
A su juicio, si en Internet se pudiera compartir y transmitir libremente la información, la red podría constituir el mejor impulso para el progreso. No obstante, ocurre justo lo contrario: los poderes fácticos, que quieren que nada cambie, obstaculizan la difusión por este medio y procuran que nada de lo que se transmita quede fuera de su alcance y de su control. Con ello, consiguen eliminar cualquier amenaza al statu quo.
Para Assange y sus colaboradores, sólo existe una herramienta para salvaguardar la libertad en Internet: el conocimiento detallado de cómo está organizado el sistema de control estatal y el desarrollo de la criptografía para hacerle frente.
En este libro, se describen las amenazas a las que la sociedad está expuesta debido al control que los gobiernos hacen de Internet, denuncian las acotaciones más flagrantes de injerencia y censura, y proponen los mecanismos para que, gracias a la red, nuestro mundo sea mejor o, al menos, más justo.
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