Icaza (@ccurieldeicaza) December 7, 2025
“A nombre de la Presidenta Claudia Sheinbaum quiero reiterar que esta obra representa la forma en la que entendemos la política cultural, el patrimonio como derecho de todas y de todos, el cuidado del territorio como un bien público, y la conservación como una tarea que sólo puede hacerse en comunidad”, afirmó.
Curiel de Icaza estuvo acompañada por la directora general del Instituto de la Cultura y las Artes de la entidad, Lilian Villanueva Chan, en representación de la Gobernadora de Quintana Roo, Mara Lezama Espinosa; del director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Joel Omar Vázquez Herrera, y de autoridades ejidales de Cobá, encabezadas por Atilano Huicab Nájera.
En su oportunidad, Lilian Villanueva Chan señaló que en el municipio de Tulum, se da “origen y destino. Tenemos a nuestras comunidades mayas con esas artesanías inigualables, con el tejido de bejuco, con el bordado, con el tallado en madera… Aquí los mayas aún pedimos permiso para entrar a un espacio donde hay cultura ancestral, antes de iniciar una siembra o de una fiesta costumbrista, y esto nos dice que estamos vivos”.
Por su parte, el titular del INAH, Joel Omar Vázquez Herrera, resaltó que, durante su auge entre 200 y 600 d.C., dicha urbe tuvo una extensión de 70 kilómetros cuadrados y albergó alrededor de 50 mil habitantes. Su esplendor se debió a las redes comerciales que tendió con otras ciudades mayas como Chichén Itzá, Ichkabal, e incluso con Tikal y otras ubicadas en la costa del Caribe.

El antropólogo señaló que, desde 1972, el INAH realiza un trabajo sistemático en el sitio y, de manera reciente, en el marco del Promeza, los análisis epigráficos que se desprenden de su proyecto arqueológico han podido definir su fecha de fundación, el 12 de mayo de 569 d.C.
Asimismo, el representante de las autoridades ejidales de Cobá, Atilano Huicab Nájera, afirmó: “Hoy honramos a los abuelos que labraron esta tierra, abrazamos nuestra identidad maya, reconocemos que nuestra historia no está enterrada, está caminando con nosotros; que esta escalinata sea una invitación para mirar hacia arriba, hacia la grandeza de nuestros orígenes, que este portal sea puerta de un tiempo nuevo, donde la unidad ejidal sea la base de todas las decisiones”.
La escalinata, elaborada en madera, permite el ascenso y descenso seguros al monumento prehispánico, de 42 metros de altura, y también brinda a las y los visitantes una experiencia cultural y ambiental única, junto con vistas privilegiadas de la selva maya.
Su instalación, aprobada por el Consejo de Arqueología (CA) del INAH, se realizó con pleno apego a las normas internacionales de restauración de monumentos arqueológicos y responde a las demandas sociales que visitantes y ejidatarios planteaban desde 2019, cuando se suspendió el ascenso al monumento debido al desgaste natural que, acentuado por el intenso tránsito de turistas, se había causado a sus escalones originales.

Una intervención segura y funcional
De acuerdo con la arqueóloga Julieta Ramos Pacheco, jefa de campo del Promeza en el sitio patrimonial, “el diseño de la escalera contempla una longitud de dos metros, con dos entrecalles de un metro cada una para facilitar el flujo de visitantes”.
La intervención fue precedida por un levantamiento topográfico de cada escalón del Nohoch Mul –gran montículo, en maya yucateco–, desde su base hasta su cúspide, que proporcionó un modelo preciso de oquedades y relieves. Los datos obtenidos permitieron a los expertos conocer los espacios exactos para instalar la estructura contemporánea, de una forma segura y funcional, con las labores de consolidación preventiva, renivelación de escalones y microsondeos para la inserción de los citados anclajes.
Cabe destacar que la escalinata fue ejecutada por ejidatarios de la comunidad quintanarroense de Noh Bec, quienes cuentan con gran experiencia en la elaboración de estructuras con maderas regionales –que incluyen las obtenidas de árboles como el tzalam, la caoba, la parota y los chicozapotes– que ofrecen características y condiciones idóneas para la elaboración de muelles, escaleras, cabañas y otro tipo de objetos.
La escalinata del Nohoch Mul también permitió la renovación de los espacios de diálogo y colaboración con la comunidad de Cobá, para fortalecer la apropiación social del patrimonio y elevar las condiciones para su cuidado, protección y respeto.




