El proyecto de justicia ambiental de Texcoco cosecha juncos, aves y moscos ¬ PARTE 2

26/12/2025 - 12:05 am

El equipo de SinEmbargo visitó la zona donde se construiría el Nuevo Aeropuerto Internacional de México. Los periodistas Alejandro Páez y Álvaro Delgado recorrieron parte del Lago de Texcoco que poco a poco comienza a nutrirse del agua y en donde también ya es posible ver a muchas especies de aves migratorias. Aquí la segunda parte de este trabajo.

Ciudad de México, 26 de diciembre (SinEmbargo).- A las nueve de la mañana, en Texcoco, en lo que fue uno de los terrenos más disputados del país, no hay maquinaria ni concreto avanzando. Hay silencio. “Imagínense ustedes que aquí, en esta zona en completa paz, iba a haber un aeropuerto. Este lago que ustedes ven iba a desaparecer, se iba a urbanizar todo esto”, sostuvo Alejandro Páez mientras en el lugar aves cruzan el cielo y el agua reaparece entre la vegetación endémica.

Chorlo tildío, monjita americana, garza blanca, pato mexicano, ibis de ojos rojos: la vida volvió a un territorio que durante décadas fue pensado solo como reserva para la expansión urbana.

Hoy, el antiguo vaso del Lago de Texcoco es un laboratorio de restauración ambiental, pero también un espacio de memoria y de futuro. Donde se proyectó el Nuevo Aeropuerto Internacional de México, ahora se despliega un área natural protegida de más de 14 mil hectáreas, un territorio que, por su escala, equivale a 43 veces Central Park o casi tres veces la ciudad de Oaxaca.

Hoy en Texcoco, en lo que fue uno de los terrenos más disputados del país, no hay maquinaria ni concreto avanzando. Foto: Luis Gordoa.

Iñaki Echeverría, Director del Parque Ecológico Texcoco señala que entender el lago implica mirar mucho más atrás de la historia reciente.

“Aquí se construyó uno de los primeros ejemplos exitosos de lo que yo llamo infraestructura suave: Tenochtitlan. Era un territorio construido por el hombre que permitía pasar de dos a seis cosechas al año, pero que además era espacio habitable, ritual, de comercio y de gobernanza”.

Recuerda que el sistema lacustre del Valle de México no era un solo lago, sino cinco: Chalco y Xochimilco de agua dulce al sur; Zumpango y Xaltocan de agua salobre al norte; y Texcoco, el punto más bajo donde confluían todos. “Es una cuenca endorreica. Todo el agua que cae aquí, aquí se queda. Ese es el punto de partida para entender lo que puede suceder”.

Menciona que el proyecto busca reaprender de ese funcionamiento. “No se trata de regresar al pasado, sino de entender que ese modelo multifuncional nos puede enseñar mucho hoy”.

El Director del Parque Ecológico Texcoco menciona que la cancelación del aeropuerto dejó un paisaje devastado.

“Cuando llegué el primer día y vi esto recién clausurada la obra, parecía Marte: solo tezontle rojo. Era muy duro de ver”, admite Echeverría. Pero también fue ahí donde apareció la sorpresa. “Lo increíble fue darnos cuenta de lo resiliente y generosa que es la naturaleza. En el momento en que dejas de lastimarla, empieza a regenerarse”.

La cancelación del aeropuerto dejó un paisaje devastado. Foto: Luis Gordoa.

Iñaki Echeverría señala que el plan para rescatar el lago fue simple y requirió mucha paciencia, pues se debía permitir que el agua volviera a quedarse. También, dijo, tuvo que dividirse grandes superficies de agua en cuerpos más pequeños, generar mayor profundidad para evitar evaporación, saturar el suelo.

“El suelo estaba tan seco y caliente que el agua se iba de inmediato. Forzamos tirantes más profundos y el ciclo empezó a cambiar: primero vegetación, luego más humedad, luego más vida”.

Hoy hay lagunas de 250 o 300 hectáreas reaparecen donde antes solo había polvo. “Este año, por primera vez, algunas empezaron a desbordarse solas. Eso te muestra que el proceso ya se activó”.

El espíritu del proyecto, insiste Echeverría, es claro: “Generar un proyecto de justicia ambiental y social, en beneficio de todas las poblaciones del Valle de México, en particular de las más vulnerables, humanas y no humanas”. No se trata solo de paisaje, sino de riesgo, agua, temperatura, calidad del aire y bienestar.

“Hablar de planes rígidos no sirve para un territorio así. Lo que necesitas es una estrategia, algo que marque dirección y permita adaptarse a la incertidumbre: climática, social, política”. En ese marco, se exploran incluso humedales de tratamiento de aguas residuales. “Si se concreta, estaríamos hablando de los humedales de tratamiento más grandes del planeta”.

En los caminos reciclados del antiguo polígono aeroportuario, la transformación también se mide en experiencias cotidianas. Sofía Gatón, patinadora originaria de Oaxaca, lo resume sin rodeos: “¿Un aeropuerto aquí? No. Cien por ciento no. Este espacio nos da un lugar para practicar deporte y convivir”.

Hoy hay lagunas de 250 o 300 hectáreas reaparecen donde antes solo había polvo. Foto: Luis Gordoa.

Por su parte, Blanca Maura Martínez, bióloga de Ciudad Nezahualcóyotl, señala que este espacio rompe con la mancha urbana.

“Esto era un sueño. Vivimos rodeados de ruido, de pavimento, de luz. Tener un lugar así, tan cerca, donde puedas escuchar silencio y ver aves, es algo invaluable”.

Desde los pueblos lacustres, María Antonia González Flores subraya los candados que hoy protegen el área. “Que se haya declarado área natural protegida es muy importante. Evita que otros intereses políticos o económicos vuelvan a intervenir”.

Para habitantes de Texcoco y Chimalhuacán, como Irvin Brindis o Cristian Ortega, el parque es también espacio de recreación familiar y de identidad. “Se rescató una zona naturalmente importante y ahora tenemos instalaciones de primer nivel”, dicen, aunque coinciden en un punto: el acceso sigue siendo complicado y falta transporte público eficiente.

Para Iñaki Echeverría, la discusión del aeropuerto debe quedar en el pasado y centrarse ahora en la preservación del parque.

“El tema es la preservación y el rescate. Demostrar que esta zona sí se puede recuperar desmonta una narrativa muy destructiva que decía que todo estaba perdido”.

El valor, de este proyecto, añade Echeverría , no es inmobiliario sino ecosistémico. “A veces se piensa que estos servicios son intangibles, pero son muy medibles. ¿Cuánto vale cambiarle la cara al oriente del Valle de México? La belleza también tiene valor”.

Entre manchas de concreto que el tiempo irá borrando y lagunas que vuelven a llenarse, el antiguo lago avanza lento, pero firme. No como un proyecto terminado, sino como una estrategia viva. Un territorio donde, en lugar del ruido constante de aviones, vuelve a escucharse a las aves.

Alejandro Páez Varela y Álvaro Delgado Gómez

Alejandro Páez Varela y Álvaro Delgado Gómez

Lo dice el reportero